Elvis Presley: Así fue el emotivo abrazo con una niña ciega durante un concierto en 1975

Durante un concierto celebrado en Norfolk (Virginia), el 20 de julio de 1975, ocurrió uno de los momentos más emotivos en la carrera del Rey del Rock.

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Durante un concierto de Elvis Presley celebrado en Norfolk (Virginia), el 20 de julio de 1975, el legendario cantante de voz de oro se enteró de que había una pequeña niña en el salón que estaba enamorada de sus canciones y le pidió a su manager que la subiera al escenario.

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Cuando la niña subió al estrado, Elvis se arrodilló frente a ella.

- ¿Escuché que te gustan mucho mis canciones, cariño? -le preguntó el Rey del Rock.

- Sí, señor. Los escucho todas las noches antes de acostarme -respondió la niña.

En ese momento, Elvis se percató que su pequeña admiradora era ciega.

Lo que sucedió esa noche fue relatado con lujo de detalles por Joaquín José Fernández Domínguez en su blog “Elvis Presley: Un cuaderno musical anotado”, que narró así el emotivo encuentro:

“El 20 de julio de 1975, Elvis estaba dando un concierto en la ciudad de Norfolk (Virginia). Desde la esquina del escenario por la que se movía en un momento del mismo, el cantante pudo ver cómo justo en la esquina opuesta se encontraba de pie una niña pequeña, de unos 5 ó 6 años de edad, con la que, presumiblemente por ser una niña, los cordones de seguridad habían sido especialmente condescendientes. De inmediato, Elvis se dirigió hacia ella cruzando todo el escenario. Al llegar a su proximidad, se agachó y apoyó una rodilla en el suelo para ponerse a su altura”.

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“Fue en ese preciso instante cuando se percató de que la niña era ciega –en concreto, de nacimiento. Profundamente emocionado, sin duda, la abrazó y la estrechó con fuerza contra su cuerpo y, según recuerdan aún los numerosos testigos del hecho, niña y cantante permanecieron abrazados primero y cogidos de la mano después unos dos minutos, tiempo durante el cual Elvis no dejó de hablar a la pequeña, aunque manteniendo alejado el micrófono de su boca de modo que no trascendiese el contenido de sus palabras. Tras besar uno de los pañuelos que solía regalar al público en un ritual recurrente de sus conciertos, acarició suavemente con él la cara y los ojos de la niña. Hecho esto, Elvis retomó su actuación y la inesperada visitante del escenario fue devuelta a su lugar entre el público”.

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“Siendo todo esto tremendamente revelador de la singular dimensión que las apariciones en directo de Presley habían adquirido en el tramo final de su vida, quiero quedarme más bien en estas líneas con el lado profundamente humano del episodio de la niña de Norfolk, con la inmensa emoción que cantante y niña debieron de sentir durante los eternos segundos que duró el abrazo ciego entre sus almas: ceguera inevitablemente permanente en el caso de la niña, que nunca había visto ni vería la imagen física de Elvis pero sí pudo sentir la estrecha cercanía de su cuerpo y de su voz, y ceguera transitoria la de la estrella de rock, que en ese momento no parecía ver con los ojos de su cara sino con los de su corazón, como deja bien a las claras su mirada perdida recogida en la histórica foto de Rosemarie Leech, una mujer que asistía al concierto y que nos legó con su cámara un instante eterno que sólo puede ser medido –con palabras del escritor gallego Manuel Rivas- en ‘unidades de emoción’ ”.

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