Sergei Krikalev: El cosmonauta que quedó varado en el espacio cuando se desmoronó la Unión Soviética
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El 18 de mayo de 1991 el cosmonauta soviético Sergei Krikalev, un ingeniero mecánico de 33 años que había nacido en Leningrado, partió a bordo de la nave Soyuz para una misión de cinco meses en la estación MIR – símbolo del poderío soviético en la exploración espacial- que orbitaba la Tierra. Junto a él viajaron el también soviético Anatoly Artsebarsky y la británica Helen Sharman, quien regresaría a nuestro planeta a la semana siguiente.
Krikalev, quien había comenzado sus misiones espaciales en 1985, fue lanzado al espacio desde el cosmódromo Baikonur en Kazajistán, la más antigua y mayor base espacial del mundo, situada a 2500 kilómetros de Moscú. El histórico sitio donde la Unión Soviética había aventajado a los Estados Unidos en la carrera espacial, poniendo el primer satélite en órbita, el Sputnik; y había concretado el viaje de la perra Laika, el primer ser vivo lanzado al cosmos; y la misión de Yuri Gagarin, el primer ser humano enviado al espacio en 1961.
La misión de Krikalev, quien por entonces sólo estaba acompañado de su colega Aleksandr Volkov, era más bien rutinaria, pues debía hacer algunas reparaciones y actualizaciones a la estación espacial MIR. Sin embargo, mientras en el silencioso espacio las cosas transcurrían apaciblemente, en la Tierra, la Unión Soviética comenzaba a resquebrajarse rápidamente en varias repúblicas.
Ante la crítica crisis política y económica que enfrentaba una URSS cada día más fragmentada, a Krikalev, quien había formado parte de una misión que no representaba aparentemente mayores complicaciones, se le pidió que permaneciera en el espacio hasta nuevo aviso. Al final, permanecería flotando en el espacio más del doble del tiempo que tenía planeado y sometiendo su cuerpo y su mente a efectos desconocidos.
“Para nosotros fue algo inesperado, no entendíamos lo que pasaba. Con la poca información que nos daban, tratábamos de tener el panorama completo. Mi esposa Teresa, que trabajaba en mi país como radio operadora del programa espacial soviético, también se comunicaba conmigo y me tranquilizaba, pero no estaba autorizada a darme mayores detalles de lo que estaba ocurriendo en la Tierra. Recuerdo que pensé ‘¿Tendré la fuerza suficiente, podré reajustarme a una estadía más larga?’. Tuve mis dudas. Nosotros no queríamos abandonar la estación, pero después supimos que nuestro gobierno tampoco tenía dinero para enviar reemplazos. Nos enterábamos de lo que ocurría gracias a personas de occidente, ya que en ese entonces en la Unión Soviética imperaba la narrativa de ‘todo está bien’ “, recordaría Sergei Krikalev en un documental emitido en 1993 por la BBC.
Según relataría el cosmonauta soviético, en la estación MIR pasaba el tiempo contemplando la Tierra, escuchando la música que ponían su compañero y hablando por radio.

Los dos cosmonautas soviéticos, Sergei Krikalev y Aleksandr Volkov, finalmente regresarían a la Tierra el 25 de marzo de 1992, tras 10 meses en órbita. En total, Krikalev había estado 312 días en el espacio, y le había dado 5.000 vueltas a la Tierra.
“Fue muy placentero regresar, a pesar de la gravedad que teníamos que soportar, nos liberamos de una carga psicológica. No diría que fue un momento de euforia, pero sí fue muy bueno”, diría el cosmonauta.
Sin embargo, la nación con la que se Krikalev encontró era muy diferente a la que había dejado. La Unión Soviética se había dividido en 15 repúblicas, los presidentes habían cambiado e, incluso, su ciudad natal, Leningrado, se había vuelto a llamar San Petersburgo, el nombre que tenía antes de la revolución rusa.
Curiosamente, en aquella época, mientras estaba en el espacio, Krikalev debía servir en la reserva militar, y estuvo a punto de recibir una orden de arresto por deserción, antes de que el ejército se diera cuenta de que su soldado de reserva ni siquiera se encontraba en el planeta.

Su impensada temporada varado en el espacio le valdría a Sergei Krikalev pasar a la historia como “el último ciudadano soviético”, pues cuando despegó al espacio lo hizo siendo un ciudadano de la URSS, pero cuando aterrizó en la tierra lo hizo siendo miembro de la recién formada federación rusa.
Hoy, además de este recordado episodio, Sergei Krikalev -quien sería condecorado con el título de Héroe de la Unión Soviética y la Orden de Lenin, además de ser reconocido como Hijo Ilustre de la ciudad de San Petersburgo- se ganó un lugar especial en la cultura popular porque fue uno de los primeros cosmonautas en usar el radio de la estación MIR para comunicarse desde el espacio con radioaficionados en la Tierra, estableciendo relaciones informales con gente alrededor de todo el mundo.
Además, como si esto no bastara, es veterano de seis vuelos espaciales, sólo después del cosmonauta ruso Guennadi Pádalka, lo que lo convierte en el segundo ser humano que más tiempo ha pasado en el espacio.
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