Una de las medidas más radicales implementadas por los nazis tras llegar al poder en Alemania, fue la eutanasia, concebido para matar a personas con discapacidades mentales y físicas, con el propósito de limpiar la raza “aria” de personas consideradas genéticamente defectuosas y que representaban una carga económica para la sociedad.

Paradójicamente, una de estas víctimas fue Aloysia Veit, prima en segundo grado de Adolf Hitler y dos años menor que él, quien fue enviada a la cámara de gas como enferma mental en Hartheim, una institución psiquiátrica de Austria que en realidad era un centro de eutanasia para personas que sufrían trastornos mentales; 18.500 personas fueron asesinadas allí.

De acuerdo a los archivos médicos, Aloysia Veit, bisnieta de la hermana de la abuela paterna de Hitler, sufría de “inestabilidad mental esquizofrénica, impotencia y depresión, distracción, alucinaciones y delirios”. Ella les confesó a los médicos que la perseguían fantasmas y la presencia de una calavera”.

“Pasó la mayor parte del tiempo encadenada a una cama de hierro e incluso pidió en una carta que le proporcionaran veneno para poder suicidarse. “Estoy segura de que bastaría con una pequeña cantidad para liberarme de mi espantosa tortura”, escribió.

Tras ser enviada a Hartheim, Aloysia Veit fue asesinada en una cámara de gas el 6 de diciembre de 1940. Según el historiador norteamericano Timothy Ryback, tenía 49 años cuando murió y fue una de las miles de personas con enfermedades mentales (consideradas infrahumanas por los nazis) asesinadas o esterilizadas en un programa de eutanasia destinado a eliminarlas.

Ryback detalló que esta mujer era bisnieta de la tía abuela de Hitler, su prima segunda, y estaba emparentada con el Führer a través de la familia de su padre, los Schicklgruber. Los Schicklgruber eran cercanos a la familia de Hitler y el padre de Hitler ayudó a conseguirle al padre de Aloisia un trabajo como funcionario público en Viena.

Ryback, historiador estadounidense a cargo del Instituto Obersalzberg de Alemania, detalló que él y su colega Florian Beierl habían encontrado varios “casos de discapacidades físicas o mentales” en la propia familia de Hitler.

Los investigadores comentaron que no está claro si Hitler sabía sobre la condición de Aloisia y su destino, pero la Gestapo, la policía secreta de los nazis, había etiquetado la línea familiar de Aloisia como “descendencia idiota” en un informe secreto de 1944.