Este sábado por la mañana se conoció la noticia de la muerte de Sean Connery, a los 90 años. El legendario actor británico es recordado como el mejor James Bond del cine, pero a lo largo de su larga y destacada carrera brilló en numerosas películas que lo convirtieron en uno de los más grandes del séptimo arte.

Nacido en una familia de clase trabajadora, tuvo varios trabajos antes de ser actor. Pero, ese porte que lo haría el rostro del espía más famoso fue su puerta de entrada al mundo del entretenimiento. A los 18 años y con casi 1.90 m de altura comenzó a ganar dinero como fisicoculturista y llegó a ser tercero en Mr. Universo 1953.

Por esa época incursionó con pequeños papeles en cine, un trabajo que pronto se convertiría en su pasaje al estrellato. Sin hacer audición, en los años ’60 fue elegido como James Bond. Tenía poca experiencia como actor, pero su atractivo físico y su enorme carisma pudieron más. Algunos tenían dudas porque no era conocido fuera del Reino Unido, pero pronto demostró que no habría otro 007 como él.

Sean Connery como James Bond

Sean Connery debutó como James Bond en la película “El satánico Dr. No” (1962), la primera de la saga en ser llevada al cine. Luego vinieron “A Rusia con amor” (1963), “Goldfinger” (1964), “Operación Trueno” (1965) y “Solo se vive dos veces” (1967). Cinco películas al hilo y un personaje con el que sería identificado por siempre.

En 1969, el actor George Lazenby tomó su lugar, pero Connery regresaría en 1971 para interpretar al espía con licencia para matar en “Los diamantes son eternos”.

En menos de una década, el actor había pasado de ser casi un desconocido a una mega estrella. Los 30.000 dólares que había cobrado por “El satánico Dr. No” pronto ascendieron a 400.000, cuando en 1964 filmó bajo las órdenes de Alfred Hitchcock el clásico “Marnie, la ladrona”.

Junto a Tippi Hedren en “Marnie, la ladrona” (1964)

Convertido en uno de los actores más relevantes de la gran pantalla, Connery intentó dejar atrás al personaje que lo hizo famoso. No fue fácil ni rápido. Pero tras algunos pasos en falso, destacó en “Asesinato en el Expreso de Oriente” (1974) y “El viento y el león” (1975).

Fue recién en los años ’80 cuando logró despegarse por completo de James Bond y construir una nueva etapa en su carrera, marcada por el éxito y variedad de papeles que le dieron reconocimiento entre la crítica.

Primero, aceptó una importante suma para hacer su última aparición como el 007 en “Nunca digas nunca jamás” (1983), película no oficial de la franquicia que fue un éxito y jugó en su título con la promesa previa del actor de no volver a ser James Bond nunca jamás. Esa vez, sin embargo, sí fue la última.

“Nunca digas nunca jamás” (1983) con Kim Basinger como compañera

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En los años siguientes filmó un puñado de sus mejores películas y también de las más exitosas de la era post James Bond. En 1986 participó en “Highlander” y estrenó uno sus trabajos más recordados por el público: “El nombre de la rosa”, esa extraordinaria película basada en la novela homónima de Umberto Eco. Por su papel como el fraile Guillermo de Baskerville obtuvo el premio BAFTA a Mejor Actor.

“El nombre de la rosa” (1986)

Aquel premio fue un anticipo de lo que vendría después. El actor que había entrado al mundo del cine por su atractivo físico y había conquistado a todos como un irresistible agente secreto, estaba logrando lo que pocos: ser reconocido por su talento actoral en películas aclamadas por igual por el público y la crítica.

En 1987 fue uno de los protagonistas de “Los intocables” de Brian de Palma y arrasó: entre otros reconocimientos, se hizo del Óscar al Mejor Actor de Reparto.

“Los intocables” (1987)

Dos años después, se puso en la piel de otro de sus personajes más entrañables y populares: el profesor Henry Jones, padre de Indiana Jones en “La última cruzada”. El carisma que le aportó al personaje se complementó de maravillas con el de Harrison Ford, creando escenas para el recuerdo. Y además, se llevó nominaciones al BAFTA y al Globo de Oro.

“Indiana Jones y la última cruzada” (1989)

Otro gran éxito fue “La caza del Octubre Rojo” de 1990 y un año después apareció en “Robin Hood: Príncipe de los ladrones”, un cameo no acreditado pero que fue celebrado por los espectadores en uno de esos momentos que solo las grandes estrellas pueden dar.

Con un salario que rondaba para entonces los 5 millones de dólares por película, Sean Connery siguió dando lo mejor de sí en films de aventuras, acción y suspenso. Otro rol clásico, sin embargo, lo estaba esperando. En 1995 fue el Rey Arturo en “El primer caballero”.

De vuelta a la acción, protagonizó otra recordada película del género: “La Roca” (1996), en la que su personaje, un ex agente secreto británico, le regaló a los espectadores algunos guiños sobre aquel James Bond que, para la audiencia, aun estaba ahí.

“La emboscada” (1999)

Hacia finales de los ’90, filmó “La emboscada”, recordado film de intriga junto a Catherine Zeta-Jones y se animó a hacer un papel muy diferente en el drama “Descubriendo a Forrester”. A sus 73 años, volvió con un rol de acción en “La liga extraordinaria” (2003).

Con más de cinco décadas de trabajo, en 2005, Sean Connery anunció su retiro. Aunque hizo algunos trabajos de voz posteriores, nunca más apareció en pantalla.

Actor de carácter, héroe de acción, galán inoxidable y caballero de la orden británica: Sir Sean Connery fue todo eso y mucho más. El mundo del cine lo llora y con razón.