Josef Mengele: El sádico médico nazi que murió en la impunidad en Sudamérica
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El doctor Josef Mengele, quien se haría conocido en la historia con el macabro apodo de “El Ángel de la Muerte” (“Todesengel”, en alemán), es considerado uno de los criminales de guerra nazi más sádicos y conocidos del siglo XX, por haber mandado a miles de personas a las cámaras de gas y por sus inhumanos y atroces experimentos médicos cometidos en el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau.
Nacido el 16 de marzo de 1911 en la localidad alemana de Günzburg, como hijo mayor de Karl Mengele, próspero fabricante de herramientas agrícolas, Josef Mengele obtuvo en 1935 un doctorado en Antropología física en la Universidad de Munich. Al año siguiente se licenciaría en Medicina y en 1937 ingresó a las filas del Partido Nacional Socialista Alemán.
Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Mengele serviría en el ejército nazi como oficial médico de las Waffen-SS, cuerpo de combate de élite de las Schutzstaffel (SS) o escuadrones de protección. Tras ser gravemente herido en 1942 y declarado no apto para el combate, sería nombrado en 1943 director médico del Zigeunerfamilienlager -campo de familias gitanas- en el tristemente célebre campo de concentración de Auschwitz-Birkenau.
En ese macabro lugar Mengele se ganaría pronto el apodo de “El Ángel de la Muerte”. Exhibiendo una actitud fría, supuestamente profesional y distante, era uno de los encargados de seleccionar, en sus famosas “rondas” en las rampas de prisioneros, a las personas aptas para el trabajo y las que serían exterminadas en las cámaras de gas.
Interesado en investigar científicamente las escalas del dolor, Mengele también practicó amputaciones y operaciones sin anestesia, provocando además deliberadamente enfermedades como la tuberculosis a los reclusos para estudiar su evolución. Buscando la manera más efectiva de atenuar los efectos del gas mostaza en los soldados, también expuso a decenas de prisioneros a las terribles quemaduras y consecuencias de este peligroso agente químico.
Obsesionado con el uso de gemelos para la investigación médica, Mengele solía buscar entre las barracas de prisioneros a niños judíos y romaníes de esta condición, para efectuar una amplia gama de experimentos que a menudo resultaban letales. También, buscando el modo de que los niños nacieran con los ojos más azules, realizó crueles experimentos con varios reclusos, inyectándoles en los ojos todo tipo de pigmentos y sustancias químicas, lo cual acarreaba la ceguera o múltiples infecciones mortales.
Tras la inminente derrota de la Alemania Nazi y la cercanía del Ejército Rojo, Josef Mengele, quien tenía por entonces 34 años de edad y había sido trasladado al campo de concentración de Gross-Rosen, en la Baja Silesia, escapó hacia el oeste el 17 de enero de 1945, para no caer en manos de las tropas soviéticas. Disfrazado de oficial alemán, sería detenido por el Ejército americano junto a miles de soldados germanos.
Tras la liberación de los presos de guerra, usando el nombre falso de Fritz Hollman, Mengele se las arregló para subirse a un barco y llegar a Génova, donde consiguió un pasaporte con el nombre de Helmut Gregor. Usando esa identidad se embarcó en junio de 1949 en el barco “North King” con rumbo a Buenos Aires, Argentina, llevando una maleta donde llevaba algo de ropa y algunos instrumentos de medicina. Su esposa, Irene Schönbein, no quiso huir con él y optó por quedarse en Alemania con el único hijo del matrimonio, Rolf.
Tras llegar a la capital argentina, Mengele se contactó con varios simpatizantes nazis de origen alemán, como Gerhard Malbranc, gerente del Banco Alemán Transatlántico, y Friedrich Schlottmann, dueño de una empresa textil que había financiado el escape de varios aviadores e ingenieros nazis. De ese modo, Mengele obtuvo un paquete accionario de los Laboratorios Wonder, que elaboraba productos medicinales, y pudo vivir cómodamente en el Hotel Palermo y después en una bonita casa del barrio bonaerense de Florida.
A partir de entonces, el ‘Ángel de la Muerte” pasaría sus días entre Buenos Aires y Bariloche, ciudad ubicada a más de 1.300 kilómetros de la capital argentina, donde Mengele solía reunirse con otros nazis prófugos para recordar los años pasados y planificar negocios.
