“Sur”, la moneda única que impulsan Argentina y Brasil: La mirada técnica y viabilidad de esta medida
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En el marco de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), los presidentes de Argentina y Brasil, Lula da Silva y Alberto Fernández, se encuentran trabajando en la creación de “Sur”, una moneda común para los países del Mercosur, y posteriormente para la región sudamericana. Esta medida ha generado controversias en la opinión pública, experta, e incluso por parte del Gobierno.
En esa línea, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, apuntó a que estas decisiones requieren importantes coordinaciones económicas, como integración comercial, aduanera y monetaria, además de la creación de un banco central que establezca políticas comunes para los países que integren el uso de esta moneda. Por su parte, el secretario de Estado afirmó desconocer el avance de esta medida, pero aseguró que habrá preocupación sobre el contenido y alcance de esta.
“Chile es un país observador, asociado de Mercosur, no forma parte de su estructura de toma de decisiones. Y creo que nosotros, por el momento, estamos cómodos teniendo una política monetaria y una política fiscal propia, que han sido especialmente útiles para comenzar la reducción de la inflación este año”, manifestó Marcel.
El análisis técnico
Héctor Osorio, economista de PKF, sostiene que la idea de tener una moneda única, primero del Mercosur, y posteriormente de otros países de la región sudamericana, “suena como una fantasía escolar”. Para tener una moneda única, explica que se requiere no sólo la intención, el ánimo y la capacidad de generar un nombre creativo.
Ante esto, el experto señala que Argentina y Brasil se han caracterizado por tener a lo largo de su historia reciente, intentos monetarios que siempre han fracasado por su altísima propensión a emitir dinero, intentando resolver cada crisis monetaria imprimiendo más billetes. Y asegura que, mientras eso no se resuelva, esta moneda común seguiría siendo una fantasía.
“En términos generales, la moneda común entre ambas naciones impone una serie de desafíos para que su puesta en marcha genere los efectos deseados. A pesar de lo escueto del planteamiento de ambos jefes de Estado, y que se espera se discuta en mayor detalle durante la VII cumbre CELAC de esta semana, una moneda común requiere el establecimiento de un Banco Central único para ambos países, y para aquellos miembros que se vayan adhiriendo al pacto monetario”, expresa Andrés Acuña, profesor asistente del Departamento de Economía y Finanzas, Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad del Bío-Bío.
El académico precisa que esto ya impone un diseño institucional complejo de afinar, considerando la calidad de las instituciones brasileñas y argentinas, donde los escándalos de corrupción no constituyen un buen precedente para la configuración de un organismo clave en el funcionamiento de una moneda común.
A su vez, explica Acuña, el acuerdo impondría a Argentina una alta exigencia en el fortalecimiento de su “alicaída estabilidad macroeconómica”, especialmente en el combate a la inflación y en el cumplimiento de sus compromisos financieros externos.
“Sin duda, todo lo anterior sería evaluado por los mercados internacionales al momento de comenzar operaciones, transando la nueva divisa ‘Sur’ a la par con monedas fuertes como el euro o el dólar estadounidense, por lo que la reputación y credibilidad del ente emisor argentino-brasileño constituirían elementos claves para el éxito de la propuesta”, asevera el experto.
Sebastián Cea, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de la Universidad de los Andes, sostiene que este tipo de políticas requiere estrategias de largo plazo, señalando que la crítica contra esta medida se ha enmarcado en un análisis de corto plazo. Ante esto, el experto manifiesta que una propuesta de tal envergadura entrega dos señales:
• Que los interesados ven ganancias asociadas a la implementación.
• Dada la complejidad, se requiere más análisis para entender la viabilidad de la propuesta tanto entre los interesados de ahora como de los potenciales interesados futuros.
El contraste con la política fiscal y monetaria chilena
Andrés Acuña establece que Chile ha centrado su estrategia comercial hacia el Asia-Pacífico, Europa y Norteamérica, lo que se manifiesta en la suscripción de importantísimos acuerdos comerciales en las últimas décadas. Y señala que esta estrategia comercial chilena ha implicado postergar una mayor integración comercial con América Latina (excluyendo México), siendo Chile solo estado asociado y no parte del Mercosur.
Adicionalmente, el académico asegura que la eventual incorporación de Chile al acuerdo monetario implicaría someter la política monetaria interna a las decisiones del ente emisor común, es decir, renunciar a la independencia del Banco Central consagrada constitucionalmente, generando un conflicto de ordenamiento jurídico interno que requeriría una evaluación previa. De igual modo, Acuña apunta a que nace una interrogante sobre si las necesidades de financiamiento externo de la política fiscal serían visadas por el banco central sudamericano, y si este organismo sería “primera opción” para obtener recursos y cubrir déficits fiscales de sus socios.
“El modelo ideal para un Banco Central que logre sus objetivos de largo plazo, sin duda es el Banco Central de Chile. Es un buen modelo de diseño, que básicamente tiene en su estructura real independencia, es autónomo. Pero no es autónomo porque simplemente los que lo constituyeron hayan declarado que esto va a ser así, sino que crearon elementos estructurales, a través de su gobierno, a través de su directorio, para que el Banco Central efectivamente pueda sentirse libre de los vaivenes de la contingencia política”, expresa Héctor Osorio.
El economista señala que este modelo ha garantizado la existencia de una de las instituciones más reputadas en el mundo, en términos de entidades emisoras. Y afirma que tanto la realidad argentina como brasileña, no cuenta con una institución que pueda compararse al Banco Central de Chile.
“Me parece poco realista plantear con el nivel de desarrollo económico, con el nivel de calidad de la política monetaria, y también, con el bajo nivel de calidad de la política fiscal en las naciones que están patrocinando esto. Me imagino que terminarán construyendo un índice de precios que, en el mejor de los casos, lo llamarán moneda y no será otra cosa que una tasa de cambio que se ajuste a la flotación de las monedas que hoy día está observándose sin mayores efectos reales, ni para el comercio, ni para el ordenamiento de las cuentas, como ha señalado el Presidente Fernández”, añade Osorio.
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