El curioso caso de Michael Packard: Fue tragado por una ballena y sobrevivió para contarlo

En el 2021 un buzo de langostas casi revive la experiencia bíblica de Jonás.

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En junio del 2021 Michael Packard, buceador de langostas de 56 años, salió al mar junto a su compañero de tripulación, frente a la costa de Provincetown, Massachusetts, en los Estados Unidos. Las condiciones meteorológicas eran excelentes, con una visibilidad del agua de varios metros. Sin embargo, a los pocos minutos que Packard saltara del barco con su equipo de buceo al agua, “sintió un enorme golpe y todo se oscureció”.
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Una enorme criatura marina acababa de atrapar a Packard con su inmensa boca y el buzo pensó de inmediato que había sido atacado por uno de los grandes tiburones blancos que nadan en la zona.

“Entonces palpé alrededor y me percaté de que el animal no tenía dientes. Y entonces me di cuenta: ‘Dios mío, estoy en la boca de una ballena y está tratando de tragarme’. Podía sentir a la ballena apretando los músculos de su boca para engullirme. ‘Esto es todo’, concluí, ‘voy a morir’. Pensé de inmediato en mi esposa y en mis dos hijos, de 12 y 15 años”, relataría Michael Packard tiempo después.
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Sin embargo, para suerte del buzo, el enorme Leviatán Marino -en este caso, una enorme ballena jorobada de unas 27 toneladas de peso -, tras no poder masticarlo, al final subió a la superficie, empezó a sacudir la cabeza y lo escupió. El compañero de tripulación de Michael Packard, que había estado escaneando desesperadamente el agua en busca de burbujas reveladoras del respirador de oxígeno del buzo, lo localizó de inmediato y lo arrastró de regreso al bote.

“Estuve en la boca de la ballena durante unos 30 a 40 segundos. Simplemente la ballena, al no poder masticarme, me escupió y terminé de nuevo en el agua. Fui libre y simplemente floté allí. No podía creerlo… Estoy aquí para contarlo”, comentó el buzo.

Tras ser llevado al Hospital Cape Cod, se comprobó que Packard no había sufrido heridas de consideración, salvo una rodilla dislocada. “Tengo moretones por todos lados, pero ningún hueso roto”, dijo en esa oportunidad el buzo.

El increíble caso de este Jonás del siglo XXI trajo a colación el comportamiento de las ballenas jorobadas, criaturas marinas que tienden a alimentarse abriendo bien la boca para tragar la mayor cantidad posible de presas -como peces o krill-, lo que llevó a los científicos marinos a especular que lo que le sucedió a Michael Packard fue, con toda probabilidad, un suceso puramente accidental. Un experto, de hecho, aseguró al medio Cape Cod Times que era prácticamente inaudito que una ballena se tragara a un ser humano.

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