Echando de menos a su mujer y su hijo, en 1953 Mengele llevó a cabo una acción muy arriesgada. Se presentó en el consulado alemán de Buenos Aires para tramitar un pasaporte alemán usando su nombre real. Y la jugada le salió bien. No sólo consiguió un pasaporte con su nombre verdadero sino que también consiguió que las autoridades argentinas le tramitaran una licencia de conducir. Según detalla el medio Infobae, con su identidad real Mengele “compró” las acciones de Laboratorios Wonder a su falsa identidad de Helmut Gregor, adquiriendo también otro laboratorio, la Fábrica de Drogas Farmacéuticas.
En 1953 Mengele volvería a Alemania para visitar a su esposa y convencerla de radicarse con su hijo en la Argentina, pero Irene se negó e inició incluso los trámites para el divorcio.
De regreso a Buenos Aires, Josef Mengele se dedicaría de lleno a expandir sus negocios en Argentina y Paraguay, buscando nuevos mercados para sus medicamentos y comprando una parte de otra compañía farmacéutica, Frado Farm. En 1956 viajó de vacaciones a Suiza, donde se encontró con su hijo Rolf. En Europa también se puso en contacto con su cuñada Martha, una hermana de Irene que había enviudado, y a la que convenció para que lo acompañara a la Argentina. La desposó en 1958 en Nueva Helvecia, Uruguay, y se instalaron en un cómodo departamento en Buenos Aires.
Por esa época el infame Josef Mengele sería localizado por agentes del Mossad, la agencia de inteligencia de Israel que buscaba a connotados criminales nazis por todo el mundo para juzgarlos. Sin embargo, la suerte lo acompañó. En ese momento los agentes, aunque tenían bajo vigilancia el departamento de Mengele en Buenos Aires, tenían como prioridad número uno la captura de Adolf Eichmann, célebre criminal de guerra que también vivía en Argentina y que estaba acusado de ser uno de los principales organizadores del Holocausto judío en Europa. Eichmann sería capturado en 1960 por los agentes del Mossad, quienes lo sacaron de Argentina drogado y disfrazado de mecánico. Fue llevado a Israel, donde fue juzgado y condenado a morir en la horca en 1962.
Luego que la captura de Eichmann se transformara en una noticia mundial, Josef Mengele se volvió más precavido y ya no volvió a más a su departamento bonaerense. Aprovechando sus negocios en Asunción y por gestiones del Hans-Ulrich Rudel, el mismo ex piloto y oficial de las SS que lo había ayudado a huir de Europa y que se había transformado en consejero del presidente argentino Juan Domingo Perón, Mengele estrecharía contactos con la dictadura del dictador paraguayo Alfredo Stroessner.
En Paraguay Mengele viviría en el Hotel Tirol de Asunción y en una casa ubicada en Hohenau, en las cercanías de la frontera entre la Argentina y Paraguay. Los agentes del Mossad lograron localizarlo de nuevo, pero no pudieron capturarlo, debido a que Mengele era muy cuidadoso y siempre estaba protegido por un grupo de simpatizantes nazis.
Temeroso de ser capturado como Adolf Eichmann, Josef Mengele al final se vería obligado a pasar en los años 70’ a Brasil, país que detestaba porque estaba lleno de negros e indios. Llegó a Sao Paulo usando un pasaporte falso a nombre de Peter Hochbichler, aunque después pasó a llamarse Wolfgang Gerhard.
Gracias a esa fachada, y haciéndose pasar por veterinario o un especialista suizo en cría de ganado, Mengele viviría relativamente tranquilo en Sao Paulo hasta el 7 de febrero de 1979, día en que sufrió un accidente cerebro vascular mortal mientras nadaba frente a la playa paulista de Bertioga. Tenía 68 años.
Josef Mengele sería sepultado en el cementerio brasileño de Nuestra Señora del Rosario, en Embu das Artes. Posteriormente, tras la intercepción de una sospechosa carta enviada por uno de los empleados de la familia Mengele, las autoridades exhumaron sus restos, confirmando su identidad verdadera en 1992 mediante un análisis de ADN.
Hoy, el cráneo y los restos óseos del “Ángel de la Muerte” forman parte de la colección del departamento de Anatomía de la Universidad de Sao Paulo.
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