Quizás la escena más espiritual, memorable y poética de la película “Belleza Americana” (1999), la magistral cinta de Sam Mendes ambientada en un típico suburbio estadounidense que ganó cinco premios Oscar (entre ellos Mejor Película y Mejor Actor), es la de la solitaria bolsa de plástico danzando en el aire por efecto del viento frente a una pared de ladrillos. Una simple escena de apenas unos minutos, que no tiene efectos especiales, pero logra transmitir una emoción difícil de explicar.

En dicha escena, el personaje de Ricky Fitts (interpretado por Wes Bentley), un joven vecino que acostumbra grabar con su cámara de video y que representa una sensibilidad distinta al resto de los personajes de la cinta, invita a su novia Jane (Thora Birch) a ver un video casero grabado por él mismo, un video que según sus propias palabras le permitió descubrir una “fuerza increíblemente benévola” detrás de todas las cosas, una fuerza que, según algunos, alude al poder oculto que está detrás de toda la belleza en el mundo, es decir, Dios.

“¿Quieres ver lo más bonito que he grabado en mi vida?”, le pregunta Ricky a Jane, antes de ponerle el video que muestra a una solitaria bolsa de plástico blanco danzando en el aire por efecto de la brisa.

En ese momento, mientras ambos están sentados viendo el video, Ricky le explica qué es lo que sintió cuando grabó y vio la poética escena:

“Era uno de esos días en que está a punto de nevar… y el aire está cargado de electricidad. Casi puedes oírla. ¿verdad? Y esa bolsa estaba bailando conmigo, como un niño rogándome jugar con él. Durante quince minutos. Ese fue el día en que me di cuenta que había una vida entera detrás de las cosas y una fuerza increíblemente benévola que quería decirme que no hay razón para tener miedo. Nunca. Ya sé que el video no captó todo eso, pero me ayuda a recordarlo. Necesito recordar. A veces hay tanta belleza en el mundo…siento que no puedo soportarla, que mi corazón simplemente se va a rendir.”

En otro momento de la cinta, el mismo Ricky Fitts comenta que “cuando ves algo así… es como si Dios te estuviera mirando directamente a los ojos por un segundo. Y si tienes cuidado, puedes verlo a él”.

– “¿Y qué ves?” -le pregunta Jane.

–”Belleza” -responde Ricky.

Según varios críticos, la escena de la bolsa de plástico en “Belleza Americana” funciona como un símbolo de todo lo que pasa desapercibido en la vida, pero que tiene un valor esencial y espiritual si se mira con atención.

Una representación de lo cotidiano que parece flotar sin rumbo fijo, pero que, al ser observado con sensibilidad, se transforma en algo profundamente poético, una metáfora de la belleza que puede existir incluso en el caos cotidiano. Una poderosa metáfora de la libertad y la maravilla de la creación que a veces se olvida en la vida diaria.

En definitiva, para Ricky, la bolsa expresa un momento de conexión espiritual con algo más grande, algo inmaterial y bondadoso que existe en el mundo que no se puede explicar con lógica. Una luz que ilumina la oscuridad, una belleza inmanente que está dentro, detrás, delante o encima de cualquier sujeto y objeto que nos rodea. Aunque, tal como decía el filósofo oriental Confucio, “cada cosa tiene su belleza, pero no todos son capaces de verla”.

Video: Escena de la bolsa película “Belleza Americana” (1999):