Durante los trágicos y convulsionados días de la Segunda Guerra Mundial, el movimiento de resistencia clandestino más importante en toda la Europa ocupada por la Alemania nazi fue la Resistencia polaca, grupo clandestino de combate integrado tanto por hombres y mujeres polacos -la mayoría de ellos muy jóvenes- que, entre otros logros, consiguieron interrumpir las líneas de suministro alemanas al Frente Oriental, proporcionaron valiosa inteligencia militar a los británicos y salvaron más vidas judías en el Holocausto que cualquier otra organización o gobierno aliado.

La resistencia polaca también se haría conocida por participar, en calidad de efectivos del Armia Krajowa o Ejército Nacional polaco, en el levantamiento de la ciudad de Varsovia en agosto de 1944, una serie de feroces combates entablados entre las fuerzas nazis y los patriotas polacos que dejaría un saldo de casi 10 mil insurrectos muertos, 20 mil heridos, y unos 150 mil civiles fallecidos, la tercera parte como víctimas de las acciones de represalias y de exterminio de los alemanes, quienes a duras penas lograron neutralizar el alzamiento.

Según rezaban los informes alemanes que se emitieron durante el alzamiento, “en Varsovia, los bandidos polacos luchan fanática y encarnizadamente. A pesar del apoyo de varios tipos de armas de las más modernas, después de tres semanas de combates, nuestros resultados son exiguos”.

Hoy, en pleno siglo XXI, aún quedan con vida algunos miembros de la valerosa Resistencia polaca, los cuales accedieron a fotografiarse el año 2021 para contrastar su aspecto actual a cómo lucían cuando eran jóvenes y luchaban desde la clandestinidad, henchidos de fervor patriótico, contra los invasores de su suelo natal:

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