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Crimen organizado adopta inteligencia artificial y potencia nivel de ilícitos: Datos muestran usos inquietantes

El avance de la IA ha abierto un nuevo frente: Su uso por parte del crimen organizado.

La llegada de la inteligencia artificial (IA) ha sido beneficiosa en cientos de industrias: la facilitación de tareas engorrosas, la mejora en la efectividad de los trabajos y la reducción del tiempo en distintos procesos son solo algunos de los aportes de esta herramienta. Sin embargo, existe otro lado que ha fortalecido el accionar de las bandas criminales.

Desde la creación de deepfakes hasta la clonación de voces para realizar extorsiones o el uso de algoritmos para planificar rutas de narcotráfico, las organizaciones criminales están incorporando la IA en sus operaciones. Esto plantea dudas sobre cómo Chile se está preparando para enfrentar este tipo de amenazas y cuáles son las herramientas con las que cuentan las policías para contrarrestar el uso delictivo de la inteligencia artificial.

Una investigación de la Universidad Autónoma de México (UNAM), desarrollada por Juan Manuel Aguilar, demostró que los carteles Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el de Sinaloa han incorporado la IA para operaciones de lavado de dinero, reclutamiento de menores de edad, creación de textos falsos destinados a extorsiones y videos manipulados para cometer fraudes. Aunque en Chile la situación del crimen organizado es diferente a la mexicana, el estudio levanta alertas sobre los protocolos que deberían implementarse para impedir su avance.

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La doctora Loreto Bravo, directora del Instituto de Data Science de la Universidad del Desarrollo, señala que la IA está transformando la manera en que operan distintos sectores, y el crimen organizado no es la excepción. Explica que las mismas tecnologías que hoy optimizan procesos productivos o mejoran servicios también pueden utilizarse para automatizar delitos, amplificar fraudes y dificultar el rastreo de los responsables. Desde la clonación de voces para extorsionar hasta la creación de identidades falsas, “la IA se ha convertido en una herramienta poderosa en manos equivocadas”.

Bravo advierte que el ritmo de adopción tecnológica de los delincuentes suele ser más rápido que la capacidad institucional para responder, lo que genera una brecha tecnológica y de conocimiento que aumenta los riesgos de manipulación, estafa y pérdida de confianza pública.

La académica sostiene que la preparación nacional frente a este fenómeno es todavía baja. “No porque falten expertos o talento, sino porque la amenaza crece aceleradamente”. Según comenta, la tecnología permite multiplicar fraudes y manipulaciones a gran escala, mientras la sociedad, tanto la ciudadanía como muchas instituciones, aún no logra dimensionar el alcance ni la sofisticación de estas herramientas. En la práctica, agrega, siguen funcionando estafas telefónicas básicas, lo que da una idea del impacto que puede tener una voz clonada, un deepfake o redes de cuentas automatizadas combinadas con ingeniería social. Para enfrentar este desafío, Bravo insiste en que se requieren políticas públicas, capacitación masiva y campañas de prevención, además de inversión en capacidades técnicas.

Desde la perspectiva de seguridad, Luis Toledo, director del Centro de Estudios en Seguridad y Crimen Organizado de la Universidad San Sebastián, comenta que Chile no está completamente preparado para este nuevo escenario. Explica que IA ya no es solo una herramienta de innovación o productividad, sino también un instrumento que puede ser utilizado por organizaciones criminales para mejorar su capacidad operativa. “Hoy las bandas pueden usar IA para clonar voces, crear identidades falsas o diseñar simulaciones digitales de personas o eventos”, menciona.

Toledo observa que el país ha avanzado en ciberseguridad y cuenta con unidades especializadas, pero el crimen organizado se mueve con mayor rapidez. En su opinión, Chile necesita una estrategia nacional que combine tecnología, inteligencia y legislación, de modo que cierre la brecha entre la innovación criminal y la capacidad estatal de respuesta. Según el experto, si no se da ese salto, el país seguirá reaccionando frente a los hechos en lugar de prevenirlos.
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El doctor Juan Iturbe, académico del Departamento de Ingeniería Informática de la Universidad de Santiago, explica que desde una perspectiva de ciberseguridad, el uso de IA por parte de los cibercriminales debe entenderse como una “carrera armamentista digital”. Más que evaluar si Chile está o no preparado, considera que el desafío debe verse como un proceso de adaptación tecnológica constante.

Por lo tanto, para él, el verdadero reto para el país no es únicamente adquirir tecnología de defensa, sino desarrollar capital humano avanzado y capacidad de investigación que permita anticiparse a las amenazas.

Iturbe considera que la nueva Ley Marco de Ciberseguridad representa un pilar fundamental, ya que establece una base de “resiliencia digital”. No obstante, recalca que la verdadera preparación se medirá en la capacidad de las instituciones para detectar y responder a ataques cada vez más sofisticados.

Herramientas de las policías

El académico explica que las herramientas utilizadas por las policías se basan en modelos de machine learning y análisis de big data para identificar patrones que serían invisibles para un analista humano. Sin embargo, aclara que estas tecnologías no son infalibles: pueden presentar sesgos según los datos con los que fueron entrenadas y, lo que es más relevante, pueden ser engañadas por los propios criminales mediante técnicas conocidas como “ataques adversariales”, diseñadas para confundir a los algoritmos.

Toledo menciona que Carabineros y la Policía de Investigaciones (PDI) disponen de unidades de delitos informáticos y de ciberinteligencia, con herramientas de análisis de datos y rastreo digital. Algunas de esas capacidades se apoyan en lo que se conoce como OSINT, inteligencia de fuentes abiertas, es decir, la recolección y análisis de información pública disponible en internet, redes sociales o bases de datos para detectar amenazas o patrones criminales.

El especialista advierte que combatir el uso delictivo de la IA exige más que herramientas técnicas: “Requiere inteligencia estratégica y cooperación internacional. Los delincuentes están comenzando a usar algoritmos de aprendizaje automático para analizar comportamientos policiales, optimizar rutas o evadir controles”. Por ello, considera que las policías deben avanzar hacia sistemas propios de IA preventiva, capaces de anticipar riesgos y no solo reaccionar ante los hechos consumados.

Finalmente, Toledo enfatiza que el gran desafío hoy es institucional. A su juicio, Chile aún no cuenta con un marco coordinado de respuesta frente al uso criminal de la inteligencia artificial, y esto debe transformarse en una prioridad estatal.

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