La presión de los jóvenes por ser exitosos y el estrés académico: Una combinación peligrosa
Guía de: Adolescencia
- Javiera Vera
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Cada día y a más temprana edad se van implantando nuevas exigencias para alcanzar el éxito. Los establecimientos educacionales ya no ofrecen aprender dos idiomas sino tres, distintos deportes de alto rendimiento, semestres en el extranjero y más de acuerdo con la mensualidad escolar que se pueda desembolsar.
Los niños y jóvenes tienen cada vez menores espacios para el ocio, y, cuando los tienen usualmente se encuentran conectados a las pantallas móviles.
Ambos factores, la gran cantidad de tareas programáticas y extracurriculares sumado al estar continuamente conectado son una mezcla peligrosa en cuanto a que estamos creando jóvenes mas propensos al estrés o ansiedad.
Si bien, mantener una cantidad de estrés frente a un examen u alguna tarea que nos exija cierto grado de rendimiento es sano ya que nos moviliza hacia nuestras metas y objetivos, altos niveles estresores finalmente no hacen mas que disminuir nuestra capacidad de respuesta y por lo mismo, nuestros resultados académicos.
Esto se vuelve un circulo vicioso, porque al no obtener los resultados que buscamos sentimos mas presión por estudiar, lo que es un enorme gasto energético físico y mental.
Muchas veces, los padres no presionan a sus hijos y son ellos mismos quienes son autoexigentes, generalmente debido a que tienen altas expectativas de logro y sienten la necesidad de mantener en control.
Otras veces, las exigencias son externas, ya sea de nuestro entorno familiar o educacional que supervisa en exceso el aprendizaje a través de pruebas y trabajos en un tiempo acotado que no dan espacio al necesario descanso y reposo.
Sumado a esto, existen distintos factores estresores que pueden significar una presión a angustia extra para nuestros jóvenes.
De acuerdo a la escala del estrés de los psicólogos: Holmes y Rahe, las situaciones más comunes que pueden ocurrir en nuestra vida personal que pueden estresarnos y por lo tanto dejarnos expuestos a sufrir una enfermedad son: una separación, enfermedad o lesión física, cambio de salud de un miembro de la familia, adicción y/o alcoholismo (del adolescente o uno de sus vínculos cercanos) y un embarazo.
Las manifestaciones emocionales frente al estrés varían en cada persona, pero las más frecuentes y observables son la inquietud e hiperactividad, por ejemplo, no poder estar quietos al estar estudiando cuando en épocas normales logramos estudiar sin la necesidad de estar en movimiento.
Tristeza y desgano perdiendo el interés por hobbies o intereses que antes disfrutábamos hacer, incluso mostrando desinterés en desarrollar actividades sociales.
Dificultad para concentrarse en especial en relación con los estudios o trabajo que nos encontremos desarrollando y al lograr enfocaros sufrir problemas en nuestra memoria a corto plazo quedándonos en blanco o con olvidos frecuentes.
Además, una irritabilidad constante con la sensación de que siempre estamos enrabiados y enojados, con ganas de llorar sin que incluso sepamos la razón.
Todas estas señales son avisos de nuestra mente y cuerpo de que las exigencias que nos autoimponemos o que permitimos se nos implanten están afectando nuestra salud mental y que es necesario replanteárnoslas.
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