¿Cómo puede afectar el estrés a tu rendimiento diario? Un fenómeno que es necesario entender
- Humberto Almonacid, ex guía de Crecimiento Personal
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Hace un par de semanas encontré un post que hablaba sobre unas estadísticas del instituto del estrés de los Estados Unidos, las cuales indicaban que ese país pierde al año más de 300.000 millones de dólares a causa de la incapacidad de gestionar el estrés de sus habitantes, y como bien te he contado en entradas anteriores, en mis actividades diarias me dedico a mejorar las productividad y el bienestar de organizaciones y personas, por lo que consideré pertinente compartir contigo algunas cosas que he aprendido en los últimos 9 años acerca de cómo funciona el mecanismo de estrés, para que tengas la posibilidad de reconocer sus efectos positivos y negativos, para ponerlo en práctica en tu vida.
Primero que todo, el estrés en general ha ayudado al ser humano durante toda su existencia a detectar peligros y disparar nuestro mecanismo de defensa para protegernos. El elemento principal que se encarga de hacer esto se llama amígdala cerebral que se encuentra específicamente en nuestro cerebro en una zona llamada sistema límbico y funciona como un termómetro emocional, evaluando el impacto de los estímulos externos que recibimos a diario.
Cada vez que nos vemos enfrentados a una situación particular, la amígdala compara con una base emocional que depende de cada persona y dispara neurotransmisores y hormonas como la adrenalina, noradrenalina y cortisol que son quienes preparan al cuerpo para paralizarse, atacar o huir. Puedes sentir estas hormonas en tu cuerpo cuando te preparas para hacer algo excitante como saltar en paracaídas, participar en una competencia deportiva, emprender algo nuevo o desconocido y también, cuando sientes algún peligro cerca, como cuando te ladra un perro, oyes ruidos en el primer piso de tu casa o un auto esta a punto de atropellarte.
Cuando estas cansado y tienes mucho trabajo, el mecanismo comienza a dispararse ante cualquier estímulo que tu mente pueda reconocer como una agresión o ataque, ya que con el agotamiento físico, la vía superior o neocortex, que es nuestra parte racional, baja la guardia, dejando espacio para que la vía inferior o parte emocional, haga de las suyas. Es por lo mismo que a veces, cuando estás pasando por períodos de alto estrés te dejas llevar por tus emociones más que por la razón, actuando de manera irracional, arrepintiéndote de ello más tarde.
Ahora te invito a revisar este modelo, que adapté de manera personal, considerando algo llamado “Ley de Yerkes-Dodson”, que relaciona el nivel de estrés con el rendimiento y algo llamado “Flow”, desarrollado por el jefe del departamento de psicología de la Universidad de Chicago Mihály Csíkszentmihályi, que explica el fenómeno que ocurre en las personas cuando alcanzan su zona de máximo rendimiento, también relacionado con estados de felicidad perdurables en el tiempo.
Aquí se pueden ver claramente dos regiones, la primera de ellas es la zona del eustrés, que corresponde al estrés positivo donde el pensamiento, la emoción y la sensación parecen organizarse para proporcionar un efecto general de alegría, satisfacción y energía vital. Este tipo de estrés puede ser muy útil si tienes un trabajo donde estas constantemente tomando decisiones, ya que con práctica, tu neocortex cerebral (razón) puede ayudarte a tomar la mejor decisión con la información disponible, obteniendo mejores resultados, manteniendo controlados los efectos negativos de la amígdala cerebral.
Si descansas suficiente, te alimentas bien en las horas adecuadas, tomas agua, prácticas deporte, meditas, utilizas visualización positiva y mantienes buenas relaciones sociales, puedes entrar en algo que se llama “la zona”, es el punto máximo de rendimiento con un nivel de estrés bajo control. También se le conoce como entrar en “flujo” donde el mundo a tu alrededor pareciera ir más lento, alcanzado una perspectiva más amplia de todo lo que ocurre a tu alrededor, de seguro lo has sentido alguna vez, es un estado de consciencia donde te sientes capaz de enfrentar cualquier desafío por muy difícil que este parezca.
Es la zona donde la proactividad es el modelo que predomina, se necesita eso sí, que otros neurotransmisores y hormonas estén en niveles óptimos tales como la oxitocina (hormona del amor), serotonina (hormona de la felicidad), melatonina (hormona del sueño), acetilcolina (hormona de la memoria) y la dopamina (hormona del placer). Esta zona es de tensión, es decir listo para actuar en cualquier momento al igual que un resorte.
Lamentablemente, la mayoría de las personas que entran en “la zona” pasan a sentirse demasiado seguros de sí mismas, olvidan por completo que el cuerpo humano es una máquina muy delicada y que necesita de sus horas de descanso, alimentación equilibrada y cuidados necesarios desde el punto de vista espiritual y emocional, atravesando la delgada línea del límite de estrés hacia la zona de distrés. Comienzan a alimentarse mal y a deshoras, no descansan cuando deben hacerlo, cambian el deporte por largas jornadas de trabajo, dejan de lado su vida social, caen en la victimización y falta de control de sus vidas, llegando incluso a sufrir de cuadros depresivos.
Es en este punto, donde producto de lo anterior, bajan todos los neurotransmisores buenos y aumenta peligrosamente la hormona llamada cortisol, tomando en cuenta que una gran concentración de ella en nuestro organismo puede generar muchos trastornos, tales como; envejecer el cuerpo entre 9-17 años, afectar al sistema inmunológico, aumentar o disminuir la presión sanguínea, provocar la aparición de alergias, aumentar el colesterol, aumentar la glicemia, modificar el metabolismo, ocasionar trastornos del sueño como insomnio o somnolencia, favorece la aparición de lupus y esta relacionado con la aparición de varios tipos de cáncer. Esta zona es claramente de presión, sin posibilidad de actuar por un exceso de esfuerzo con relación a la carga.
Por eso es tan importante aprender a gestionar nuestras emociones para mantener bajo control el estrés malo o distrés, ya que según estudios que se han estado realizando en Europa y los Estados Unidos, existen algunos tipos de cáncer que podrían relacionarse a cuadros de estrés crónico.
Para finalizar te cuento que podemos encontrar estresores emocionales, como la rabia, el enojo, ansiedad, miedo, terror; estresores químicos, como deshidratación, deficiencias nutricionales, infecciones, alcohol, cigarrillo, drogas farmacéuticas, vacunas, algunos alimentos y estresores estructurales, como sobrepeso, sedentarismo, exceso de ejercicio, además de mantener una posición de trabajo inadecuada y prolongada.
Lo importante para hoy es que sepas reconocer en qué etapa de la curva estás, para que puedas tomar las medidas necesarias, si tienes dudas, aquí dejo algunas recomendaciones; recuerda dormir bien durante los períodos de alta exigencia, hacer ejercicio por 30 minutos a lo menos tres veces a la semana, alimentarte de manera saludable y tomar por lo menos 35 cc de agua por cada kilo de peso al día. Espero que esta información pueda se de ayuda para que aprendas como lidiar con el estrés. Nos vemos en la próxima entrada.
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