La dolorosa historia de Sarah Michelle Gellar: De famosa cazavampiros a una dura enfermedad que la alejó de las luces
Guía de: Celebridades
- Nicolás Chiesa
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Sería imposible terminar un listado de superactrices que parecieron estar en la línea sucesoria de Marilyn Monroe… y desaparecieron poco tiempo después. Sería imposible concluir esa lista tanto como explicar el fenómeno: ¿por qué es que ocurre eso? La respuesta más sencilla para ser bastante obvia: porque los nombres son personas de carne y hueso.
Sarah Michelle Gellar es una más de las superestrellas que, haciendo memoria, dejamos de ver en algún momento de la línea de tiempo (Gracias, Doc Emmet Brown). La última vez que supimos de ella la joven era una megastar en Hollywood, una sexsymbol por su rol en “Crueles Intenciones” y una cazavampiro adorable en “Buffy”. Antes de aquel boom hubo, por supuesto, una historia.
Sarah nació en el estado de Nueva York, el 14 de abril de 1977. Sus padres fueron Rosellen Greenfield y Arthur Gellar, un tradicional matrimonio que comenzó a llevar a su niña de apenas 4 años a todos los castings que había. Ya saben: para infinidad de personas, los medios son una religión insoslayable, un motor y una meta en la vida.
Sarah comenzó a hacer producciones a la edad preescolar, y a los 7 años debutó en cine con “An Invasion of Privacy”. Al año siguiente llegaron “Over the Brooklyn Bridge” y, también, los faltazos a la escuela. Expulsada por no asistir nunca a diversos colegios, Sarah comenzó a cambiar indefinidamente sin poder hacer amiguitos, por la obviedad de lo efímero de los vínculos. Y hablando de estos: su padre desapareció un día de 1984. El hombre se fue, así sin más, y Sarah recién reencontró su nombre en 2001, en una lápida de cementerio.
Con “Sé lo que hicieron el verano pasado” y “Scream 2″ pareció escribirse la prehistoria de lo que sería una senda que Sarah escribiría en el cine de terror en la década siguiente, sobre el final de su fama. Antes, la explosión: “Buffy, la cazavampiros” y el mítico beso con Selma Blair en “Crueles Intenciones”.
Los 2000 la encontraron bajando de exposición y todo aquello tuvo una explicación: “Tengo escoliosis grave. Me la descubrieron en la adolescencia, pero seguro ya la tenía y empeoró con el uso de la mochila. En aquella época éramos tan inconscientes de las modas que la usábamos en un solo hombro. Creo que todas las chicas con las que crecí seguro tienen los mismo”. No era así. La enfermedad siguió su curso agravándose y alejó a Sarah de los focos.
Desde entonces, Sarah vive en familia, con su esposo Freddie Prinze Jr y sus hijos Charlotte y Rocky James. La relación perdura desde 2001 y demuestra que el éxito puede pasar por otro lado: para una niña que fue abandonada por su padre en su tierna infancia, la familia puede ser el refugio y la recompensa ideal.
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