11 de septiembre de 1973: 10 hechos que marcaron el golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende

Los convulsionados 1.000 días de la Unidad Popular tuvieron un abrupto fin tras un pronunciamiento militar protagonizado por las cuatro ramas de las FF.AA.

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El 11 de septiembre de 1973 se vivió uno de las fechas más determinantes de la historia de Chile. Ese día, las Fuerzas Armadas conformadas por la Armada, la Fuerza Aérea, el Cuerpo de Carabineros y el Ejército realizaron un golpe de Estado para derrocar al presidente socialista Salvador Allende y a su gobierno, atacando el Palacio de La Moneda, sede de gobierno, lugar donde el mandatario se suicidó.

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A 50 años de ese hito, a continuación les presentamos 10 hechos que marcaría un antes y un después en la historia de nuestro país durante el siglo XX:

1) El 29 de junio de 1973 el teniente coronel Roberto Souper, comandante del Regimiento Blindado N.º 2, lideró un intento de golpe de Estado contra el gobierno de Salvador Allende conocido como el “Tanquetazo”, debido a que se usaron básicamente tanques y carros de combate pesados.

Si bien la intentona, que dejó un saldo de 22 muertos y una treintena de heridos, fue sofocada con éxito por los soldados leales al entonces comandante en jefe del Ejército, general Carlos Prats, quien por entonces integraba el gabinete de Allende, esta acción militar ayudó a las unidades de inteligencia de las Fuerzas Armadas a medir la capacidad de reacción de la Unidad Popular ante un eventual golpe militar.

El general Augusto Pinochet, de hecho, señaló posteriormente que el fracaso del “Tanquetazo” fue una acción útil para que la izquierda develara sus dispositivos, sus ubicaciones en los edificios y su organización, mientras que el historiador Joaquín Fernandois comentó que “los generales se dieron cuenta de que las fuerzas de izquierda no funcionaban como deberían…Después del ‘Tanquetazo’, la minoría que apoyaba el derrocamiento a Allende pasó a ser mayoría. El alto mando se dio cuenta de que ya no dominaba a sus oficiales. Se estaba perdiendo el mando. Y las Fuerzas Armadas viven de la obediencia”.
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2) El gobierno socialista de Salvador Allende, de declarada vocación reformista y marxista, llegó al poder en 1970 con el proyecto de instaurar el socialismo por la vía democrática y su programa de gobierno contemplaba la construcción de un Estado Popular y una economía planificada, de corte estatal.

El gobierno, para socializar la economía, comenzó un agresivo proceso de expropiación de la banca y cientos de empresas, además de alentar masivas tomas de predios en los campos. Ello, unido a una descontrolada emisión monetaria para paliar el déficit fiscal, desató el desabastecimiento de productos básicos y niveles de inflación jamás vistos, lo que le valió el rechazo de la clase media chilena y gremios como el de los médicos, comerciantes minoristas, camioneros y mineros de El Teniente.

Esta situación, agravada por un enrarecido clima de enfrentamiento político, llevó a que el 22 de agosto de 1973 la Cámara de Diputados aprobara un acuerdo en el que acusaba al gobierno de Salvador Allende de cometer un grave quebrantamiento del Orden Constitucional y legal de la República, lo que para algunos fue una especie de “autorización” o “luz verde” para que se materializa en el corto plazo un golpe de Estado.

3) Antes que se concretara el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 se produjeron una serie de “señales” que muy pocos pocos vieron. Orlando Letelier, canciller de la Unidad Popular, por ejemplo, mantuvo una conversación tres días antes con el general Augusto Pinochet, quien le confidenció que muchos oficiales a su mando le habían dicho que preferían que hubieran 100 mil muertos ahora que un millón después en una potencial guerra civil.
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4) El golpe de Estado de 1973 no fue organizado por el Ejército, sino que por la Marina y la Fuerza Aérea. El sábado 8 de septiembre de 1973, en Valparaíso, el Almirante José Toribio Merino, quien en ese momento era el líder del movimiento insurreccional, se reunió con un grupo de oficiales a quienes les notificó que pronto entrarían en acción. El vicealmirante Patricio Carvajal reveló que la Fuerza Aérea de Chile (FACH), al mando del general Gustavo Leigh, estaba lista para unirse al movimiento, pero que faltaba un apoyo clave: el Ejército.

Por ello, se decidió enviarle al general Gustavo Leigh, Comandante de la FACH, y al general Augusto Pinochet, comandante en Jefe del Ejército, un papel escrito por Merino. El contralmirante Sergio Huidobro y el capitán de navío Ariel González llegaron así a la casa de Pinochet para entregarle el mensaje, que ratificaba el día y la hora del golpe de Estado.

