Ayer, domingo, luego de la publicación del testimonio de Fabiola Yáñez, en la noche del sábado, fue día de posicionamiento de políticos y público en general. Las redes sociales fueron, una vez más, el eco de las iras y condescendencias.

Palabras contundentes

“La entrevista de Fabiola no significa nada para los que vimos morir a nuestros familiares y no pudimos velarlos y enterrarlos como se merecían. Disculpen si mi sensibilidad no es la adecuada, pero luché contra el encierro y a mi padre lo perdí por los protocolos de cuarta de ese gobierno de gente repugnante. Perdonen por no sentir lástima por los 21 viajes de placer en flota presidencial de la ex primera dama, mientras cientos de miles de Pymes Argentinas se fundían. Pido disculpas por no empatizar con los 36 mil dólares que el pueblo argentino deberá pagar de su bolsillo para su custodia en España, mientras miles de mujeres en contextos de violencia peores no tienen ese privilegio. Perdón por no aceptar más la hipocresía y mirar para el costado. Dejen de subestimar a nuestro pueblo”, publicó la vicepresidente Victoria Villarruel, en X.

Descreídos de todo

Las palabras de Villarruel, reflejan con certera precisión y urbanidad el sentir de parte de la población ante el vergonzante espectáculo de las desavenencias y violencia intrafamiliar de la ex familia presidencial. Otras voces también plantearon desacuerdos similares, aunque con tal vehemencia que no pueden ser replicados aquí.

A modo de resumen se puede decir que un gran sector de la población descree de los dichos de Fabiola Yáñez. Considera que es posible que fuera golpeada por Fernández, dado el carácter levantisco y violento de él, pero que no es una víctima de la situación, ya que aprovechó las ventajas que se le otorgaron. La señora recibía visitas y servicios durante el tiempo en que la población no podía salir a la calle: Personal Trainer, adiestrador para el perro, manicura, maquilladora, peluquera, y otros servicios.

Viajaba, fuera de la actividad que le correspondiera, a visitar familiares y amigos utilizando el servicio de helicópteros y aviones presidenciales. Organizaba fiestas y reuniones, mostrándose siempre feliz y sonriente en fotos que publicaba en redes, a modo de exposición de sus privilegios.