Niños perdidos en India: La dramática realidad detrás de la película “Lion”
- Carolina Disegni, ex Guía de Cultura India
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Entre 70 mil y 80 mil niños desaparecen cada año en India, según los reportes de la Oficina Nacional de Registro de Crímenes de ese país. Una cifra escalofriante incluso para un país tan poblado como India.
En 2015, según el mismo registro, 73.597 niños se reportaron como ausentes de su hogar. “Es una realidad que en India parece ir en aumento y se estima que aproximadamente el 50% de esos niños no son encontrados y nunca más vuelven a casa”, infirmó la ministra para el Desarrollo de Mujeres y Niños, Maneka Gandhi.
Para abordar la temática, el Gobierno lanzó en 2015 un sitio web para encontrar niños perdidos, bautizado como Khoya Paya, Perdidos y Encontrados, en español, que busca sensibilizar a la ciudadanía para denunciar y hacerse cargo si son testigos de este tipo de casos.
Pero aun así el problema no se ha logrado frenar. La media estadística muestra que todavía se pierden prácticamente 8 niños por cada hora en India y las autoridades no han logrado detener ese reloj.
Los reportes muestran que muchos niños que huyen de sus hogares, escapando del maltrato. Sin embargo, la mayoría de los desaparecidos son secuestrados para luego ser explotados y abusados.
El tráfico de niños se ha convertido en un negocio en India. La explotación sexual, el tráfico de órganos o el trabajo como esclavos son realidades que los niños desaparecidos enfrentan día a día.
La historia detrás de “Lion”
Aunque la película “Lion” (Un camino a casa, en castellano) no consiguió ninguna estatuilla en los últimos Premios Oscar, de las seis nominaciones; en las categorías Mejor Película; mejor Guión Adaptado; Actor Secundario para Dev Patel; Actriz Secundaria para Nicole Kidman; Mejor Fotografía; y Banda Sonora Original; logró visibilizar a nivel mundial una realidad mucho más cruda que la historia que narra.
Saroo Brierley, con apenas cinco años, se perdió en un terminal de trenes, siguiendo a su hermano mayor Guddu al trabajo. Un sueño muy profundo lo llevó a vivir una pesadilla en la que fue a dar a miles de kilómetros de su hogar, a las calles de Calcuta, sin conocer el idioma, ni poder explicar dónde quedaba su hogar.
El pequeño tampoco sabía cuál era el nombre de su madre, que trabajaba precariamente cargando piedras y no sabía leer ni escribir.
Saroo probablemente vivió más en cinco años que muchas personas en toda una vida. En su libro “Un largo camino a casa” (2015), donde relata su historia, cuenta que “sobreviví comiendo sobras que encontraba en el suelo y por suerte había muchos grifos para beber. No era una vida muy distinta a la que ya conocía, porque mi familia era muy pobre. Pero tenía miedo. Al abrirme paso por la orilla del río Hugli me topé, horrorizado, con dos cadáveres tirados entre montones de basura; uno estaba degollado y al otro le habían rebanado las orejas”.
Después de diferentes periplos, fue a dar a un orfanato y luego fue adoptado por una familia australiana que le entregó estabilidad emocional. “Mi madre adoptiva decoró mi cuarto con un mapa de India, lo colgó al lado de mi cama. Me levantaba cada mañana viendo ese mapa y era la manera de mantener ese recuerdo vivo”, añade.
A los 20 años ingresó a la Universidad y con la ayuda de sus nuevos amigos, inmigrantes indios que conocían bien el país; y la de su novia Lisa y sus padres adoptivos; consiguió localizar la estación en la que se perdió.
Calculando la velocidad de los trenes y las 14 horas que había viajado fue cerrando el círculo hasta reconocer el paisaje de su infancia: “Tras cinco años navegando con Google Earth, encontré Ganesh Talai, la zona donde yo vivía de niño”.
“Mi madre nunca dejó de rezar por mi regreso, visitó a muchos sacerdotes y guías espirituales de la comunidad en busca de ayuda y orientación. Todos ellos le aseguraban que yo estaba sano y salvo y era feliz; y lo más asombroso es que cuando les preguntaba dónde estaba, señalaban con el dedo hacia el sur”.
“Empecé a comprender que la fe de mi madre en mi supervivencia había marcado tanto su vida como mi determinación de encontrarla a ella había marcado la mía”, afirma.
Saroo Brierley, quien hoy ha viajado a muchos países a entregar su testimonio, es consciente de que su historia es sólo el ápice de la dramática realidad de los niños perdidos de India y explica que se ha propuesto como cruzada que las personas logren tomar mayor conciencia de esta realidad y no sólo en India.
“Aunque muchas no la tengan, esta historia sí tiene final feliz: Mi depresión y todas mis preocupaciones se esfumaron cuando vi a mis dos madres que me habían dado no solo una vida, sino dos, abrazarse con lágrimas en los ojos”, subraya.
Tráiler de la película “Lion”:
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