El papel decía lo siguiente: “9 de septiembre de 1973. Gustavo y Augusto: Bajo mi palabra de honor, el día H será el 11 y la H 06.00. Si ustedes no pueden cumplir esta fase con el total de las fuerzas que mandan en Santiago, explíquenlo al reverso. El almirante Huidobro está autorizado para tratar y discutir cualquier tema con ustedes. Les saluda con esperanza y comprensión: Merino”.

En el reverso Merino puso dos recados:

“Gustavo: es la última oportunidad. J.T.”
“Augusto: Si no pones toda la fuerza en Santiago desde el primer momento, no viviremos para ver el futuro. Pepe”.

Leigh y Pinochet, quien despreciaba a Allende, era anticomunista y sería el último comandante en jefe en plegarse al golpe, firmaron el documento. La suerte, a esas alturas, ya estaba echada.
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5) Según la prensa de la época e investigadores como Alan Rouquié, autor del libro “El Estado militar en América Latina (1982), las Fuerzas Armadas chilenas, en la víspera del 11 de septiembre de 1973, se componían de 24. 000 hombres en el Ejército, divididos en 6 regimientos de caballería, 16 de infantería y 1 de artillería; 8.500 hombres en la Fuerza Área para operar 45 aviones de combate, 90 de transporte y 30 helicópteros; 15. 000 efectivos en la Armada con 3 cruceros, 4 destructores y 2 submarinos; y 25. 000 carabineros con armamento de infantería.

6) En la madrugada del 11 de septiembre, la Escuadra, que había zarpado el día anterior para participar supuestamente en unos ejercicios en el marco de la Operación Unitas, reapareció en Valparaíso, mientras las Fuerzas Armadas tomaban el control de toda la ciudad. En Santiago, simultáneamente, personal de Carabineros y del Ejército hacían lo propio, extrañados eso sí de la falta de reacción de los temidos ocho cordones industriales (órganos armados de poder obrero ubicados en la periferia de la ciudad) de la Unidad Popular.

En La Moneda, en tanto, el histórico edificio estuvo custodiado al principio por tanquetas de Carabineros, pero después que se emitiera el primer comunicado de la Junta militar, a las 08.40 hrs., donde se conminaba a Allende a hacer entrega inmediata de su cargo a la Junta de Gobierno (integrada por los jefes supremos de las Fuerzas Armadas: Pinochet, Leigh, Merino y Mendoza), los carabineros comenzaron a retirarse uno por uno, dejando al palacio sin protección oficial.

7) El presidente Salvador Allende, quien había dormido muy poco y se había levantado muy temprano, enterado del movimiento de tropas y de la sublevación de la Armada, se dirigió al Palacio de la Moneda en su automóvil Fiat a las 7:20 am, llegando allí 20 minutos más tarde. Al no poder contactar al Comandante en jefe del Ejército y pensando que el movimiento militar estaba restringido sólo a una parte de las Fuerzas Armadas, Allende comentó: “¡Pobre Pinochet, debe estar preso!”.

El mandatario llegó a La Moneda acompañado de 15 personas, en su mayoría miembros del GAP (agrupación informal de seguridad presidencial con formación guerrillera o militar), vestido con chaqueta de tweed y pantalón marengo. En sus manos llevaba un fusil de asalto Kalashnikov, de fabricación soviética, que le había regalado Fidel Castro. Al poco rato, entraron a La Moneda 23 hombres más, también miembros de la escolta presidencial, armados con fusiles automáticos, dos ametralladoras calibre 30 y tres bazucas.

La última foto con vida del presidente Salvador Allende.

La última foto con vida del presidente Salvador Allende.

8) Salvador Allende, tras percatarse que el movimiento insurreccional era mucho más grave de lo que pensaba, se comunicó con Guillermo Ravest, director de Radio Magallanes, para que lo sacara al aire en lo que sería su último discurso.

A las 09.10 hrs. Allende comenzó su alocución: “Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal a la patria. El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse”, dijo el mandatario en un extracto del discurso.

Los jerarcas y partidarios de la Unidad Popular, especialmente algunos de sus dirigentes más recalcitrantes, como Carlos Altamirano (secretario general del Partido Socialista), quedaron descolocados por las palabras de Allende en su discurso y se molestaron por su tono “ambiguo y desmovilizador”, ya que el presidente no hizo ni la más mínima referencia a la Unidad Popular ni a sus partidos, incluido el PS, en el que Allende militaba desde hace décadas.

