York, ciudad amurallada del noreste de Inglaterra fundada por los antiguos romanos, está llena de historia y se ha ganado su lugar en la lista de los lugares más embrujados de Gran Bretaña. Bautizada Eboracum por los romanos en el año 71 d.C., está plagada de leyendas sobre apariciones, incluidas algunas evidencias sobrenaturales de que algunos romanos tal vez nunca la abandonaron después del 400 d.C.

La “Treasurer’s House” (“Casa del Tesorero”) de York, lugar donde merodearían fantasmas de soldados romanos.

En la década de 1950, varios visitantes de la “Treasurer’s House” (“Casa del Tesorero”), hogar del Tesorero de la Catedral de York que se ocupaba de las finanzas de las Iglesias de la zona, informaron haber visto el espectro de varios soldados romanos en el sótano de la casa. De manera escalofriante, excavaciones posteriores revelaron que fue construida a lo largo de una de las principales vías romanas de la ciudad, cerca de la antigua sede.

El avistamiento de fantasmas de soldados romanos más famoso en York, según relata el sitio theparanormalguide.com, ocurrió en 1953. Harry Martindale, joven aprendiz de fontanero de 18 años, estaba trabajando en el sótano de la “Treasurer’s House” instalando un nuevo sistema de calefacción, cuando de repente escuchó un sonido extraño en el sótano.

Al principio, Harry pensó que se trataba de música que tocaban los trabajadores del piso de arriba, pero a medida que la música subía de volumen empezó a tener dudas. Pronto se dio cuenta de que no era música, sino más bien una o dos notas tocadas una y otra vez y, a medida que aumentaban de volumen, pudo identificar la fuente como la pared contra la que estaba apoyado.

El sonido se volvió más fuerte, pero esa era la menor de sus preocupaciones. Cuando Harry miró hacia la pared, se sorprendió al ver un casco con un penacho emplumado a la vista. Al verlo un poco mejor, distinguió a un soldado romano vestido con uniforme militar que pasaba junto a él y continuaba caminando a través de la habitación.

Lo más extraño fue que el soldado parecía caminar de rodillas y sus piernas desaparecían en el suelo del sótano. Sin embargo, cuando el soldado llegó a la trinchera excavada, sus piernas completas quedaron a la vista. Harry en ese momento se percató de que caminaba, de hecho, al nivel de la antigua calzada romana que había sido excavada en el sótano de la casa.

Pronto, el fantasma atravesó la pared opuesta, pero Harry pudo escuchar más sonidos. A continuación apareció un caballo, y sentado encima de él había otro soldado, con uniforme militar completo, pero esta vez sosteniendo un escudo redondo en su brazo izquierdo. El animal cruzó la habitación y también desapareció en la pared opuesta.

Luego aparecieron más soldados a pie, caminando en parejas. Harry, totalmente aterrorizado, contó más de veinte, y probablemente muchos más. En ese momento se percató que el primer soldado a la izquierda de este lote era el que tocaba la trompeta o el cuerno, el sonido que Harry había escuchado originalmente.

Harry escuchó a los soldados hablar entre sí en susurros y sus rostros parecían tristes o cansados. Los uniformes, por lo que pudo ver, parecían estar cubiertos de barro. Todos iban armados con lanzas o espadas.

Una vez que todos los soldados pasaron a través de la pared opuesta, Harry salió corriendo del sótano. El anciano que estaba a cargo de la casa, tras mirar a Harry y ver que temblaba y estaba blanco como una sábana, supo de inmediato lo que había sucedido. Se acercó a Harry y le dijo: “Has visto a los soldados, ¿no?”. El cuidador le confesó entonces que él también había visto a los soldados el año anterior, pero no se lo había contado a nadie por temor al ridículo.

El muro subterráneo de “La Casa del Tesorero” de York, donde habrían aparecido los soldados romanos vistos por Harry Martindale en 1953.

Harry Martindale finalmente salió de la casa y no regresó sino hasta 25 años más tarde.

Cuatro años después de este sobrenatural incidente, un nuevo cuidador de la casa también afirmó haber visto a los soldados romanos, todos caminando en parejas excepto uno montado en su caballo. Sin embargo, en otra ocasión, afirmó que los vio a casi todos montados en cabalgaduras y tuvo la sensación de que los caballos se llevaban a los soldados a casa por última vez.

Tras ver a los fantasmas de los soldados romanos en la “Casa del Tesorero” de York, el joven Harry Martindale pidió varios meses meses de licencia debido a la impresión y el estrés. Finalmente, relató su increíble historia a sus familiares y amigos.

Al principio, ninguno de los que lo escucharon le creyó, lo que no impidió que también fuera visitado por periodistas y expertos en insignias militares romanas, especialmente las que se usaban en esa zona de Inglaterra.

Esos expertos, por entonces, aseguraron que la descripción de Harry no tenía sentido. Los uniformes de los legionarios romanos, tal como él los había descrito, parecían completamente incorrectos. Los escudos estaban mal, al igual que las faldas/túnicas e incluso el lado por el que se portaban las espadas.

Para todos se hizo evidente que el joven fontanero había inventado su historia, aunque hay que consignar que esos eran los conocimientos que se tenían de los soldados romanos en 1953.

Sin embargo, en los años 90′ y principios de este nuevo milenio, las excavaciones arqueológicas de antiguos fuertes romanos en el área y a lo largo del Muro de Adriano (en un momento la frontera más fuertemente fortificada del Imperio Romano que atravesaba el punto norte de la Gran Bretaña romana), dejaron al descubierto muchos restos de la época romana en la zona.

Entre ellos, partes de uniformes de soldados auxiliares romanos, que coinciden exactamente con las descripciones dadas por Harry Martindale, casi medio siglo antes, hasta el color de las pieles y el tamaño y forma de los escudos.