El desastre de Teutoburgo: La tumba de tres legiones de Roma

En septiembre del año 9 d.C. Roma sufrió en un bosque de Germania una de las peores derrotas de su historia.

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Uno de los sueños de Octavio Augusto, el primer emperador de Roma, era extender el naciente imperio a los extremos de Europa. Ya conquistada la Galia y convertida en provincia, deseaba expandir los dominios romanos hasta el río Elba, ocupando la Germania, cuna de tribus salvajes poblada por hombres rubios y belicosos. Y, para ello, nombró como gobernador a Publio Quintilio Varo, el “legatus Augusti pro praetore” que ya tenía experiencia rigiendo otras provincias como África y Siria, aunque Germania constituía un caso muy particular: sus habitantes tenían una organización tribal y su geografía, jalonada por frías ciénagas y espesos bosques, dificultaba la exploración y las tácticas militares típicas de las legiones.
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Para empeorar las cosas, entre los años 4 y 9 d.C. la situación política y militar en Germania entraría en una fase crítica. Un alzamiento rebelde en Panonia -provincia situada en Europa central, entre los Balcanes y el Danubio- había obligado a movilizar a la mayoría de las legiones romanas apostadas en el norte del imperio, dejando sólo tres (las Legio XVII, XVIII y XIX) a Publio Quintilio Varo, el legado o comandante militar y gobernador en territorio germano. Varo, por entonces, ya era definido por algunos romanos como un hombre demasiado confiado, que pensaba que se podía tratar a los germanos como a los sirios, judíos y palestinos.

Varo, en un error que le costaría la vida, creyó poder controlar Germania con la ayuda de Arminio, el príncipe de los queruscos, una de las muchas tribus germanas que habitaban entre los ríos Rin y Elba. Arminio había sido entregado de niño por su familia como rehén a Roma, para asegurar la lealtad de los queruscos, siendo educado como romano, esperando que un día fuera un líder tribal leal al Imperio y que facilitara la integración de su gente. Arminio, en todo caso, ya había dado varias muestras de valor y de lealtad a Roma, y era el mejor aliado posible por su conocimiento del territorio y su autoridad entre los jefes de las demás tribus germanas.

Busto de Arminio, el héroe germano que traicionó a Roma.

Busto de Arminio, el héroe germano que traicionó a Roma.

En el otoño del año 9 d.C. Arminio se presentó ante el gobernador Varo para informarle de la supuesta rebelión de una tribu germana y le aconsejó sofocarla con sus tres legiones y la ayuda de sus tropas auxiliares. Pero, para ello, le comunicó que había que pasar por el espeso bosque de Teutoburgo (cerca de la actual Osnabrück, en la Baja Sajonia, Alemania), una inmensa e infernal espesura que los romanos jamás habían pisado.

Varo, confiando en el príncipe querusco y desoyendo las advertencias de otros líderes de esa tribu –todos parientes de Arminio, por cierto– que le habían dicho que su jefe estaba urdiendo una coalición de pueblos germanos junto al propio para preparar una emboscada traicionera, aceptó la sugerencia de Arminio y se preparó para entrar con sus tres legiones en el bosque de Teutoburgo, cometiendo incluso el error garrafal de no enviar exploradores a reconocer el terreno.

Vista actual del bosque de Teotoburgo, en Alemania.

Vista actual del bosque de Teotoburgo, en Alemania.

Lo que Varo no sabía es que el astuto Arminio había forjado una alianza entre varias tribus germanas para masacrar a las tres legiones de Varo y expulsar a los romanos de Germania. Amplio conocedor de las tácticas y debilidades romanas, Arminio sabía que la gran fortaleza de las legiones romanas radicaba en su capacidad de luchar en formación, para lo cual necesitaban un terreno de combate amplio y plano. Y el bosque de Teutoburgo era exactamente lo contrario: estaba cubierto de arbustos y frondosos árboles, carecía de espacios abiertos, los senderos eran poco visibles y tortuosos y el terreno estaba constantemente enfangado debido a las lluvias.

Arminio se adelantó con la excusa de reunir más tropas, pero en realidad se dispuso a ponerse a la cabeza de las tribus germanas rebeldes. El día 9 de septiembre del año 9 d.C. las legiones XVII, XVIII y XIX, seis cohortes auxiliares, tres alas de caballería y numerosos civiles se internaron en el bosque de Teutoburgo, rumbo a su perdición.

