Terremoto en Japón: la astrología tiene respuestas (1era parte)
- Jimena Zúñiga, ex guía de Astrología y Destino
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El primer lunes de enero de 2011 pude escuchar una entrevista a un buen astrólogo chileno, Cristián Rupaillán, quien además de la carta astral del año, usó el I-Ching para sus predicciones. Recuerdo que él mismo se sorprendió porque este ancestral libro oracular de sabiduría china arrojó el hexagrama 29, denominado “El abismo, agua” y advierte de fuertes peligros. Claro, muchos sabíamos que este año se potencia el fuego, y que hace rato la tierra está remecida, pero lo del agua estaba más anunciado para mediados del año.
A la luz de la tragedia en Japón, resulta interesante recordar este vaticinio, y también es necesario revisar en qué está el cielo 2011. No casualmente justo el día en que este mega desastre ocurría, Urano, el inquietante rey de los cielos, regente de la electricidad, los terremotos, la tecnología, las ideas libertarias y rebeldes, el planeta impredecible por antonomasia, dejaba –después de siete años- los océanos de Piscis para hacer su entrada triunfal a Aries.
¿Y esto qué tiene que ver? Todo, pues los planetas lentos y transpersonales como Urano, Neptuno y Plutón afectan más fuertemente al colectivo y son llamados por algunos “los dioses del cambio”. Y, además, porque hace un rato que estos astros se están “moviendo juntos”, provocando una gran transformación en el mundo que conocemos.
Si miramos la carta astral de este terremoto y tsunami, podemos encontrar respuestas y sentido a lo que toda la humanidad vive en este tiempo, que esta vez le corresponde a Japón noble y dolorosamente encarnar.
El cielo el 11 de marzo en Japón
Antes de analizar la carta es bueno recordar que, dado que Urano cambia de signo cada siete años, la última vez que éste pasó de Piscis a Aries fue en marzo de 1927. ¿Qué pasaba en ese tiempo? Las efemérides hablan de dos grandes terremotos con miles de víctimas precisamente en Japón y China. Tal parece que como humanidad tenemos que repetir vivencias fuertes para decidirnos a cambiar.
Hace unos meses publicamos una nota llamada “Urano entra Aries: el cambio mundial es un hecho”, donde detallamos algunos de los efectos de este aspecto astrológico, pero ahora interpretaremos un poco de la carta del suceso.
Partamos por la cantidad de planetas en Piscis (signo de agua, regente de los océanos) el 11 de marzo:
Quirón (sanador, heridas emocionales) + Marte (acción, guerrero) + Sol (identidad-vitalidad) + Urano (innovación-rebeldía, sorpresa) = Mucha acción en el océano literal, con un dantesco tsunami, y también en el simbólico, pues este signo representa también la psiquis colectiva y la noción de que “todos somos uno”, lo que hacemos afecta al todo y el todo nos afecta a nosotros, con Piscis no hay fronteras, como bien lo explicó en otra nota la astróloga Francisca Maira.
Al igual que en febrero 2010, la posibilidad de hechos positivos o negativos importantes con el agua oceánica estaba potenciada.
Sigamos. La “T Cuadratura” (es el triángulo rojo que aparece en la carta), un emplazamiento de gran tensión, desafío y liberación de energía (dicho en muy breves palabras), entre Plutón (transformación radical y reciclaje), Saturno (orden obligado y aprendizaje) y Júpiter (propósito y esperanza). Estos tres planetas están en tierra, aire y fuego respectivamente, en signos cardinales, signos que movilizan, inician procesos.
Por tanto, una tensa calma reina –y seguirá así hasta el 2015; lo siento, pero tenemos bastante trabajo personal y colectivo por hacer- en el cielo, y nos obligan a liberar viejas pautas que ya no sirven para poder iniciar un ciclo con menos peso en lo personal y mundial.
Pero a este aspecto le sumamos la cuadratura (dificultad, tirantez) entre Urano y Plutón. Ese día se daba entonces una resistencia entre la renovación inusitada del primero y el poder de regeneración del segundo.
Vemos, entonces, que quien tiene un doble protagonismo es Plutón, regente del poder en todas sus formas y de los cambios de raíz que somos capaces de hacer –voluntariamente o no- en la vida. No casualmente éste se encuentra desde fines de 2008 en Capricornio, signo de tierra, muy material. Es decir, Plutón está haciendo un barrido, una gran sacudida, por todo lo material de la humanidad, incluidas, claramente, las economías y el propio suelo o placas terrestres, pues a este astro le gusta hacer limpieza profunda y sacar a la luz todo lo que está rancio y maloliente para que podamos volver a construir sobre bases más genuinas, que nos den un poder real, no basado en el miedo ni en pequeñas ambiciones. No en vano, además de toda la destrucción material producto de la liberación de energía de la Tierra (Capricornio) con el terremoto, están también las consecuencias económicas que recién se asoman con la bolsa japonesa en caída libre.
El poder cae, el ego basado en el consumo y el poder se desploma, por más moderno e inteligente que sea cualquiera de nosotros o cualquier país que se sienta grande, la Tierra, la naturaleza, es más fuerte y sabia que cualquiera, y decide impredeciblemente cuándo derribar lo que ya no nos hace bien.
Y, como si faltaran invitados a esta potente danza astral, tenemos que añadir a la Luna (el colectivo, la masa, el pueblo, y las emociones), en cuadratura con Neptuno (dios del mar, regente de Piscis).
Llegamos hasta aquí en este primer análisis; dejamos lanzadas ya varias reflexiones. En el próximo profundizamos más sobre el sentido de este desastre y lo que viene en este nuevo ciclo de Urano.
(Continuará)
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