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Lincoln: Una nueva lección de Spielberg

Steven Spielberg vuelve a la dirección, en la que quizás se transforme en la mejor película que ha dirigido en su carrera.

El productor y director estadounidense Steven Spielberg tiene el don de, cada cierto tiempoc sorprender con piezas de alta factura y un trabajo delicado, destacable. “Lincoln” cabe dentro de esas obras y brilla no solo por el dedicado estudio de los protagonistas, si no también por el casting que corre muy bien, sobresale un Daniel Day-Lewis haciendo una interpretación magistral de Abraham Lincoln.

El elenco de actores que acompaña a Day-Lewis es encabezado por Sally Field (inolvidable madre de Forest Gump) como Mary Todd Lincoln, la esposa que logró equilibrar los extremos cambios de humor de Lincoln (algo que igual se toca en la cinta); David Strathairn (saga Bourne) en el papel del Secretario de Estado William Seward y conciencia no aplicada del presidente; Joseph Gordon Levitt (Inception, Looper) encarnando al hijo mayor de los Lincoln; Tommy Lee Jones en el papel de Thaddeus Stenvens, republicano conservador y quien tendrá un papel preponderante en la aprobación de  la 13° enmienda; James Spader (Sex, Lies, and Videotape) como el líder del grupo que repartió “trabajos” para ganar votos; entre otros.

La trama recorre los últimos años de vida del 16° presidente de los Estados Unidos y que si bien se enfoca en los esfuerzos de este para aprobar la 13° enmienda de la constitución (aquella que abole la esclavitud bajo todas sus formas), la historia nos muestra también la faceta humana y da un reconocimiento a todos quienes, quizás silenciosamente, trabajaron a su lado durante su último tiempo. La mayor tensión estará en los autocuestionamientos que se hacen los protagonistas y la expresión gráfica de un recorrido que rozaba la línea de la legalidad.

La película es extensa (más de dos horas), pero increíblemente pasa rápido y no por la velocidad del relato. Esto ocurre raramente y es favorecido por escenas que buscan el impacto visual (sin FX), notable escenarios y la cuota de humor justa que lubrica una narración que perfectamente podría agotar al espectador. La cinta tiene muchos minutos destacables y enmarcables; hay que poner atención a los guiños que se le hace a las últimas administraciones del país de norte y los -no menores- recordatorios del desperfilamiento de la democracia. Mención especial a la banda sonora, compuesta por el maestro John Williams y que da el peso y emotividad necesarios al notable relato histórico.

Favorita para el Oscar a mejor película y nominada en otras 11 categorías, siempre las más importantes.

Película recomendable de principio a fin. Un baño de cultura histórica necesario en estos tiempos…

“Al que le quepa el zapato que se lo ponga”.

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