Era una larga columna de varios kilómetros que avanzaba a un ritmo lentísimo debido a la espesura del terreno, por lo que ningún punto tenía una alta concentración de legionarios. Y el suelo era en extremo fangoso, debido a las recientes lluvias y el barro removido por el paso de miles de sandalias y cascos de caballos. “La fuerza romana parecía más una sobrecargada columna civil con una fuerte escolta militar que un ejército”, diría el historiador Kevin Townsend.

Entre los días 9 y 11 de septiembre del 9.d.C se desataría el infierno para las fuerzas de Varo. Los romanos sufrirían una cadena de terribles ataques a manos de un ejército de unos 20 mil a 30 mil bárbaros germanos que se ocultaban en la profundidad del bosque de Teutoburgo, en los árboles y en trincheras disimuladas con tierra y hojarasca, armados con espadas, jabalinas, hachas, lanzas y garrotes, moviéndose ágilmente de un lugar a otro debido a que no usaban armaduras.

Y las legiones, tal como pensaba Arminio, no pudieron moverse para organizarse en una formación cerrada, sufriendo terribles pérdidas. Miles de legionarios fueron atacados con espadas, venablos, hachas y lanzas, mientas cientos se ahogaron en las ciénagas cercanas cuando intentaban buscar refugio.

 

Después de tres días de feroces combates, las tres legiones De Varo serían aniquiladas casi por completo: entre 15.000 y 20.000 soldados murieron en el bosque de Teutoburgo, sin contar a los civiles que los acompañaban, en el mayor desastre militar de la historia romana desde la derrota en la batalla de Carras (53 a.C), ante los partos. Sólo se salvarían del suplicio y de la muerte un centenar de hombres, entre ellos el centurión Casio Querea, quien pasaría a la historia como el asesino de Calígula.

Los legionarios que fueron capturados con vida por los germanos sufrieron atroces suplicios. Les sacaron los ojos, les cortaron manos y lengua y les cosieron la boca, mientras los bárbaros se burlaban de ellos diciéndoles: “Por fin, víbora, has dejado de silbar”. Los tribunos y centuriones no tuvieron mejor suerte. Fueron sacrificados a los dioses paganos de los germanos en altares construidos en el bosque (Hasta el año 2003, en diversas excavaciones arqueológicas, se habían desenterrado en el bosque de Teutoburgo unos 17 mil esqueletos, de los que unos 16 mil eran legionarios o auxiliares, de acuerdo al equipamiento militar que llevaban puesto. No existen datos sobre las bajas germanas, aunque los historiadores contemporáneos estiman que debieron ser unos pocos cientos).

Muchos oficiales romanos, incluyendo al propio Varo, prefirieron quitarse la vida con su propia espada antes que caer en manos de los germanos, quienes acostumbraban sacrificar sus prisioneros a sus dioses. Pero los bárbaros, tras localizar la tumba de Varo y desenterrar su cadáver, despedazaron su cuerpo, le cortaron la cabeza y la enviaron a Roma para desgracia de un Augusto ya anciano que nunca terminó de recuperarse de aquel terrible suceso.

El historiador romano Suetonio, en su obra “Vida de los doce Césares”, relata que el emperador entró en un estado de desesperación y rabia que lo acompañaría el resto de su vida: “Cuentan, por último, que quedó tan consternado que durante varios meses se dejó crecer la barba y los cabellos; que se golpeaba a veces la cabeza contra las puertas gritando: ‘¡Quintili Vare, legiones redde!’ (‘¡Quintilio Varo, devuélveme las legiones!’); y que consideró cada año el día de la derrota como día de dolor y de luto”.

Los romanos, al cabo, harían recaer toda la responsabilidad del desastre del bosque de Teutoburgo sobre Varo, acusándolo de negligente. En las crónicas romanas, de hecho, aquella derrota se conocería como “Clades Variana”, es decir “desastre de Varo”.

