Sustancias ilícitas en Chile: Las más comunes y los desafíos para enfrentar el tráfico
Guía de: Facts
La Policía de Investigaciones (PDI) incautó un cargamento desde Perú de 261 kilos de la droga kratom, que tiene un avalúo de $52 millones. Se trata de una sustancia de origen vegetal que proviene de la planta Mitragyna speciosa Korth y, de acuerdo con la Agencia Antidrogas (DEA, por su sigla en inglés) de Estados Unidos, está clasificada como una droga “tipo 1”, es decir, con alto potencial de abuso.
De acuerdo con el National Institute on Drug Abuse de Estados Unidos, la droga kratom puede producir efectos parecidos a los de los opioides y los estimulantes debido a sus compuestos químicos que afectan a aquellos que la consuman, produciéndoles náuseas, vómitos, alucinaciones e incluso, pérdida del apetito. Esta proviene de un árbol nativo del sudeste de Asia y, según la información entregada por las autoridades chilenas, la Brigada Investigadora de Sustancias Químicas Controladas (Brisuq) de la PDI, en conjunto con el Servicio Nacional de Aduanas, lograron detener a dos personas que intentaron ingresar esta sustancia a Chile.
Las autoridades incautaron 261 kilos de droga, lo que aproximadamente, podría ser utilizado para 87 mil dosis. De acuerdo con la PDI, este es el cargamento de katrom más grande hasta el momento, pero anteriormente en 2022, ya se había incautado.
Las sustancias ilícitas en el país
Luis González, químico farmacéutico, magíster internacional en Toxicología y académico de la Escuela de Medicina de la Universidad de Magallanes (UMAG), señala que las sustancias más traficadas en Chile, de acuerdo con los datos de incautaciones de los últimos años, son la marihuana, cocaína y pasta base en sus diversas variantes, “pero pese a ser una proporción significativamente menor en volumen, siempre resulta preocupante cómo se han ido insertando progresivamente o “se ponen de moda” algunas sustancias específicas y drogas de diseño, principalmente con propiedades alucinógenas o estimulantes potencialmente adictivas”, menciona.
Además, señala que “el tráfico de drogas lícitas (medicamentos), como es el caso de la benzodiazepina y el fentanilo, el que quizás ha sido el que ha generado mayor impacto en el periodo reciente”, a pesar de ser menor, preocupa a las autoridades.
De acuerdo con el Ministerio Público, hasta finales de febrero de este año, las distintas autoridades han incautado casi tres toneladas de drogas sólo en Antofagasta. Asimismo, informan que debido a los procedimientos de este año en la región, se ha identificado que estos han aumentado en un 203% en comparación al mismo período del año pasado.
González asevera que por varias décadas, Chile fue principalmente un país de tránsito en materia de tráfico de drogas más novedosas, “con una base de consumidores semi estable de sustancias como la marihuana y la pasta base, pero lamentablemente se ha ido evolucionando hacia acentuar el consumo y la diversificación del mismo. Si bien aún en muchos aspectos no se alcanza un escenario preocupante en términos de número en el caso de estas drogas de más reciente introducción, como el que se ha evidenciado en países como Estados Unidos con el tema particular del Fentanilo, las medidas para controlar el tráfico y las adicciones no han presentado el impacto que uno esperaría”, explica.
Por su parte, Pilar Lizana, investigadora de AthenaLab, señala que Chile es un “gran consumidor de marihuana” y a pesar de ser una preocupación para las autoridades, desde el 2020, las incautaciones de ketamina han ido en aumento, así como también las drogas sintéticas que han “empezado a circular con fuerza”.
Las debilidades del Estado y los desafíos para enfrentar el problema
González señala que este escenario está en constante cambio, lo que dificulta “estar siempre al día si no se invierte en una estructura integral, altamente especializada y con cierto poder resolutivo”. Sin embargo, valora el establecimiento del Sistema de Alerta Temprana de Drogas (SAT), el cual “fue un gran paso para reconocer nuevas tendencias y generar recomendaciones para hacer frente a las nuevas dinámicas de tráfico o los cambios en los patrones de consumo de la población”.
No obstante, el especialista asevera que pareciera que “ese trabajo estuviese algo desconectado de los encargados de generar resultados, ya que no hay cambios realmente sustanciales en cómo se persigue el delito, donde se apunte a que los responsables tengan penas no solo de cárcel, sino económicas acorde al daño individual y comunitario que producen, y se instale un plan integral de educación en prevención y tratamiento de adicciones de acuerdo a nuestra idiosincrasia, por sobre importar modelos del extranjero”.
Por su parte, Lizana explica que el problema del narcotráfico no es una situación que aparezca ahora: “Chile está inserto en la distribución de drogas a nivel global desde el siglo pasado. Nosotros, históricamente, hemos sido un país de tránsito”.
Por ello, comenta que los desafíos en esta temática tienen relación con el control territorial que están ejerciendo los grupos criminales que se dedican a estas actividades y aumentan la violencia en el país, lo que genera, de acuerdo con la experta, una serie de complicaciones como el retroceso del Estado de derecho, la debilidad del Estado para desarrollar fiscalizaciones y el control del crimen organizado. “Nosotros tenemos un estado que se ha preparado para enfrentar a la delincuencia común y el crimen organizado no se enfrenta con las mismas herramientas ni con las mismas capacidades”, asevera Lizana.
En tanto, Germán Díaz, académico del Centro de Seguridad Urbana de la Universidad Alberto Hurtado (UAH), indica que las debilidades institucionales son múltiples, “el primer problema es la capacidad de fiscalización, hoy día Aduanas tiene recursos muy limitados y tampoco tiene una especialización que permite identificar con cierta inteligencia cuáles son los containers o los métodos de transporte que pueden estar asociados a esta red delictiva”.
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