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La emoción de manejar un Lamborghini Gallardo

Conducir el modelo LP560-4 de esta afamada marca es una experiencia única. Única por lo intimidante y única por lo inolvidable.

Una de las numerosas cosas que tengo que hacer en este trabajo es probar autos. Y aunque nunca es una pega aburrida, confieso que a veces puede volverse un poco repetitiva. Claro, amenos que lo que toque manejar sean bestias como el Lamborghini Gallardo LP560-4.

Lamborghini-Gallardo

Foto: LUN

Si se quiere pasar inadvertido, éste es el auto equivocado.

Ahí la cosa se vuelve intimidante.

La marca italiana es importada por Momo Import, empresa que sin tener (todavía) la representación oficial, se da maña para traerlos con cuentagotas. Matías Velasco, gerente general de la empresa, prestó el único ejemplar de ésta, una de las versiones más potentes de este modelo, para que algunos medios pudiéramos probarlo.

Aclaro que no se trató de nada extenso, como suelen ser mis pruebas, que tardan no menos de tres días y unos 200 kilómetros de recorrido en promedio. Acá sólo fue una vuelta por la Costanera Norte para ver lo que se podía hacer. Así que como mucho puedo decir que fue una prueba “de contacto”, eufemismo con el que quiero decir que quedé con las ganas de haber tenido el auto más tiempo, pero bueno, tampoco se trata de hacerle kilómetros a un auto que de todos modos ya estaba casi vendido.

Pues bien, lo primero que se puede decir de este Lamborghini Gallardo es que si se quiere pasar inadvertido, se está en el auto equivocado. Es que con su pinta de batimóvil, agazapado contra el suelo, sus líneas feroces y anguladas, no hay forma de que este auto no llame la atención. Ya saliendo del local de Momo Import, en Padre Hurtado con Vitacura, se empezó a notar el efecto público.

Pocos autos me han tocado en los que me sienta más fotografiado y la proliferación de celulares con cámara hizo que en cada esquina dos o tres clicks fueran la norma.

En fin, ya en cuestiones de manejo, la conclusión es que este auto es tan temible como parece. Hay ciertas respuestas del auto que son tan violentas que hacen correr la adrenalina, pero después de un rato puede llegar a ser estresante. Una vez, un experimentado colega, que había sido corredor de autos profesional, me dijo que uno nunca debía ir más allá de sus propios límites y desde entonces me digo a mi mismo que no soy piloto profesional y que tampoco tengo que demostrarle nada a nadie, así que nunca voy más allá del punto que considero mi límite. El problema es que autos como este Lambo hacen que esa frontera aparezca demasiado rápido.

Lamborghini Gallardo

Foto: Lamborghini

El Gallardo tiene una caja manual que no necesita pedal de embrague.

Es decir, se engarza una marcha, se presiona el acelerador y en cosa de segundos estamos en las fronteras de la velocidad legal. Lamborghini afirma que este Gallardo va de 0 a 100 km/h en 3,7 segundos. Yo lo creo, aunque no lo medí. No hay que olvidar que esta bestezuela tiene un motor de 10 cilindros en V, 5,2 litros y 560 caballos de fuerza; y aunque he manejado autos más potentes, no los he manejado más salvajes (tengo alguna duda con el Audi R8 V10, pero esa es otra historia).

Este auto tiene lo que suele llamarse “caja de cambios robotizada”, que es una caja manual que no necesita pedal de embrague. La cuestión es que las marchas se pasan mediante unas clavijas adosadas a la columna de dirección, subiéndolas con la clavija derecha y bajándolas con la izquierda. El problema es que estas clavijas no son solidarias con el volante, así que hay que tener claro que no se pueden pasar marchas mientras se tiene girado mucho el volante.

Además, la caja de cambios tiene cinco programas de funcionamiento: “Normal”, “Sport”, “Corsa”, “Thrust Mode” y “Automático”. La diferencia entre los tres primeros es el régimen al que se cambian las marchas y la velocidad con la que se efectúa el cambio. El “Thrust Mode” sirve para lograr la máxima aceleración saliendo desde la detención.

Las suspensiones fueron una sorpresa. Esperaba que fuera dura, como la de un auto de carrera; pero no, son inesperadamente gentiles con los pasajeros (para ser un deportivo, digamos). Además, tiene un dispositivo para variar su altura, de manera que los lomos de toro no son un problema.

Cuando me bajé del auto para devolverlo, noté la espalda de la camisa mojada por la transpiración. Es que al final del día este auto no permite una conducción relajada: sus prestaciones son tales que invitan a la aceleración, al frenaje, al giro rápido en las curvas. Es un deportivo puro, no un auto de paseo.

Pero bueno, el mío es un trabajo duro, pero alguien tiene que hacerlo.

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