Arnold Schwarzenegger es desde hace décadas una de las figuras más icónicas del cine, pero su propia vida bien podría ser el guion de una película. A días de haber cumplido 74 años, repasamos la compleja infancia y adolescencia del actor.

Nacido en Austria en 1947, su padre fue Gustav, un estricto jefe de policía que esperaba que su hijo siguiera sus pasos. Mientras que Aurelia, madre de Arnold, deseaba que estudiara una carrera universitaria, el joven tenía unas aspiraciones que nada tenían que ver con las de sus padres: Quería ser fisicoculturista.

A sus 14 años, su cuarto se llenó de pósters de hombres musculosos, la inspiración que Arnold Schwarzenegger necesitaba para conseguir su meta. Sin embargo, sus padres pensaron que aquellas fotos significaban otra cosa. Creyendo que el adolescente era homosexual, su madre lo llevó al médico.

Su padre, en cambio, optó por aplicar la fuerza: Sometió a su hijo a maltrato físico porque reprobaba sus deseos de dedicarse al fisicoculturismo. El historial de violencia de Gustav, sin embargo, no había comenzado con Arnold.

Aurelia y Gustav Schwarzenegger cuando se casaron.

Gustav Schwarzenegger había sido miembro activo del partido nazi y había desempeñado un papel importante como policía durante la Segunda Guerra Mundial. No fue hasta que se hizo famoso que Arnold supo sobre el pasado de su padre.

A comienzos de los ’90, cuando el tema salió a la luz, el propio actor le pidió al Centro Simon Wiesenthal, dedicado a documentar y registrar víctimas y criminales de guerra durante el Holocausto, que investigara a su padre. Tras conocer los lazos de Gustav con el nazismo, Arnold expresó sentirse avergonzado.

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Cuando su padre murió, en 1972, no asistió a su funeral. Aunque se dijo que fue porque estaba ocupado entrenando, en 2004 Arnold confirmó a “Fortune” que tuvo que ver con el abuso al que había sido sometido en su infancia.

Pero antes de que la fama llegara, el por entonces aspirante a fisicoculturista trabajó con determinación, rozando la obsesión. Entrenaba todos los días y, cuando no podía hacerlo, evitaba mirarse al espejo porque no le gustaba lo que veía.

En 1967 y con solo 20 años, se convirtió en el hombre más joven en ganar el título de Mr. Universo. Aquel triunfo fue el pasaporte hacia una vida impensada.

Mientras seguía compitiendo y trabajando su cuerpo, comenzó a obtener algunos pequeños roles en Hollywood. Además de los músculos, debió perfeccionar su fuerte acento austríaco. En su primera película, “Hércules en Nueva York” (1969), debieron doblar su voz.

“Hércules en Nueva York” (1969), su primer papel en cine.

Tras el éxito de “Conan, el bárbaro” en 1982, llegaría el papel que lo convertiría en la estrella de cine que es hoy: “Terminator” (1984). Consagrado en los años ’90 como uno de los actores más convocantes, en 2003 le dio otro inesperado giro a su vida, cuando se postuló a gobernador de California, completando dos mandatos.

En los últimos años, ya alejado de los cargos públicos, volvió al cine, destacando su regreso a su personaje más famoso en “Terminador: Destino oculto” (2019).

Su vida personal nada tuvo que ver con la de sus padres, pero no por eso estuvo exenta de escándalos. Tras 25 años casado con Maria Shriver, se divorciaron luego de que saliera a la luz que él había tenido un hijo extramatrimonial 14 años atrás, con una empleada doméstica. Ese hijo, Joseph Baena, es quien hoy sigue la pasión de su padre por el fisicoculturismo.

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