La cueva de San Julián: El lugar donde según las leyendas se reunirían brujos en Chile
Guía de: Fenómenos Paranormales
- Héctor Fuentes
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San Julián es un pequeño pueblo rural ubicado a 15 kms al suroriente de la ciudad de Ovalle, en la región de Coquimbo, en el llamado Norte Chico de Chile. Es un pueblo de una sola calle con típicas casas de adobe algo distantes entre sí que bordean el piedemonte de la ladera sur que da origen al valle del Limarí, y cuyos habitantes se dedican principalmente a faenas agrícola y al cultivo de productos hortícolas como paltos, hortalizas, alcachofas y pimientos.
En uno de los cerros aledaños al pueblo se encuentra la Cueva de San Julián, un lugar que según la leyenda era el punto de encuentro de brujos y hechiceros en el Norte Chico de Chile, quienes acudían desde las comarcas aledañas y especialmente desde la comuna de Salamanca, tierra que según la tradición era sede de brujos y nigromantes.
Según la misma leyenda, cada Luna Nueva y en festividades como la Noche de San Juan los chonchones –los brujos que salen a volar en la noche en forma de horrorosas aves- acudían, desde todos los puntos de la provincia, al pueblo de San Julián, específicamente a la denominada Cueva de los Brujos y a otras oquedades por cuya abertura sólo cabían dichas aves, ubicadas a un costado de la anterior. Estas oquedades, por cierto, son imposibles de franquear para las personas normales, y algunos que se han atrevido a asomarse por ellas aseguran que es imposible vislumbrar el fondo.
La leyenda asegura que en algún punto intermedio entre la cueva de San Julián y la denominada Raja de Manquehua, una enorme hendidura vertical que se adentra en la profundidad de la ladera de una colina rocosa que alcanza los 2.100 metros de altura, ubicada a 17 kilómetros de Salamanca, se encuentran tenebrosas oquedades interconectadas que se amplían hasta formar espaciosas cavernas que, según la tradición, tienen comunicación con el infierno. En ellas, los chonchones o aves de mal agüero retoman su forma humana y se reúnen para participar en siniestros aquelarres y misas negras, que algunas veces cuentan con la presencia del Príncipe de las Tinieblas en persona.
Según diversos relatos campesinos locales, en ocasiones algunas personas comunes y corriente son convidadas a estos aquelarres y misas negras, para lo cual el brujo que las invita les unta en las axilas un misterioso ungüento que les permite, después de dar tres pasos hacia atrás y exclamar la frase “¡Sin Dios ni Santa María!”, convertirse en chonchón. Durante estas fiestas, el invitado se encontraría con gente que creía muerta o desaparecida, despertando por lo general a la mañana a la intemperie, con sed y un mal gusto en la boca, y convertida en excremento de animal cualquier cosa que se hubiera traído de dichas celebraciones oscuras.
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