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La revancha de Jennifer Lawrence: Infancia infeliz, mentiras patológicas y un apartamento con ratas

La actriz no tuvo una vida sencilla antes de convertirse en una estrella de Hollywood.

Guía de: Cine

Nominada al Óscar a sus 20 años, consagrada actriz a sus 30: Jennifer Lawrence es una de las actrices más exitosas de Hollywood, pero poco se sabe de las penurias que vivió antes de que su nombre fuera conocido.

Jennifer-Lawrence biografia

Nacida en un pequeño pueblo de Kentucky, Estados Unidos, su madre trabajaba en campamentos de verano y su padre era obrero. El dinero no sobraba, pero fue la crianza lo que marcó a fuego la infancia de la actriz.

Hija menor de la familia, Jennifer fue criada como sus dos hermanos mayores, con quien tenía bastantes años de diferencia. Cuando su madre vio lo ruda que era al jugar, le prohibió estar en contacto con otras niñas: temía por la integridad física de sus compañeras.

Ya en la escuela primaria, tuvo la oportunidad de estar en contacto con niños de su edad, pero tampoco fue fácil. Ansiosa e hiperactiva, nadie quería jugar con ella. Se llevaba mejor con los varones y hasta llegó a ser la única mujer en el equipo de hockey masculino de su colegio.

En una entrevista con Vogue, se refirió al tema: “Mi niñez fue infeliz, yo vivía muy ansiosa. De hecho, hasta tuve que ir a un terapeuta porque mis papás ya no sabían qué hacer conmigo. Fue una etapa muy dura. No quiero dar a entender que fui infeliz siempre, pero en mi infancia no la pasé bonito”.

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Además de impedirle jugar con sus compañeras, sus padres manejaban una honestidad quizás demasiado brutal para una niña, cuando le hicieron saber que no estaba en sus planes concebirla. Jennifer Lawrence obtuvo en su casa el apodo de “Plays with fire”, en referencia a que “jugaron con fuego” y se quemaron: “Habían decidido no tener más hijos, pero llegué yo”, explicó la actriz.

La adolescencia no prometía ser más fácil. Ya en la secundaria siguió con problemas para ser aceptada, hecho que graficó muy bien con una cruel anécdota: “Una vez, una compañera de aula me pidió que repartiera las invitaciones para la fiesta de su cumpleaños. Entregué una por una y al final no había ninguna para mí. Le pregunté y me respondió: ‘Es que no estás invitada’”.

Entre la falta de amigos y el singular trato que recibía de sus padres, Jennifer Lawrence fue descubriendo su gusto por la actuación. Acto que había, acto en el que participaba. Desde los 9 años fue encontrando su lugar en obras de teatro escolares y de la iglesia.

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En “Lazos de sangre” (2010), película por la que fue nominada al Óscar por primera vez.

Eso de fingir ser otra persona o vivir otra vida fue una forma de escape para la que resultó tener mucho talento. Pero antes de que Hollywood la convirtiera en una de sus favoritas, Jennifer Lawrence engañó a sus compañeros de secundaria gracias a sus creíbles mentiras.

Esa fue su forma de resguardarse del maltrato: “Me convertí en una mentirosa patológica. Siempre mentía en todo. Si alguien me decía ‘me duele la pierna’, yo le decía ‘a mí me van a amputar la mía la semana que viene’”.  Esto terminó cuando una maestra le expresó su dolor a la madre de Lawrence por la presunta amputación y la mentira quedó al descubierto.

“Primero me hice la desentendida, que no sabía de qué me hablaban. Pero luego me envolví en una manta y tuve que soltar mis mentiras. La miré a mi madre y empecé: ‘Dije que papá tenía un bote, que éramos millonarios, que estabas embarazada, que me iban a amputar las piernas, que esterilizo a perros y a gatos los fines de semana…’”, confesó la actriz años después.

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La suerte comenzó a tocar a su puerta a los 14 años, cuando un cazatalentos le ofreció conseguirle una audición. Pero otra vez mamá Lawrence se interpuso. Le impidió asistir, argumentando que era un engaño y que no llegaría lejos.

Dispuesta a perseguir su sueño, la futura ganadora del Óscar tomó sus cosas y, con 16 años, se mudó a Nueva York. Con apenas unos dólares en el bolsillo y sin ayuda de sus padres, se instaló en un pequeño apartamento sin muebles en el que compartía su día a día -y su comida- con ratas.

Así lo relató a The Sun: “Me criaron las ratas y eso te hace más fuerte. Llegué a un punto en el que literalmente compartía mi comida con ellas. No tenía nada de dinero. Me comían el pan, lo único que tenía, y yo llegaba con hambre, le sacaba el pedacito mordido, y el resto me lo comía”.

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Ganó el Óscar en 2012 por “El lado bueno de las cosas”

Cuando sus padres la visitaron y vieron las pésimas condiciones en las que vivía, decidieron darle algo de apoyo económico, entendiendo que la determinación de su hija por ser actriz iba en serio.

No pasó demasiado tiempo hasta que obtuvo algunos pequeños trabajos en televisión. En 2008, con 18 años, debutó en cine en la cinta “Garden Party”. Solo dos años más tarde, Jennifer Lawrence conseguía su primera nominación al Óscar por “Lazos de sangre” (2010).

En 2011 llegó “X-Men: primera generación” y en 2012, su consagración: protagonizó “Los juegos del hambre” y ganó el Óscar como Mejor Actriz por “El lado bueno de las cosas”.

Hoy, a sus 31 años, las ratas y el rechazo ya no son un problema: su talento para el engaño la ha convertido en estrella.

Actualmente está transitando un importante momento personal: Jennifer Lawrence reaparece en público y muestra su avanzado embarazo por primera vez en un evento

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