A unos 380 kilómetros al sudoeste de París, en Queaux, en el departamento francés de Vienne, entre la tupida vegetación de un parque de unas 10 hectáreas y emergiendo sobre un pequeño acantilado, se ubica el castillo Fougeret, construcción que data del siglo XIV y que el año 2010 sería calificado como “monumento histórico francés”, aunque también es conocido con otro título menos halagador: “el castillo más embrujado de Francia”.

El señorial edificio de estilo neogótico, que está flanqueado por tres torres redondas y una capilla, además de otras dos torres independientes cerca del edificio principal, tomaría su nombre de una familia noble del lugar (Fougères o Fougeré), siendo construido en los tiempos en que Francia estaba repartida en territorios de señores feudales.

La construcción fue utilizada como un bastión defensivo en la Guerra de los 100 años, que enfrentó a los franceses contra Inglaterra entre 1337 y 1453; durante la Revolución francesa, su propietario huyó de Francia y el castillo fue tomado por Louis-François Bonaventure, alcalde de la ciudad, quien estableció su residencia allí. Bajo el Segundo Imperio francés, una campaña de restauración liderada por sus propietarios de entonces, la familia Robin-Médard, le dio su aspecto actual.

El castillo, además de su monumental y medieval apariencia exterior, está lleno de tesoros históricos. Frescos, murales, techos ricamente decorados, mosaicos, artesonados de madera y otras magnificencias medievales y neogóticas adornan sus dependencias, aunque la leyenda local asegura que cada una de las muchas habitaciones del lugar albergaría también el espíritu de un difunto.

Una de las dependencias del castillo Fougeret más conocidas es “la habitación de la acomodadora”, un lugar donde una mujer fue asesinada en el siglo XVIII con un hacha en el esternón. Según sus actuales propietarios, la gente que pasa allí la noche “duerme mal”.

Otra habitación es conocida como “la habitación de la enfermera”, una pieza que albergó a una ex niñera que falleció allí hace más de un siglo. La leyenda asegura que ella no sabe que está muerta y todavía está en ese lugar esperando a su marido. Mientras tanto, vela por el bienestar de las personas que pasan la noche en la habitación. Según testigos que han dormido en el lugar, mientras duermen sienten susurros y que alguien les acaricia el pelo.

“La habitación de la enfermera”, dependencia que se encuentra cuidadosamente conservada, como el resto de las dependencias del Castillo Fougeret.

Otra de las dependencias más conocidas del Castillo Fougeret es “la habitación de Alicia”, una joven moradora del castillo que falleció a los 22 años de edad de una enfermedad renal fulminante. Esta última habitación acogió hace algunos años a la hija de los actuales dueños, quien luego de pasar allí una sola noche, habría comenzado a desarrollar la misma enfermedad que una vez fue fatal para Alicia (hoy curable). Curiosamente, cuando sucedió esto, esa joven también tenía 22 años de edad.

“La habitación de Alicia”, un lugar del Castillo Fougeret donde tendrían lugar muchos eventos paranormales.

La historiadora francesa Véronique Geffroy, quien junto a su marido y sus tres hijos se mudó al castillo Fougeret en el año 2009, es la actual propietaria del lugar. Según relataría, a poco de llegar a la propiedad, vivió una serie de inexplicables experiencias paranormales.

“Acabábamos de adquirir Fougeret. Un día vine a limpiar. Al bajar de la capilla, me encontré con una sombra negra y enorme que cruzaba el vestíbulo de entrada. En ese momento estaba paralizada de miedo pero preferí ignorarlo. Estaba totalmente sola, pero un poco más tarde escuché la voz de una anciana que me preguntaba muy secamente qué estaba haciendo allí”.

El marido de la historiadora, el agricultor Francois-Joseph, además de sus tres hijos, también serían testigos de varios hechos inexplicables en el castillo, como objetos que se movían solos, ruidos, voces de ultratumba y apariciones de ominosas sombras.

“Entonces contactamos psíquicos para entender lo que estaba pasando y fue cuando nos enteramos de que Fougeret tenía una historia rica, pero también oscura. Y que por allí aún pululaban antiguos ocupantes que fallecieron en el castillo. Entonces entendimos lo que pasaba y comenzamos a aceptarlo”, explicó Véronique, quien agregó que a la vez que descubrían las presencias fantasmales en el histórico inmueble, al buzón del castillo le llegaban Biblias y cartas donde le aconsejaban que abandonara el lugar.

Por lo pronto, lejos de atemorizarse con las presencias fantasmales en el castillo Fougeret, al matrimonio Geffroy se le ocurrió organizar allí noches espiritistas, donde diversos especialistas de lo oculto -médiums, numerólogos, adivinos- supervisan y ayudan a los visitantes a comunicarse, mediante la tabla Ouija, con el mundo del Más Allá. “También es para mí una forma de catarsis, porque vivir con personas invisibles en este castillo no es fácil”, confesó Véronique.

Es así que, cada año, entre los meses de mayo y octubre, unos 5.000 visitantes llegan anualmente al castillo Fougeret. Allí pueden recorrer el lugar, participar en las sesiones para contactar espíritus por un precio que va de los 75 a 115 euros la noche (85 a 130 dólares), y hasta quedarse a dormir en algunas de las habitaciones del castillo por unos 100 euros (115 dólares), aunque debido a la alta demanda hay que hacer las reservaciones con un año de anticipación.

Según relatarían algunos de los visitantes, el castillo Fougeret efectivamente estaría habitado por fantasmas, como lo demostrarían la presencia, por ejemplo, de una aterradora silueta de un hombre vestido con atuendos antiguos que suele aparece en una de las torres de vigilancia de la construcción, además de otros espíritus que vagan por el lugar y que habrían sido fotografiados por algunos simples turistas, médiums y cazadores de fantasmas.

Fotografía de un supuesto fantasma captado detrás de una de las ventanas del Castillo Fougeret, tomada por un visitante.