• Andrea Cova Moore, equipo de Facts
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De acuerdo con la Corporación Nacional Autónoma de Certificación de Especialidades Médicas de Chile (CONACEM), en el país se estima que existen aproximadamente 62.000 médicos (1 por cada 320 habitantes). De estos, alrededor del 60% son especialistas (1 por cada 568 habitantes). No obstante, menos de la mitad de los médicos especialistas ejercen en los Servicios de Salud Públicos, responsables de atender a más del 80% de la población. A esto se suma que dichos profesionales se distribuyen de forma “muy desigual en el país”, ya que tres de cada cuatro residen en las regiones Metropolitana, Biobío y Valparaíso.

La falta de especialistas en el sistema de salud público se ha convertido en uno de los principales cuellos de botella para la atención oportuna de los pacientes. Listas de espera que se alargan por años, médicos generales que deben asumir atenciones fuera de su área y regiones completas con carencias críticas muestran la magnitud del problema.

El Dr. Ignacio Méndez, presidente de la Sociedad Chilena de Medicina del Trabajo (SOCHMET), advierte que la carencia de especialistas es un problema de salud pública que Chile arrastra desde hace tiempo y cuya explicación es múltiple y compleja.

Como primer punto, Méndez señala que existe un déficit en los cupos de formación en varias especialidades, donde la capacidad formativa es menor a la demanda. A ello se suman problemas estructurales que incentivan la concentración de especialistas en el sector privado y en grandes ciudades, principalmente en Santiago.

También recalca la necesidad de revisar críticamente el sistema de formación del Ministerio de Salud y su modelo de retribución. Según afirma, trabajar en el sector público resulta poco atractivo, no solo porque los salarios son bajos, sino también por las malas condiciones laborales. A esto se suma el alto costo de la formación, lo que impulsa a muchos profesionales a optar por el ámbito privado, donde las condiciones económicas y de trabajo son mejores.

El especialista agrega que en hospitales del sistema público se han registrado episodios de violencia y situaciones de acoso, lo que obliga a reflexionar sobre las condiciones que se ofrecen si se busca que los médicos permanezcan en ese sector.

Por su parte, Jorge Acosta, director ejecutivo del Instituto de Políticas Públicas en Salud de la Universidad San Sebastián, sostiene que resulta complejo medir con precisión la demanda de especialistas, ya que para calcularla es necesario considerar múltiples variables que no siempre están bien caracterizadas y que cambian con el tiempo. Factores como el perfil poblacional, el envejecimiento, las enfermedades crónicas, la variabilidad regional y el stock de pacientes pendientes deben ser incorporados en ese análisis, menciona.

No obstante, Acosta subraya que hay tendencias claras: el envejecimiento poblacional obliga a reforzar la formación de geriatras más que de pediatras, así como a potenciar subespecialidades ligadas a la salud de adultos mayores. Del mismo modo, advierte que el perfil clínico cambiante demanda más psiquiatras, oncólogos y radioterapeutas, además de fortalecer la medicina familiar y general con formación continua.

Medidas a considerar

La Dra. Carolina Berríos, directora de Postgrado de la Facultad de Medicina de la Universidad Andrés Bello, explica que el déficit de especialistas varía según la región. La mayor concentración está en la Región Metropolitana, mientras que las brechas más severas se observan en las zonas extremas del país.

En su diagnóstico, Berríos enfatiza que áreas como la oncología, urgente por el mandato de la Ley del Cáncer, la medicina crítica en población adulta e infantil y la salud mental son las que más demandan especialistas en la actualidad.

Según precisa, la formación insuficiente es consecuencia de la limitada capacidad de las facultades de medicina para acceder a campos clínicos y del alto costo económico que implica. Proyecta que, al ritmo actual, las brechas tardarán al menos una década en cerrarse.

Por ello, propone que el Estado destine más recursos al financiamiento de becas y que el Ministerio de Salud priorice las especialidades más urgentes en cada Servicio de Salud. Asimismo, plantea que se creen incentivos para que los especialistas recién formados ejerzan en regiones extremas, donde hoy muchos rechazan permanecer porque deben trabajar solos y sin equipos de apoyo.

Finalmente, la académica señala que tanto la Asociación de Facultades de Medicina de Chile (ASOFAMECH) como el Colegio Médico han presionado por mejores condiciones de formación y retención, reconociendo que la actual oferta de becas es insuficiente para enfrentar la magnitud del problema.