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Colo Colo: Como en 1979, un paso gigante al título bajo la lluvia

El superclásico del fútbol chileno dejó al Cacique con tres puntos de ventaja cuando quedan cuatro fechas. El premio fue para el equipo que no renunció al ataque pese a todo.

Se jugaban los descuentos. Parecía todo perdido. Pero en el último centro al área, la cabeza de Javier Cámpora puso el 2-2 final, sacando un empate que se celebró con todo, más allá que las imágenes de televisión mostraran el off side de Cámpora en la jugada, que ningún jugador de la U o su cuerpo técnico vieron en el momento, al igual que el guardalínea, hasta que alguien de la prensa les dijo y ahí empezó la teoría del “robo”.

Cámpora

Foto: El Mercurio

Cámpora celebra su polémico gol, que le permitió al equipo albo rescatar un punto en el súper clásico.

Fue un “Clásico” extraño. Bajo la lluvia, con cuatro goles de pelota detenida, sin figuras claras, pero celebrado por toda la parcialidad de Colo Colo al ser tan emocionante.

¿Da para celebrar tanto? Quizás. Se ha quedado a tres puntos de Universidad Católica, que en cualquier momento puede sumarse a la pelea por el título. La preocupación en Diego Cagna debe ir por varios puntos no resueltos.

En primer término, la pésima marca en los centros.  No puede ser que dos goles de cabeza en el área sean marcados con tanta facilidad. En el primero, Andrés Scotti llega tarde y hasta es obstaculizado por Diego Rivarola, facilitando todo para el cabezazo limpio de Juan González. En el segundo, lo peor: en el área chica, Rodríguez cabeceando solo, ya que toda la defensa alba esperaba el centro pasado.

En segundo lugar, el nivel de juego colectivo. Desde el partido contra Palestino, cuando se ganó en los últimos minutos jugando mal, que Colo Colo no ha mostrado un partido que convenza. Son más chispazos, alardes individuales, golpes de suerte y de amor propio los que han permitido mantener en la punta sin ganar desde entonces, pero es muy poco si se espera salir campeón. A este ritmo, la estrella se puede entorpecer en partidos “fáciles” para la hinchada, olvidando que con este nivel de juego no hay superioridad clara sobre los rivales.

Tercero, el problema de los suplentes. Lo de Gino Clara fue decidor: ¿cómo se envía como titular a un jugador que no había entrado nunca como tal en todo el torneo, en el partido más apretado? Resultado predecible: fue de los peores en la cancha. Y Magalhaes se veía desubicado.

Cuarto, la disciplina. La expulsión de Miralles fue infantil, la de Scotti (muy lento toda la tarde) fue producto de una mala jugada y la reacción de Sanhueza al ser sustituido demuestran que es algo a trabajar.

Pero lo positivo fue el nivel de Millar (que mientras le duró el físico, fue el verdadero armador del Cacique), de Sebastián Toro (figura en la defensa), de Lucas Wilchez (el agente ofensivo de mayor movilidad) y un buen partido de Macnelly Torres. No brillante lo del colombiano, pero al menos rescatable, donde todavía le falta encontrar delanteros que se muestren de mejor manera para sus pases.

Albos-clásico

Foto: El Mercurio

La algarabía alba por el empate fue justificable por lo que costó el empate y por lo que puede significar este punto en la definición del campeonato.

Y si hay tanto problema, ¿por qué empató Colo Colo? Y aquí hay que decir algo: porque fue el equipo que de verdad salió a buscar el arco contrario. Los hinchas de la U deberán buscar una explicación al hecho que su técnico a los 6 minutos de haber marcado el 2-1 hace un cambio con intención de cuidar el resultado, que haya sacado a Marino en su primer partido decente que ha tenido en Chile y otra serie de cosas, pero ayer se vio algo impresentable: cuando faltaban entre diez a cinco minutos, la banca de Universidad de Chile ordenó a los pasapelotas esconder los balones para demorar el juego. En la primera rueda, Colo Colo iba ganando 1-0 en el Monumental y jamás se vio eso. Lo mismo pueden decir los jugadores de Universidad Católica. Y uno que pensaba que este tipo de cosas se habían acabado con Estudiantes de La Plata e Independiente de Avellaneda en los años 60’s y 70’s.

Ese simple hecho muestra dos cuestiones: que los clubes grandes deben serlo siempre (y por eso hay uno más grande que otro), y que mientras Colo Colo buscaba el arco rival, Universidad de Chile (teniendo un hombre más) solo defendía el propio.

Por eso, el empate terminó premiando a un equipo que tiene muchas falencias, pero que no se olvida de lo más importante: que se gana con goles en el arco del frente.

En 1979, a pocas fechas del final el Estadio Nacional vio un 2-0 bajo la lluvia sobre la U que dejó virtualmente campeón al albo en esa temporada. Lo de ayer puede ser el inicio de repetir lo que ya parece rutina: poner otra estrella en el banderín.

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