Columna de Álvaro Lois sobre MasterChef Junior Chile: Cuando los niños refrescan la cocina
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Un pequeño mundo culinario con 39 habitantes: 35 participantes, tres jueces y una animadora, que refleja en pantalla las expresiones de honestos niños con el sueño cumplido, lo mejor de sus cortas vidas, la plenitud máxima, el logro esperado, la meta alcanzada entre más de 10.000 postulantes.
MasterChef Junior nuevamente establece un programa bien hecho, un casting preciso y exhaustivo que da en el clavo con la teleaudiencia, en esto Sergio Nakasone y su equipo son maestros, una apertura lúdica, en la cual paralelamente gente grave en redes sociales estaba preocupada por la frágil seguridad al eludir los controles de acceso de canal 13, otros preocupados porque los niños hablan como “cuicos”, manifestando que todos son de Santiago y ninguno de regiones (parece que no vieron el programa, porque de los que me acuerdo un participante es de La Serena, otro de Rancagua y Litueche), otros comparando la ignorancia culinaria adulta en comparación a la maestría infantil en el área gastronómica y muchos que les molesta la espontaneidad o alegría exacerbada de los niños en torno a los fuegos.
El juez Yann Yvin, que fue rudo y certero con sus juicios, en ocasiones hasta inquisidor y que hacía que los adultos se sintieran humillados por unas cuantas verdades, fue el más cercano en el primer capítulo, contenedor y honesto en sus emociones.
Chris Carpentier continúa en su rol de chef animador, no veo variaciones en comparación a la versión adulta anterior, lo mismo con Ennio Carota, los juicios son claros, con ejemplos que ayudan a evolucionar y otorgar seguridad en los niños, la animación de Diana Bolocco es precisa, cumpliendo con los compromisos contractuales del canal.
Es importante destacar que el nivel demostrado por los niños, independiente a que han sido capacitados con anterioridad en dependencias del canal, es considerablemente mayor a la segunda versión de adultos, los niños tienen más claro qué hacer, sus apreciaciones son claras, ojalá ya fuesen adultos para contratarlos y proponerlos para jefes de partida en varias cocinas profesionales de nuestro país. Emociona ver su amplia visión para cocinar, planifican y logran los objetivos con maestría, son honestos en sus comentarios y motivación para lograr la valiosa “cuchara de palo”, se emocionan como todo niño cuando han logrado algo o reciben una negativa para recibir el utensilio de madera.
Estéticamente el programa nuevamente es atractivo, con una banda sonora exacta, generando en el televidente la emoción y tensión que debe tener todo programa de televisión, lo mejor de todo es que ayuda y suma, aumenta las expectativas de toda persona a saber de cocina, un tema transversal y atractivo para todo tipo de audiencia.
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