“USS Indianápolis”: El barco que entregó la bomba atómica y cuya tripulación fue devorada por tiburones

Solo 316 marineros de una dotación de 1.196 sobrevivieron al hundimiento de este crucero pesado al final de la Segunda Guerra Mundial.

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El “USS Indianápolis” fue uno de los 18 cruceros pesados con que contaba la Armada estadounidense al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Tras salvarse del ataque japonés a Pearl Harbour, se destacó en la batalla de la isla de Okinawa, cuando su poderosa artillería preparó el desembarco de los marines norteamericanos. En aquella ocasión, sufrió el impacto de un piloto kamikaze, que dejaría un saldo de nueve marineros muertos y casi una treintena de heridos, además de varios daños materiales en la propia embarcación.
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En julio de 1945, el “USS Indianápolis” recibió una misión ultrasecreta: trasladar desde San Francisco hasta la isla de Tinian, lugar donde se encontraba la base de los bombarderos B-29, las piezas más grandes de la primera bomba atómica que días después los Estados Unidos lanzaría contra Japón en Hiroshima. Se trataba de unas misteriosas cajas de metal forradas de plomo que contenían el núcleo radioactivo de Uranio 235, el corazón destructor del artefacto.

Tras entregar las piezas de la bomba atómica en la isla de Tinian, el “USS Indianápolis” zarparía el 30 de julio de 1945 hacia el golfo Leyte, en las Filipinas. Pero el destino quiso que el crucero se encontrara con el submarino japonés I-58 -a las órdenes de Mochitsura Hashimoto- que le disparó dos torpedos que perforaron su casco. El barco norteamericano se fue a pique en 10 minutos, convirtiéndose así en la última unidad de superficie estadounidense hundida en la Segunda Guerra Mundial.
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Pero el hundimiento del barco sólo sería el preludio de cinco días de absoluto terror para los cerca de 880 hombres que habían logrado sobrevivir al naufragio. A pesar de que el “USS Indianápolis” había enviado varias señales de auxilio antes de hundirse, por alguna razón la Fuerza Naval no tomó en serio esos mensajes, es decir, nadie iba a venir a rescatarlos.

Además, como la rapidez del hundimiento no había dado tiempo a arriar todos los botes salvavidas, la mayoría de los supervivientes quedaron flotando en el agua, desamparados e indefensos, a merced del hambre y la sed. En ese momento, desde las profundidades del océano, comenzó a surgir otro terror bajo el agua: los tiburones oceánicos de puntas blancas.

Los sobrevivientes relatarían que en ese momento la mayoría de los marineros decidieron mantenerse unidos, en grupo, pues consideraban que esa era la mejor defensa contra los escualos. Pero, tras cada nuevo ataque, los rastros de sangre en el agua, los gritos de los heridos y el chapoteo, provocaba que vinieran más tiburones.
USS INDIANAPOLIS - I58 - GUERRA SUBMARINA - BATALLA DEL PACIFICO - TIBURON - TIBURONES - EL FANCINE - ANTENA HISTORIA - CINE BELICO (47)

Loel Dean Cox, un marinero de 19 años de edad del “USS Indianápolis” que estaba de turno en el puente de mando cuando el buque se hundió, en una reciente entrevista concedida al medio BBC recordaría así esos terribles momentos.

“Nos hundimos a la medianoche y vi un tiburón por la mañana cuando salió el sol. Eran grandes. Le juro que algunos tenían 4,5 metros de largo. Estaban continuamente ahí, la mayor parte del tiempo comiéndose los cuerpos de los muertos. Gracias a Dios había mucha gente muerta flotando en el área, pero pronto empezaron a atacar a los vivos. Perdíamos tres o cuatro compañeros cada noche y día. Uno sentía miedo constantemente pues los veía todo el tiempo. A cada rato uno veía sus aletas… una docena, dos decenas en el agua”.

Cox agregó que los tiburones “venían y se tropezaban con uno. A mí me golpearon varias veces: uno nunca sabía cuando iban a atacar. En esa agua clara, uno podía ver a los tiburones merodeando. Y de tanto en tanto, como un rayo, uno nadaba derecho para arriba, cogía a un marinero y se lo llevaba. Uno vino y se llevó al marinero que estaba a mi lado”.

Al cabo, después de cinco días y cinco noches de pesadilla, un avión antisubmarino norteamericano que pasaba por el lugar vio a los marineros flotando y puso en marcha la operación de rescate. Más de 500 marineros habían fallecido como consecuencia del ataque de los escualos, además del hambre y la sed. Sólo 317 hombres de la dotación original de 1.196 marineros sobrevivieron para contarlo.

“Inicialmente pensamos que el primer avión no nos había visto. Pero luego, poco antes del atardecer, un hidroavión grande apareció súbitamente, cambió de dirección y voló sobre el grupo de marineros que flotaba en el agua. Uno de los hombres nos saludaba desde el avión. Fue entonces que se nos salieron las lágrimas, se nos erizó la piel y supimos que estábamos salvados, que nos habían encontrado, al menos. Fue el momento más feliz de mi vida”, relataría el marinero Loel Dean Cox.

Entre los sobrevivientes del USS Indianápolis se encontraba el capitán del barco, el contralmirante Charles Butler McVay, quien sería usado como chivo expiatorio del desastre por las autoridades de la marina estadounidense. Después de un juicio militar, sería sindicado como el responsable de todo lo sucedido. McVay, al cabo, abrumado por el episodio, se suicidaría de un disparo en el jardín de su casa en 1968.

El macabro episodio de los marineros del “USS Indianápolis” devorados por los tiburones sería recordado en la clásica película “Tiburón” (1976), de Steven Spielberg, en la escena en que el cazador de tiburones Quint (encarnado por Robert Shaw), cuenta que él fue de los sobrevivientes del fatídico naufragio de 1945.

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