Hiragana y Katakana, los silabarios del idioma japonés
- Gabriel Galleguillos, ex Guía de Cultura Japonesa
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Aprender japonés para los occidentales es una verdadera odisea. Por lo menos para mí lo ha sido, ya que prácticamente es como volver a la infancia donde aprender a leer y escribir es un desafío constante.
“Cuando terminen el primer semestre, ustedes podrán leer y escribir Hiragana y Katakana”, manifestó mi profesora de japonés hace unos años. Incrédulo sonreí tímidamente, pensando que era una expresión más del marketing educacional y un aliciente para hacernos sentir mejor ante el universo de incertidumbre lingüístico que se nos venía encima. La verdad es que tenía razón; es increíble como el cerebro se acostumbra, con entrenamiento, a identificar los signos y sonidos en forma natural.
A grandes rasgos, les puedo contar que la escritura japonesa es heredada del idioma chino gracias a la invasión cultural que trajo el budismo a la isla. Pero mientras el chino escribe todo su idioma mediante Kanji (ideogramas), el idioma japonés lo hace combinando el Hiragana, el Katakana, el Romaji (letras romanas) y los Kanji. Por la complejidad de esta estructura idiomática, en esta columna sólo me concentraré en adentrarlos en los dos silabarios japoneses usados en esta lengua: Hiragana y Katakana.
A diferencia de nuestro abecedario occidental, los japoneses usan silabarios para construir sus frases. El Hiragana y el Katakana están compuestos por 46 sonidos cada uno, que nos permiten crear todo el idioma. La estructura básica comienza con la única línea de vocales A, I, U, E, O para continuar con las sílabas KA, KI, KU, KE, KO / SA, SHI, SU, SE, SO / TA, CHI, TSU, TE, TO / NA, NI, NU, NE, NO / HA, HI, FU, HE, HO / MA, MI, MU, ME, MO / YA, YU, YO / RA, RI, RU, RE, RO / WA, WO y finalmente el sonido N. Para componer los sonidos que faltan, a estas mismas sílabas se les suma en la parte superior derecha una pequeña marca denominada “nigori”, parecida a unas comillas o a un pequeño círculo dependiendo del sonido; el único sonido que jamás encontrarán en japonés es el de la letra “L”, el cual se reemplaza por el sonido de la “R” suave. Por lo tanto el nombre “Chile”, que deriva en “Chili”, se escuchará como “Chiri”.
El hecho que los occidentales estemos acostumbrados a la estructura A, E, I, O, U, versus el orden japonés A, I, U, E, O, es el primer obstáculo lingüístico que se aparece ante nosotros. La verdad es que mi intención no es desalentarlos en aprender esta hermosa lengua, pero quiero manifestarles el esfuerzo y constancia que deben tener si se embarcan en esta gran tarea.
Aunque el Hiragana y el Katakana poseen los mismos sonidos, cada silabario se escribe diferente y posee una misión específica. Mientras el Hiragana se usa para nombrar vocablos nativos, el Katakana se utiliza para denominar palabras de origen extranjero (principalmente occidentales) y onomatopeyas. Por ejemplo, mientras la palabra “sushi” se escribe con Hiragana, la palabra “pan” (que hasta donde tengo entendido fue heredada de los viajeros portugueses) se escribe con Katakana.
En cuanto a los sonidos de las letras, algunas de las principales diferencias con el español son las siguientes:
- La “H” suena como una “J” suave
- La “J” suena como “Y”
- La “Y” suena como “I”
- La “G” siempre suena suave como en “gato”
- La “W” suena como “U”
- La “R” se pronuncia suave como en “arado”
- La “Z” es una mezcla entre la “S” y la “Z” como si fuera un zumbido (este sonido no existe en español).
El uso de una pronunciación lo más correcta posible, independiente que seamos extranjeros, nos puede salvar de muchas incomprensiones y vergüenzas en Japón. Por lo menos en mi país, Chile, el mayor error de pronunciación se produce con el uso del sonido “CH” versus el sonido “SH”. Debido a que el sonido “SH” en el español-chileno es considerado de un habla incorrecta, mucha gente no se atreve a pedir “sushi” sino que piden “suchi” (palabra que no existe en japonés). Si después de esto piden “hashi” (que son los palillos para comer) pero pronuncian “hachi”, es probable que les traigan un cuenco o un macetero. La verdad es que esto no es nada comparado con errar a la inversa. Si alguna vez están en Japón y dicen “Chiri kara kimashita”, que significa “Vengo de Chile”, no se les ocurra pronunciar “Shiri kara kimashita” porque se puede interpretar que vienen de su parte trasera, o sea de sus nalgas.
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