Los Montes Apalaches son una cordillera de 3.200 kms que se extiende desde el norte de Alabama (Estados Unidos) hasta el sureste de Terranova (Canadá) y son mundialmente conocidos por su rica vida vegetal y animal, y por ser uno de los bosques más diversos del mundo, aunque también han sido desde hace siglos ha sido el escenario de numerosas leyendas sobrenaturales y sucesos paranormales.

Algunas de las leyendas que se cuentan sobre los Montes Apalaches, zona generosa en bosques, ríos, arroyos y zonas de alta densidad vegetal, que se han difundido en redes sociales como Facefook y TikTok, aluden, por ejemplo, a la existencia de un coro fantasmal en la montaña Roan, donde los habitantes afirman haber escuchado música proveniente de las profundidades del… infierno.

También se han reportado luces extrañas y misteriosas en el cielo, susurros fantasmales, presuntos avistamientos de ovnis y de monstruos sin cabeza, hombres polilla, Big foots (Pies Grandes), además de criaturas que levitan sobre el suelo y que parecen emitir una niebla extraña y repugnante.

Algunos postulan que este misterioso e indómito lugar actúa como una especie de portal, un punto de conexión entre diferentes planos de la existencia, lo que permitiría que seres de otros mundos o dimensiones puedan cruzar hacia el nuestro.

Como si lo anterior no bastara, en los extensos kilómetros de los Apalaches, además, se han producido cientos de diversas desapariciones de personas, senderistas en su gran mayoría, de los cuales todavía no se sabe su paradero.

“La gran antigüedad de los Montes Apalaches confiere a estas montañas un aspecto desgastado y retorcido, lleno de huecos oscuros y pliegues profundos en la tierra. Hay lugares en los que puedes pararte y sentir la edad de las montañas presionándote como una pesa”, asegura Ursula Vernon, una exitosa escritora de Carolina del Norte cuyas escalofriantes novelas de terror (escritas bajo el seudónimo de T. Kingfisher) se ambientan mayoritariamente en los Apalaches.

Vernon, citada por el medio www.nationalgeographic.es, agrega que “en los Apalaches, con todas las hondonadas y laderas densamente arboladas, los pequeños manantiales que surgen inesperadamente de oscuros agujeros y desaparecen de nuevo, ése es un paisaje lleno de cosas ocultas.

Es un lugar donde el diablo puede pasear y luces extrañas pueden llevarte por mal camino, donde puedes ver algo que parece un ciervo pero no se mueve como un ciervo. Es terreno abonado para el miedo.

Pero la gente sigue teniendo que vivir aquí, así que nos llegan historias sobre qué hacer cuando te encuentras con el diablo o con el no ciervo, y los cuentos con moraleja sobre lo que le pasó a la gente que no hizo lo correcto. Es un terreno infinitamente fértil para los escritores, eso seguro”.

Como sea que fuere, los habitantes de los lugares cercanos a los montes Apalaches afirman que existen 11 “reglas” que se han transmitido de generación en generación para poder sobrevivir de la mejor manera posible en esta extensa área geográfica, y son las siguientes:

1. Si escuchas a alguien decir tu nombre en los bosques de los Montes Apalaches, NO, NO LO ESCUCHASTE, SAL del bosque inmediatamente.

2. Si sientes que alguien o algo te está siguiendo, sal del bosque, pero sin correr.

3. Si sientes que algo te está viendo, no lo busques con la mirada.

4. Si te pierdes en el bosque, no sigas al hombre que trae una lampara. No es humano.

5. Nunca pongas un letrero de “Bienvenidos” en tu casa. Puede atraer entidades negativas a tu hogar.

6. Jamás salgas de noche al bosque. Ahí afuera hay cosas mucho más peligrosas que los animales salvajes.

7. Bloquea las puertas y las ventanas de tu casa por la noche, eso incluye bajar las cortinas.

8. No silbes en el bosque. No sabes que criatura te puede escuchar.

9. Si estás haciendo alguna excursión, jamás te salgas del camino marcado. Está marcado por una razón.

10. Nunca observes con mucho detenimiento los árboles del bosque, puede que no te guste lo que te está devolviendo la mirada.

11. Si quieres acampar en los bosques, asegúrate de hacer una fogata lo suficientemente grande para que dure toda la noche, y no, no es para calentarte.