Meg Ryan: La escandalosa infidelidad que acabó con su exitosa carrera
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- Alejandra Sarasqueta
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Meg Ryan
Espera un momento: ¿acaso la carrera de Meg Ryan no se hundió por el exceso de cirugías? Ese desliz estético tuvo que ver, para qué negarlo. Pero no fue esa la verdadera razón por la que la exitosa actriz cayó en desgracia.
Era 1988 y Hollywood daba a luz a una nueva estrella: Meg Ryan, la chica buena que las madres querían como nuera. Cándida y amable, era la muchacha común que enamoraba desde la gran pantalla.
Primero hizo temblar el mundo de Harry en “Cuando Harry conoció a Sally” (1988) y demostró que las chicas buenas también pueden ser osadas si quieren, en medio de un restaurant y a la vista de todos. Eso fue solo el comienzo.
Después vino su inolvidable dupla con Tom Hanks que comenzó en 1990 con “Joe contra el volcán” para culminar en dos de las mejores comedias románticas de aquellos años: “Sintonía de amor” (1993) y “Tienes un e-mail” (1998). La chica buena también supo enamorar a Kevin Kline en “Quiero decirte que te amo” (1995). Entre tanto, la requerida actriz seguía filmando otras películas de menor repercusión.
Meg Ryan era la reina de pantalla grande, la Doris Day de esta generación. Pero Hollywood no sería Hollywood si la vida privada no fuera parte del entretenimiento. La chica favorita Estados Unidos se había casado en 1991 con el actor Dennis Quaid, con quien tuvo un hijo. Todo encajaba, todo era como debía ser: Meg era una buena mujer, casada y madre de familia que contaba historias románticas para volver a tener fe en el amor.
El cambio de década actuó como bisagra en su carrera y en su vida. Y lo que pasó estuvo lejos de ser un ingenuo romance. En 2000 filmó “Prueba de vida” junto a Russell Crowe, pero a nadie le importó lo que vio en la gran pantalla porque la verdadera historia sucedía detrás de escena: Meg Ryan mantenía un romance con Crowe. La aventura la llevó a divorciarse de Dennis Quaid.
La infidelidad del año no solo acabó con un largo matrimonio, también hizo trizas la imagen de la actriz, enterrando para siempre ese estereotipo con el que todos la asociaban y que había conquistado a medio mundo desde la gran pantalla. Porque la apariencia -no solo física- es quien manda en un mundo que vive de la imagen.
Hace unos meses, en Vanity Fair, Guillermo Alonso analizó lo sucedido y dio con las palabras justas para sintetizar lo que pasó: “La sensación era que Meg Ryan no había engañado a su marido, sino a Estados Unidos. Traición a la patria. La novia de América fornicando con un australiano [sic, es neozelandés].”
En 2001, Ryan volvió a la comedia romántica con “Kate and Leopold”, pero lejos estuvo de ser un gran éxito. Lo siguiente no tuvo mayor trascendencia. En 2015 debutó como directora con el film “Ithaca” y también se puso delante de la pantalla para compartir escenas con su hijo Ryan Quad y con su eterno compañero, Tom Hanks. La película pasó desapercibida y la crítica fue lapidaria.
Entre 1990 y 2000 filmó 17 películas. Entre 2001 y 2016, solo 10. No fueron solo las cirugías, fue el precio de una infidelidad que nadie le perdonó.
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