La vergonzosa paliza que los empleados de seguridad de Cara Delevingne y Margot Robbie propinaron a un camarógrafo es indignante, pero lamentablemente, nada nuevo. En esta parte del mundo son varios los casos extremos, como cuando Diego Maradona corrió a la prensa a los balazos de aire comprimido.  El “Diego” no atravesaba buenos momentos por esos tiempos y lo sufrieron los periodistas, allá por 1994. Y no se trata de cuestiones tercermundistas: James Hetfield no tenía un rifle a mano y optó por cascotazos para deshacerse de reporteros. La RollingStone reflexionó en aquel momento: Y qué querían, el hombre es el líder de la banda más pesada del mundo.

Vamos con cinco casos de resonancia pública (y violenta) frente a las demandas de la prensa:

El primero, y ya que estábamos con Maradona, sigamos con Argentina: en 2013 Justin Bieber suspendió un multitudinario show y se fue de fiesta a un pub. Sus “patovicas” golpearon al fotógrafo Diego Pesoa, que le inició una causa. Bieber partió del país y la justicia le impuso un impedimento para reentrar que le hizo mucha gracia al artista… hasta que otro show apareció en el calendario. Cruzaron un par de papeles y todo solucionado. Conclusión: ni Justin no la justicia argentina tienen demasiado honor.

El segundo ocurrió en el 2007, cuando Jude Law le arrebató a los golpes la cámara a un paparazzi. Fue detenido en la puerta de la mansión de su domicilio. Lo llevaron a declarar a una fiscalía de Marylebone donde todo se solucionó con dinero. Conclusión: la justicia estadounidense no es mucho mejor que la trasandina. Y he aquí un bonustrack: dos años después el actor tuvo un incidente similar con una periodista mujer. Tampoco pasó de allí.

Tercero: Sean Penn fue retratado boxeando a un fotógrafo. El colega de la víctima, Ron Galella, pudo huir y la imagen se hizo pública. Era 1986, el muchacho salía con Madonna y todos querían su exclusiva. Las cosas se pusieron duras cuando, en el mismo año, Sean descubrió a un paparazzi dentro de su cuarto de hotel en Macao, China. Los amigos del actor debieron retener al hombre, que quería arrojar al intruso por la ventana, sin más vueltas. El gobierno chino le abrió dos cosas: una causa por intento de asesinato… y la puerta de un avión, por la que Penn “huyó” del país. Conclusión: la justicia china… uff, no nos pongamos densos.

Cuarto: Alec Baldwin tuvo su altercado tras el parto de su mujer, Hilaria. La joven acaba de dar a luz a Carmen Gabriela y no podía salir del hospital por el hostigamiento de un fotógrafo. Alec lo tomó por sorpresa y le espetó: “¿Qué clase de psicópata enfermo y torcido persigue a una mujer que acaba de salir del hospital luego de tener un bebé?”. No pasó a mayores, por suerte.

Y el quinto caso, y último, con la querida Britney. Su cara quedó retratada para la eternidad, rapada y furiosa, tratando de pegarle con un paraguas verde a los camarógrafos. Lo curioso: hoy en día los paraguas verdes se usan como estandarte de quienes defienden la intimidad de los famosos frente a la prensa. Conclusión y en esta nadie puede estar en desacuerdo: no es solo la justicia, el mundo entero está loco.