La Guardia Pretoriana: La historia de la élite del ejército romano

Encargados de proteger y custodiar a los emperadores, en ocasiones terminaron proclamando y deponiendo gobernantes a su antojo.

Guía de: Archivos de la Historia

Una de las unidades militares más poderosas y legendarias de la historia de Roma fue la llamada Guardia Pretoriana, soldados de élite encargados de custodiar y proteger a los emperadores, aunque en sus orígenes, durante la república romana, sólo eran la guardia personal de los comandantes. El nombre “pretoriano”, de hecho, deriva del terminó latín “praetorium” o tienda del comandante.
X7FS3P6JYSLAZI46E2V4N6HXGQ

Según las crónicas romanas, el origen de los pretorianos se remonta al 146 a. C., año en que el cónsul Escipión Emiliano marchó hacia Numancia para combatir a los celtíberos con su ejército y una cohorte formada por quinientos soldados y amigos leales que formaban su escolta personal. Y, dado que acampaban junto al “praetorium” o pretorio, recibieron el nombre de Guardia Pretoriana.

Octavio Augusto, el primer emperador de Roma, sería el encargado de darle forma institucional a la Guardia Pretoriana. Hacia el año 27 o 26 a. C. creó nueve cohortes -que sumaban unos 4.500 soldados- para proteger a toda la familia imperial. Más tarde, en la primera mitad del siglo II d.C., se aumentaría a mil el número de efectivos por cohorte.

El campo ocupado por esta tropa especial desde la época de Tiberio se llamó “castra praetoria” (“campamento pretoriano”), uno de los lugares más altos situados al noreste de Roma. Y su comandante, designado por Augusto, fue denominado prefecto del pretorio. Al mando de la guardia pretoriana había normalmente dos prefectos del pretorio, militares experimentados que por lo general pertenecían a la orden de los caballeros, la clase adinerada que ocupaba importantes cargos en la administración y el ejército romano.
maxresdefault

La guardia pretoriana, como ya se mencionó, era un cuerpo militar de élite dentro del ejército romano. Sus miembros eran reclutados de Italia o las provincias mejor controladas, como la parte central y septentrional de la península itálica y de Hispania, Macedonia y Nórico (territorio entre Austria y Alemania), a fin de garantizar mejor su lealtad. Y, por cierto, debían ser ciudadanos romanos generalmente de clase alta, hijos de patricios o senadores o estar muy recomendados dentro del ejército.

La formación militar de los pretorianos debía ser óptima (se requería, por ejemplo, una excelente forma física y una altura mínima de 1,75 metros). Y su sueldo era tres veces el que cobraban los legionarios normales (a finales del gobierno de Augusto, el sueldo base anual ascendía a unos 3.000 sestercios, mientras que un legionario sólo cobraba 900). Servían durante unos 12 años de servicio, en comparación a los 20 de los legionarios, aunque después de las reformas del siglo I pasaron a estar activos durante 16 años, mientras que el ejército regular lo hacía durante 25 años.
AROZK2RSQQX42UT76Y26Y6YNFM

También disfrutaban de ventajas y prebendas judiciales y fiscales, así como terrenos recibidos en propiedad y libres de impuestos al final de sus días como guardia imperial, sin mencionar que ocasionalmente recibían donativos extraordinarios que los emperadores realizaban a la guardia pretoriana como gesto de agradecimiento por su ascenso al poder, victorias en campañas militares o celebraciones específicas.

La Guardia Pretoriana, por lo general, tanto en el uso diario como en los desfiles, usaba el equipamiento de combate de la época republicana, vale decir casco de bronce, cota de malla y escudo ovalado. Y, como todas las legiones, también tenía un símbolo propio para sus estandartes, que en este caso podía ser un rayo alado, la luna y las estrellas o un escorpión, signo zodiacal del emperador Tiberio.
La-guardia-pretoriana-fragmento

La función primordial de los pretorianos consistía en custodiar y proteger al emperador siempre y en todo lugar, en palacio, en las ceremonias públicas y en sus desplazamientos por la ciudad. Diariamente una cohorte con sus centuriones y tribuno al mando se dirigía desde el campamento pretoriano hasta el Palatino para custodiar la residencia del César. También lo acompañaban en sus marchas hacia la guerra, en la propia guerra y, dado el caso, en el viaje de regreso celebrando la victoria. La Guardia Pretoriana, por ejemplo, fue la que protegió al emperador Tiberio durante su exilio voluntario en la isla de Capri, y custodió a Nerón en su viaje por Grecia y a Adriano en su villa de Tívoli o en sus frecuentes viajes por las provincias del imperio.