El cientista político Daniel Mansuy, al respecto, comentó que Allende “antes de morir deja un veneno y un enigma. Veneno de secreción lenta para los militares y todos quienes los respalden… Luego, el enigma. Muchos de sus camaradas no supieron leer su mensaje. Es más, sus palabras no fueron amables con la Unidad Popular”.
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9) La FACH, la única rama de las FF.AA. chilenas que nunca había participado en un conflicto bélico, tuvo un rol clave en el golpe de Estado de 1973. A las 07.20 hrs. del 11 de septiembre de 1973, cuatro aviones Hawker Hunter, al mando del comandante Mario López Tobar (nombre de combate: Libra), piloto del Avión 1, despegaron desde Concepción hacia Santiago.

La primera misión, vital para garantizar el éxito del golpe, consistió en bombardear cinco antenas de radios oficialistas. Los aviones, después de ejecutar con éxito esta acción, volvieron al aeródromo de Concepción, pero a las 11.45 hrs. regresaron a la capital con una segunda misión: bombardear el palacio de La Moneda con sus cohetes Sura P3.

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El primer disparo contra La Moneda, que perforó su puerta principal, lo hizo el teniente de 24 años Ernesto Amador González Yarra (nombre en clave: Pekín), “famoso por su talento de piloto y certera puntería”, según relataría el comandante Mario López Tobar. El segundo ataque estuvo a cargo de Fernando Rojas Vender (nombre en clave: Rufián), futuro comandante en jefe de la FACH.

Los cohetes Sura P3 disparados por los Hawker Hunter destruyeron el portón norte y los techos del primer piso de La Moneda, el pabellón que separa los patios de Los Cañones y Los Naranjos, el segundo piso del lado sur y la fachada norte del edificio, sin mencionar que los aviones dispararon también sus cañones automáticos Rolls Royce Aden calibre 30 mm.

10) 45 minutos después del bombardeo aéreo, el Ejército inició el ataque al palacio de La Moneda por tierra, usando gases lacrimógenos y rodeando el edificio con 10 tanques. Cuando los soldados derribaron una de las puertas de la sede de gobierno, cerca de las dos y media de la tarde, sus partidarios le gritaron a Allende: “¡Presidente!, ¡el primer piso está tomado por los militares! ¡dicen que deben bajar y rendirse!”.

Allende, desde hacía un tiempo, ya había decidido poner fin a su vida en caso que un golpe de Estado en contra de su gobierno tuviera éxito. Esa drástica decisión había sido criticada acremente por el socialista Carlos Altamirano, quien le recriminó al presidente que aquella era una decisión de dudosa utilidad: “Pero, Salvador” -le dijo Altamirano- “tu muerte es un problema personal. Pero ¿Qué pasa con la Unidad Popular? ¿Qué pasa con el proceso? ¿Qué pasa con el partido? ¿Qué pasa con el pueblo?”.

Tras verse rodeado por los militares en La Moneda, Allende le dijo a sus partidarios: “¡Bajen todos! ¡dejen las armas y bajen! Yo lo haré al último”. El doctor Patricio Guijón, quien bajó junto a los demás para rendirse, pero regresó al lugar donde se encontraba el presidente, relató que vio a Allende poner en su barbilla el fusil AKMS que le había regalado Fidel Castro y dispararse usando “más de un disparo, y menos de una ráfaga”, no sin antes gritar: “¡Allende no se rinde, milicos de mierda!”. allende-gap-400

Si bien durante muchos años se instaló el mito de que Allende había muerto en un enfrentamiento con los militares que entraron en el palacio de La Moneda, un fallo de la Corte Suprema de Chile dictado el 7 de enero de 2014 confirmó que el mandatario se había suicidado.

Según detalló el fallo, Allende se sentó en un sofá, instaló el fusil soviético entre sus piernas y, apoyándolo en su mentón, lo accionó, falleciendo en forma instantánea. “A consecuencia de esta acción, su cuerpo quedó en una posición tal que su cabeza se cargó hacia la derecha e inclinó sobre el tórax. La bóveda craneana tuvo una pérdida importante de masa encefálica, que queda disgregada en el suelo y en el muro ubicado a sus espaldas”, indicó el fallo judicial.

Carlos Altamirano, el ex secretario general de PS que en un discurso pronunciado días antes del golpe había vaticinado que Chile se iba a convertir en un segundo Vietnam, relató que Allende esperaba que “La Moneda fuera su propio ataúd. Era evidente que Salvador había tomado la decisión de morir”.

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