• Andrea Cova Moore, equipo de Facts
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El lunes, en su cuenta de X, Metro publicó que “por persona en la vía, servicio en Línea 5 solo está disponible entre Plaza de Maipú/Baquedano y Ñuble/Vicente Valdés”. Un caso que se suma a los hechos registrados durante las últimas semanas, evidenciando y cuestionando el estado actual de la salud mental de la población, y encendiendo las alarmas para que las autoridades continúen con las labores de prevención.

De acuerdo con la circular N.º 3873 de la Superintendencia de Seguridad Social, cada año en Chile ocurren más de 1.800 muertes por suicidio, de las cuales más de un tercio corresponde a personas jóvenes entre los 15 y 35 años.

Fenómeno de estacionalidad

Javiera Erazo, jefa del Departamento de Salud Mental del Ministerio de Salud, explica que “en Chile la tasa de suicidios en los últimos años se ha mantenido estable, con una leve tendencia a la baja, y esa más bien es una tendencia que se ha sostenido a lo largo de las últimas dos décadas, con excepción de lo que pasó durante el Covid. Durante ese periodo hubo una disminución muy sustantiva y aguda de las muertes por suicidio”.

Detalla que esa es la tendencia general, pero agrega que existe el fenómeno de la estacionalidad. Es decir, en Chile existen algunos meses del año que tienen más muertes por suicidio que otros, y eso es un fenómeno que ocurre a nivel internacional. “Chile no es el único país en el que sucede, y en los meses de septiembre hasta enero hay una tendencia al alza que luego se estabiliza nuevamente a la baja”.

Cristóbal Carrasco, psicólogo clínico y miembro del Comité de Manejo del Estrés de la Sociedad Chilena de Medicina del Estilo de Vida (SOCHIMEV), comenta que hablar de suicidio en salud pública implica reconocer la relevancia de la salud mental. Según explica, uno de los principales problemas en Chile es la escasez de profesionales y la falta de acceso a tratamientos especializados. A ello se suman las largas listas de espera y las dificultades para acceder a hospitalizaciones, lo que configura un escenario complejo y con múltiples limitaciones.

En este contexto, Carrasco señala que los cambios de estación y ciertos períodos de alta interacción social, como las fiestas, suelen acentuar la vulnerabilidad en personas con cuadros depresivos. “El contraste entre la alegría que se percibe en el entorno y la tristeza o desesperanza interna hace más evidente lo que ya estaba ocurriendo en el plano individual”, explica.

Un factor adicional, añade, es la forma en que los medios comunican los casos de suicidio. “La exposición pública y una cobertura inadecuada pueden aumentar el riesgo de que personas que ya lo han considerado intenten llevarlo a cabo. Esto vuelve el fenómeno aún más complejo a nivel social, porque no es atribuible a un único responsable, sino que involucra múltiples dimensiones”, detalla.

Respecto a los últimos casos registrados, el académico comenta que podrían entenderse como el resultado de un contexto social y ambiental particular. Explica que los cambios de clima y de horario influyen en la regulación del ánimo, generando en algunas personas mayor inestabilidad emocional. Esto puede traducirse en impulsividad, un factor de riesgo importante, aunque no el único, para la conducta suicida.

Rol de las redes de apoyo y políticas preventivas

Rodrigo Casanueva, coordinador del Programa de Salud Mental Global de la Universidad Andrés Bello, menciona que el suicidio es un fenómeno complejo y devastador que cobra cerca de 700.000 vidas al año en el mundo.

En Chile, comenta que el proyecto de Ley Integral de Salud Mental, presentado en julio de 2024 y actualmente en discusión parlamentaria, representa una oportunidad para fortalecer el marco normativo e incorporar la prevención del suicidio como política de Estado. “El suicidio no es solo un problema individual, sino un fenómeno marcado por factores sociales, económicos y culturales”, advierte.

La OMS recomienda que la prevención no se limite al sector salud, sino que también incluya la educación, los medios de comunicación y las comunidades. Entre las medidas más efectivas están restringir el acceso a medios letales, promover programas de bienestar en las escuelas, impulsar campañas responsables en los medios y fortalecer redes comunitarias de apoyo, detalla.

Para que estas acciones tengan impacto, Casanueva menciona que se requiere financiamiento sostenido, coordinación intersectorial y reconocimiento explícito en la legislación. A su juicio, una ley integral debería garantizar programas de intervención en crisis basados en evidencia, equipos formados en todos los sectores y competencias comunitarias para la detección temprana. “Sin un marco legal que asegure recursos y continuidad, los esfuerzos de prevención serán insuficientes”, subraya. Añade que incluir la prevención del suicidio en la ley en debate sería un acto de justicia social y una responsabilidad ética ineludible para proteger la salud pública del país.

Erazo señala que desde la institución se mantienen en acción constante para continuar la lucha contra este fenómeno. Recuerda que desde 2013 existe el Plan Nacional de Prevención del Suicidio y que hay acciones vigentes desde 2009. “El Ministerio de Salud ha impulsado iniciativas durante décadas que han tenido un impacto positivo”, concluye.

Si te encuentras en una situación en que requieras apoyo o conoces a una persona que lo necesite, existen líneas de ayuda haciendo click aquí.