William Wallace: Así murió el personaje que inspiró la película “Corazón Valiente”
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El 11 de septiembre de 1297, William Wallace (1270-1305), líder de un grupo de patriotas escoceses, propinó a los invasores ingleses una dura derrota en la batalla del puente de Stirling, tomando más tarde la ciudad inglesa de York, el estratégico lugar desde donde salían los ataques británicos hacia tierras escocesas.
Wallace, hijo menor de un terrateniente escocés con una cultura superior a la media, pues sabía hablar gaélico, latín, inglés y francés, se había rebelado contra las fuerzas inglesas del rey Eduardo I apodado “Longskank” (“El Zanquilargo”), tras atacar la guarnición de la villa de Ayr, en el sudoeste de Escocia. Y, desde entonces, se había convertido en un verdadero dolor de cabeza para el monarca inglés, quien deseaba poner a uno de los suyos en el trono de Escocia.
En 1297 William Wallace asaltaría Lanark comandando un grupo de 30 combatientes, dando muerte a su sheriff inglés en el castillo de la ciudad. Según se cuenta, la causa fue que el sheriff había ejecutado a Marion Braidfute, la prometida o joven esposa de Wallace.
Tras dirigir una campaña de saqueo por todo el norte de Inglaterra, Wallace, quien llegaría a gobernar una extensa parte de Escocia reconquistada a los ingleses, regresaría a su país natal para ser armado caballero y único Guardián de Escocia, un honor bastante insólito para alguien que no pertenecía a la nobleza.
Pero su buena estrella no brillaría mucho, Tras ser derrotado en la batalla de Falkirk en 1298, Wallace eludió a sus enemigos hasta el 5 de agosto de 1305, cuando fue traicionado y capturado por el noble John de Menteith (también llamado False Menteith) en Roybroston, cerca de Glasgow. Este noble lo entregó a los soldados ingleses en Westminster Hall el 23 de agosto de 1305. Allí fue acusado por traición y atrocidades contra civiles ingleses en guerra.
William Wallace, por cierto, negó de plano el cargo de traición, argumentando que él siempre había sido un súbdito del rey escocés John Balliol, exiliado en Francia desde 1299. A continuación pronunció el siguiente discurso a sus captores:
“No puedo ser un traidor, porque no le debo lealtad al rey inglés. Él no es mi soberano; nunca recibió mi homenaje; y mientras la vida esté en este cuerpo perseguido, nunca lo recibirá. De los demás cargos de los que me acusan, los confieso libremente todos. Como gobernador de mi país he sido enemigo de sus enemigos; he matado a los ingleses; me he opuesto mortalmente al rey inglés; he asaltado y tomado las ciudades y castillos que injustamente reclamó como suyos.
Si yo o mis soldados hemos saqueado o hecho daño a las casas o ministros de religión, me arrepiento de mi pecado; pero no pediré perdón a Eduardo de Inglaterra.”
Tras ser juzgado y condenado a muerte por traición al rey, los ingleses lo desnudaron y lo arrastraron por Londres, atado de los talones a un caballo desde el Palacio de Westminster hasta Smithfield. Y, siguiendo la costumbre de ejecución de la época para los casos de alta traición, fue ahorcado a una altura que no fuese suficiente para romperle el cuello.
Posteriormente fue descolgado antes de que se ahogase, cortado mientras aún estaba vivo, emasculado y eviscerado; después sus intestinos fueron quemados ante él, antes de ser decapitado y, finalmente, su cuerpo fue desmembrado en cuatro partes.
Sus extremidades serían repartidas por distintas partes de Gran Bretaña y Escocia. Su brazo derecho fue enviado a Newcastle (región inglesa del norte que Wallace asoló entre 1297 y 1298), su brazo izquierdo fue a parar a Berwick, su pie derecho a Perth y su pie izquierdo a Aberdeen, mientras que su cabeza fue ensartada en un poste en el puente de Londres para atemorizar a otros enemigos de Inglaterra. La medida, por cierto, no tuvo el efecto disuasivo deseado.
En 1306 el noble escocés Robert Bruce, antiguo aliado de Wallace que se había conciliado con los ingleses por motivos políticos, volvió a cambiar de bando y reclamó para sí el trono escocés, iniciando una nueva rebelión. El rey inglés Eduardo I moriría al año siguiente, mientras se dirigía a sofocar el nuevo levantamiento, pero Bruce aseguró la independencia de Escocia venciendo a las tropas inglesas del rey Eduardo II –un monarca y estratega muy inferior a su padre– en la batalla de Bannockburn (1314).
Tras su muerte y con el paso de los siglos, William Wallace se convertiría en un héroe nacional en Escocia, obteniendo un estatus icónico mucho más allá de su patria gracias al estreno de la película “Corazón Valiente” (1995), protagonizada y dirigida por Mel Gibson, y ganadora de cinco premios de la Academia (entre ellos el de Mejor Película).
Hoy, una placa conmemorativa se encuentra en una pared del St. Hospital de Bartolomé cerca del sitio de la ejecución de Wallace en Smithfield, Inglaterra, mientras que en Stirling, en el monumento de William Wallace, se encuentra una réplica de su mítica espada, la cual mide más de un metro y medio de longitud.
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