La masacre de Teutoburgo tendría un gran impacto en Roma y en el propio emperador, que no olvidaría jamás aquella afrenta. Por ello, dio órdenes de reconquistar Germania y confió el mando al nieto de su hermana, un prometedor general llamado Tiberio Druso César, que por sus éxitos militares sería conocido por la historia con el nombre de “Germánico”. A su lado luchaba el propio hermano de Arminio, que se había criado junto a él en Roma y había permanecido fiel al imperio, ganándose la ciudadanía y un nombre romano: Flavus.

Si bien las fuerzas romanas al mando de Germánico no lograron retomar el control de Germania, sí alcanzaron un objetivo simbólico: el bosque de Teutoburgo, donde dieron sepultura a los soldados romanos caídos. Los germanos, según los relatos de los testigos, habían dejado el campo de batalla tal y como había quedado, como un macabro lugar sagrado. Los romanos se encontraron con una escena dantesca de esqueletos aún cubiertos por sus armaduras, cráneos clavados en los árboles y restos de altares donde los germanos habían sacrificado a los prisioneros.
Teutoburgo campo de batalla

El objetivo final de la incursión romana en Germania era capturar a Arminio y ajusticiarlo. Y aunque no lo lograron, sí apresaron a su esposa Thusnelda -hija de Segestes, el noble querusco que había intentado en vano advertir a Varo de la trampa-, que estaba embarazada. Thusnelda fue llevada a Roma y exhibida en el desfile de la victoria de Germánico en el año 18. Jamás volvió a ver su tierra ni a la familia, en tanto que Tumélico, el hijo de Arminio que ella tuvo en cautiverio, fue entrenado como gladiador en Rávena y murió antes de cumplir los 30 años de edad en un encuentro de gladiadores.

Enfurecido por la pérdida de su esposa embarazada y ante la idea de que su hijo creciera como un prisionero en Roma, Arminio intentó llevar la lucha contra los romanos hasta dentro de las fronteras del imperio, pero en el año 21, a la edad de 37 años, sería asesinado a traición por miembros de su familia política. Fue sucedido por Itálico, hijo de su hermano Flavio, quien al igual que su padre era leal a Roma. De ese modo, el sueño de Arminio de una “Queruscia libre de Roma” desapareció para siempre.

Después del desastre del bosque de Teutoburgo y la pérdida de las insignias imperiales, ninguna legión volvió a llevar jamás sus números en señal de respeto. Además, Augusto decretó que el día del desastre fuera conmemorado con luto en todo el Imperio. En los años 15 y 16 d. C. el mencionado general Germánico, hijo adoptivo del emperador Tiberio, recuperó el águila de la Legio XIX y otra más (no se sabe si correspondía a la de la Legio XVII o la XVIII), mientras que el última águila fue recuperada en el año 41, durante el reinado del emperador Claudio.
EL ORIGEN DE LAS ÁGUILAS IMPERIALES DE LA LEGIÓN ROMANA EN EL BLOG IMPERIO ROMANO DE XAVIER VALDERAS,MINUSVÁLIDOS EN LIBERTAD. ÁGUILA SAGRADA DE ROMA. ESTANDARTE ROMANO.LEGIONES DE ROM (4)

Tras la derrota romana en Teutoburgo, Germania tardaría varias décadas en dejar de ser una amenaza para el imperio romano. El emperador Tiberio, que conocía la guerra en Germania de primera mano, pues había combatido allí en calidad de competente general, estimó al cabo que el proyecto de conquista de Germania era demasiado costoso en términos humanos y económicos, por lo que retiró sus tropas al otro lado del Rin y convirtió a ese río en una frontera fuertemente militarizada, renunciando al objetivo soñado de extender el imperio romano hasta el río Elba. El cronista romano Floro diría que “el resultado de este desastre fue que el Imperio, que no se había detenido en las orillas del océano, se detendría a orillas del río Rin”.

La batalla de Teutoburgo, al cabo, sería recordada en los siglos posteriores como una de las mayores derrotas en toda la historia de Roma. Hoy, en la parte sur de ese bosque, se levanta el “Hermannsdenkmal”, monumento levantado en el siglo XIX en memoria de Arminio (Hermann), cuya figura de 17 metros de altura, puesta sobre un pedestal de 30 metros, aparece levantando su espada victoriosa. La espada tiene la siguiente inscripción: “La unidad alemana, mi fuerza – mi fuerza, el poder de Alemania”.
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