Bajar de peso cuando se tiene obesidad es, ante todo, un beneficio para la salud y el bienestar general. Pero los grandes descensos de peso también cambian el rostro y mejoran la autoestima. Josephine Desgrand es un buen ejemplo de esto.

Cansada de sufrir bullying en la escuela por su sobrepeso, esta joven australiana decidió cambiar su estilo de vida para adelgazar y sentirse más a gusto consigo misma en su graduación.

Para conseguirlo, Desgrand consideró que no tenía que hacer una dieta para adelgazar: había probado varias sin resultados. En cambio, lo que hizo fue modificar sus hábitos alimenticios para lograr un cambio sostenible a largo plazo.

Al comenzar este proceso, tenía 16 años y pesaba 127 kilos. Llevaba una alimentación a base de comida rápida, pizzas, papas fritas y hamburguesas. Además, durante el día solía comer todo tipo de snacks azucarados.

“Siembre había sido regordeta. Mi familia y yo amamos la comida, por lo que siempre había papas fritas y chocolate en la alacena. Pero un día me miré al espejo y había triplicado mi talla. Traté de bajar de peso, pero soy golosa y eso siempre era más fuerte que yo. Me sentía incómoda usando ropa de verano y un día me di cuenta de que necesitaba un cambio, así que empecé a seguir a personas que compartían su proceso de adelgazamiento en Instagram y YouTube”, explicó Josephine Desgrand a The Daily Star.

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La transformación empezó a notarse. Durante dos años, llevó una alimentación baja en carbohidratos y sin azúcares procesados. En su lugar, incorporó azúcares naturales, comida casera, alimentos ricos en proteínas, frutas y nueces. Además, va al gimnasio tres veces por semana para tonificar.

La joven confiesa que tras adelgazar 63 kilos en un año, los mismos que antes la ignoraban ahora la felicitaban por su notable cambio. En Instagram, donde tiene casi 150.000 seguidores, ahora es ella quien inspira a otros a cambiar su estilo de vida por uno más saludable.

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