Lenin: La impactante última foto que le tomaron antes de morir de sífilis
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Vladimir Ilich Ulianov (1870-1924), mejor conocido como Lenin, es considerado el fundador del régimen comunista soviético. Revolucionario, teórico político y líder del sector bolchevique del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, se convirtió en el principal dirigente de la Revolución de Octubre de 1917, alcanzando en los años siguientes la jefatura del Estado.

Descrito por sus allegados como un hombre seguro de sí mismo y gran táctico y organizador, pero también como un sujeto dogmático, fanático, extremista, intransigente y con escasa tolerancia a la crítica y la disensión, Lenin desplegó una actividad incesante una vez que alcanzó el poder total. Sin embargo, su salud se resentiría debido al estrés de la revolución y la guerra civil rusa. Trabajaba hasta dieciséis horas diarias, padecía insomnio y dolores de cabeza y daba muestras de un gran agotamiento nervioso.
Aquejado por estas dolencias, síntomas de una grave enfermedad, Lenin se iría retirando paulatinamente de la dirección política del Estado soviético, mientras veía cómo sus dos implacables colaboradores -Trotski y Stalin- iniciaban la disputa por la sucesión.
Entre 1921 y 1923 Lenin sufriría tres infartos cerebrales que le dejaron la mitad de su cuerpo paralizado, y lo privaron de la capacidad de hablar y escribir. El 30 de mayo de 1922, en una entrevista privada que sostuvo con Stalin, cuando aún podía comunicarse verbalmente, incluso le solicitó a éste que le facilitara píldoras de cianuro para acabar con su vida, pero Stalin, seguramente para no ser recordado en la historia como el hombre que había ayudado a morir a Lenin, se negó terminantemente a ello.
La última foto conocida de Vladimir Lenin sería tomada a fines de 1923 y muestra al dirigente comunista soviético postrado en una silla de ruedas, con ojos desquiciados, casi totalmente paralizado y completamente mudo. A su lado aparecen su hermana Anna Ilyinichna Yelizarova-Ulyanova y uno de sus doctores, A. M. Kozhevnikov.
Vladimir Lenin moriría a las 18:50 hrs. del 21 de enero de 1924, a la edad de 53 años, en su finca de Gorki, ubicada en las afueras de Moscú. Y si bien el diagnóstico oficial de su muerte estableció que había fallecido como consecuencias de un derrame cerebral y las secuelas de un intento de asesinato en 1918, hoy se especula que en realidad habría muerto debido a los devastadores efectos de la sífilis, enfermedad venérea que habría contraído durante su estancia en París en 1902 tras mantener relaciones sexuales con una prostituta, tal como consignó un “diagnóstico retrospectivo” publicado en el European Journal of Neurology en 2004.

La reputada historiadora británica Helen Rappaport, especialista en la época victoriana y la Rusia revolucionaria, informó que Lenin mostró en los últimos años de su vida muchos síntomas de sífilis y que muchos dirigentes de la jerarquía soviética creían que sufría de esta patología, pero se les prohibió hablar en público y se les amenazó de muerte por la vergüenza que ello causaría.
Asimismo, documentos desclasificados tras la caída de la Unión Soviética, junto con las memorias de los médicos de Lenin, sugieren que el jerarca comunista ya había sido tratado de sífilis a principios del siglo XX. Estos documentos también sugieren que a Alekséi Ivánovich Abrikósov, el patólogo a cargo de su autopsia, se le ordenó probar, bajo amenaza de muerte, que Lenin no había muerto de sífilis. Abrikósov, al cabo, no mencionó la palabra “sífilis” en la autopsia, sin embargo, el daño vascular, la parálisis y otras incapacidades que citó en su informe eran típicas de esta enfermedad.
El fisiólogo ruso Ivan Pavlov, mundialmente célebre por haber formulado el condicionamiento clásico con su “teoría del perro de Pavlov”, afirmó por su parte que conocía a todos los médicos que habían examinado el cadáver de Lenin en 1924 y todos coincidieron en el mismo diagnóstico, es decir, que Lenin sufría de sífilis y había manifestado todos los síntomas de la enfermedad. “La revolución rusa fue hecha por un loco con sífilis del cerebro”, escribió Pavlov al respecto.
Valeri Novosélov, médico en jefe del Centro Gerontológico Científico y Médico de Rusia, quien pasó varios años estudiando los archivos sobre los últimos días de Lenin y las monografías que realizaron varios médicos sobre el tema, también llegó a la misma conclusión: el revolucionario ruso falleció a causa de esa enfermedad venérea. Según detalló Novosélov, uno de los médicos de cabecera de Lenin era Alexéi Kozhevnikov, considerado por entonces el mejor especialista soviético en el tratamiento de la neurosífilis.
Tras su muerte en 1924, la figura de Vladimir Lenin sería objeto de un culto semirreligioso bajo el régimen soviético. Su cuerpo fue embalsamado y expuesto en un mausoleo en la Plaza Roja de Moscú, mientras que la capital donde desarrolló gran parte de su lucha política (San Petersburgo o Petrogrado) cambió su nombre por el de Leningrado.
Curiosamente, en vida Lenin siempre se mostró contrario al culto de la personalidad, por considerarla una práctica patética y aberrante que contradecía los principios mismos del marxismo.
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