Otras tareas menos gratas que los pretorianos fueron añadiendo a su lista oficial de ocupaciones fue realizar funciones de policía secreta, espionaje y misiones clandestinas, entre las que se incluían asesinar a los enemigos de Roma o del propio emperador. También, aprovechando su excelencia de soldados, fueron enviados a la guerra, tal como ocurrió en los tiempos de los emperadores Domiciano y Trajano, cuando lucharon en las guerras que se libraron en Dacia y Mesopotamia, o en los tiempos del emperador Marco Aurelio, que los utilizó militarmente para enfrentar a las tribus germánicas durante su campaña del Danubio.

Después de la muerte del emperador Octavo Augusto, el único emperador que gozó de la lealtad total de los pretorianos, el año 14 d.C. los pretorianos comenzaron a usar su creciente influencia militar sobre las políticas del Imperio. Contrariando sus funciones originales como protectores del máximo dirigente romano, en ocasiones los pretorianos llevaron a cabo rebeliones y conjuras para deponer al emperador y sustituirlo por el candidato que a ellos les convenía, lo que, según el historiador británico Edward Gibbon, autor de “Historia de la Decadencia y Caída del Imperio Romano”, fue una de las causas de la declinación política del imperio más importante de la antigüedad.
6052b471b50b91653af7591d4b0162e1_L

Según los registros históricos, los pretorianos participaron en el asesinato de al menos siete emperadores romanos: Calígula, Galba, Didio Juliano, Caracalla, Heliogábalo, Máximo y Balbino, y elevaron al trono a seis de ellos: Claudio, Otón, Didio Juliano, Alejandro Severo, Gordiano III y Majencio.

No obstante lo anterior, según algunos historiadores, durante los primeros dos siglos de su existencia, la Guardia Pretoriana ejerció una influencia benéfica en el Estado romano, pues los pretorianos se encargaron de deshacerse de aquellos emperadores crueles, débiles y poco populares, mientras que por lo general apoyaron a los justos, enérgicos y populares.

El historiador británico Guy de la Bédoyère comentó al respecto que “se los podía comprar, pero cuando los emperadores eran buenos y tenían gran prestigio, los pretorianos se comportaban. Fue sobre todo en los casos de emperadores incompetentes o vulnerables que los pretorianos cubrían los vacíos con su ambición y se convertían en codiciosos hacedores de reyes. El autoexilio de Tiberio en Capri, el desastroso reinado de Calígula…”.
guardia_pretoriana

El punto más bajo en la historia de la Guardia Pretoriana ocurriría en el año 192, cuando, tras la muerte del emperador Cómodo, los pretorianos pusieron en la máxima magistratura romana a Pértinax, un anciano senador que, una vez que alcanzó el poder, intentó aminorar el poder de la guardia imperial.

Como consecuencia de esa “traición”, Pértinax sería asesinado 87 días después por los mismos pretorianos que lo habían puesto en el trono, los mismos que después literalmente subastaron el cargo de emperador al mejor postor: el nuevo elegido sería el ex cónsul Didio Juliano, cuyo breve reinado de 66 días sería igualmente corto.

El nuevo gobernante romano que sucedería a Didio Juliano sería Septimio Severo, que había sido proclamado emperador por las legiones de Iliria y que convenció al Senado para que decretara la muerte de Juliano. Tras la desaparición de éste, Septimio invitó a los pretorianos a que salieran desarmados del campamento para jurarle fidelidad, pero cuando se presentaron vestidos con sus uniformes de gala los hizo apresar a todos. Y si bien les perdonó la vida, los exilió de Roma. A partir de entonces se reclutó a los pretorianos entre las legiones de frontera.

Tras la batalla del puente Milvio, librada el 28 de octubre del año 312 cerca de uno de los tantos puentes que posee el río Tíber en Roma, el emperador Constantino I salió victorioso y disolvió para siempre a la Guardia Pretoriana, partidaria de su enemigo, Majencio. Este sería el final del legendario cuerpo militar de élite encargado de proteger y escoltar a los emperadores romanos.

Más sobre Archivos de la Historia

Comentarios Deja tu comentario ↓
Ver Comentarios