La notable historia del prisionero que salvó a un bombardero B-17 estadounidense en la II Guerra Mundial

La anécdota es de la nave "Tondelayo", alcanzada por 11 proyectiles.

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El 30 de julio de 1943 más de un centenar de bombarderos B-17 de las Fuerzas Aéreas del Ejército de Estados Unidos, escoltados por 123 cazas P-47 Thunderbolt, se dirigieron hacia los cielos de Alemania y dejaron caer sus bombas sobre la ciudad de Kassel. Uno de esos bombarderos (llamados “fortalezas volantes”) era el B-17G 42-29896, bautizado por su tripulación como “Tondelayo”, que fue duramente castigado por el fuego antiaéreo alemán y los disparos de los cazas germanos.

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Cuando el bombardero B-17 aterrizó en su base en Inglaterra, los mecánicos observaron, estupefactos, que los depósitos de combustible del avión habían sido penetrados por once proyectiles explosivos de 20 mm que quedaron alojados en el interior del aparato sin llegar a estallar.

Aquello, en primera instancia, fue considerado un verdadero milagro. Sin embargo, cuando los once proyectiles fueron enviados a los armeros para su desactivación se descubrió algo inesperado: No tenían carga explosiva. Todos estaban vacíos, menos uno que contenía un mensaje, escrito en un papel cuidadosamente enrollado y en idioma checo. El mensaje decía escuetamente: “Esto es todo lo que podemos hacer por vosotros ahora”.

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La inteligencia militar, tras analizar lo sucedido, concluyó que el mensaje lo había escrito un anónimo prisionero checo reclutado por los alemanes como trabajador esclavo y que, seguramente ayudado por algunos de sus compañeros de trabajo, había saboteado la fabricación de aquellos proyectiles de aviación para que jamás llegaran a explotar.

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