Los “knocker-up”: El extraño oficio de quienes golpeaban puertas y ventanas para levantar a la gente

A principios del siglo pasado eran los encargados de evitar que los trabajadores ingleses llegaran tarde a las fábricas.

Guía de: Archivos de la Historia

Antes de que existieran los relojes despertadores y los teléfonos celulares con alarma digital para despertarnos con nuestra melodía favorita, en Inglaterra e Irlanda, durante la Revolución Industrial y las primeras dos décadas del siglo XX, existían los knocker-up, bizarros personajes cuyo oficio era despertar a la gente para que saliera de la cama y llegara a tiempo a sus empleos en las fábricas y talleres industriales.

5a98610c-c47a-4b09-880a-e1ea3fd06a81_1280x720

Como la asistencia puntual de los trabajadores era esencial para mantener funcionando una fábrica o taller, nació el extraño oficio de los knocker-up, eficientes “despertadores humanos” que, por lo general, eran adultos mayores o incluso policías y encargados de encender el alumbrado público a gas.

Estos personajes llegaban hasta la casa de sus clientes en horas de la madrugada, siempre premunidos de dos elementos esenciales: una vara o un palo corto para golpear la puerta o las ventanas de las viviendas en la planta baja; y una vara larga, generalmente de bambú, para golpear las ventanas ubicadas en los pisos altos.

Una de las knocker-up más famosas de Inglaterra sería Mary Smith, una mujer que ganaba seis peniques semanales despertando en la madrugada a los trabajadores que vivían en el barrio del East End de Londres. Smith, al contrario que sus colegas, no usaba un palo ni una vara larga para despertar a sus clientes, sino que una cerbatana, con la cual lanzaba pequeñas piedras, semillas y arvejas para que golpearan en las ventanas, de modo que el ruido despertara a quienes le pagaban su estipendio.

despertadores-humanos-1

La tarifa que cobraban los knocker-up, quienes eran contratados por las empresas o los propios trabajadores, dependía de cuánto tiempo les llevara llegar a la casa del cliente y de la hora acordada: si debían despertarlos antes de las 4 de la mañana cobraban una tarifa más onerosa, pero si lo hacían después de las 6 de la madrugada el precio bajaba.

Más sobre Archivos de la Historia

Comentarios Deja tu comentario ↓
Ver Comentarios