Titivillus: El temido demonio medieval que provocaba las faltas de ortografía

Este demonio se especializaba en introducir errores en el trabajo de los escribas y copistas medievales.

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Uno de los demonios más temidos en los círculos de cultos medievales fue Titivillus o Tutivillus, un burlón espíritu infernal que durante el medioevo se creía que trabajaba en nombre de Lucifer para introducir errores en el trabajo de los escribas y copistas. Si bien existen referencias más antiguas, sólo en el año 1285 se le comenzó a conocer como Titivillus en el “Tratado de la penitencia”, de John Galensis (Juan de Gales).

Representación medieval que muestra a Titivillus tratando de hacer errar a San Bernardo de Montjoux.

Representación medieval que muestra a Titivillus tratando de hacer errar a San Bernardo de Montjoux.

A Titivillus no sólo se le atribuía -cuando no la autoría- la labor de recopilar los errores en los trabajos de los copistas y escribas medievales para luego usarlos en su contra, acusándolos de negligencia en su trabajo. También se le describía como el demonio que recordaba y que producía, principalmente durante el servicio religioso y el tiempo de oración, la charla ociosa, la mala pronunciación, la murmuración u omisión de palabras, la falta de atención y los tartamudeos.

Titivillus 4

A Titivillus se lo representaba con un saco o una pila de libros sobre su espalda; se decía que recorría los monasterios y hogares de escribas para recoger errores en los textos y guardarlos en el saco para llevarlos al infierno, donde quedaban registrados como prueba de mala devoción cristiana. En el Monasterio de Santa María Real de las Huelgas de Burgos, por cierto, existe un retablo de finales del siglo XV atribuido a Diego de la Cruz en el que, junto a la Virgen de la Misericordia, aparecen dos diablos, uno de los cuales carga un hatillo de libros a la espalda. Según los demonólogos, se trataría de Titivillus.

Titivillus y Virgen

La existencia de este infernal personaje, en todo caso, cumplía una doble utilidad práctica: por un lado conseguir una mayor concentración de los creyentes durante la Misa y, por otro, la de los responsables de la confección de los entonces exclusivos y carísimos libros. De esta manera se pretendía evitar los errores y faltas graves a la hora de escribir los manuscritos, en una época donde la mayor parte de la población era analfabeta y la producción y copia de la palabra escrita corría por cuenta de los monjes, ya que al no existir medios de copia mecánica (como la imprenta), éstos debían copiar una y otra vez lo que se les dictaba; así, no era extraño que el aburrimiento, el cansancio y la falta de iluminación hicieran de las suyas para provocar toda clase de errores, manchones y roturas en los manuscritos. En todo caso, con las andanzas de un demonio especialista en errores de escribas, los monjes comenzaron a tener más cuidado.

titivillus edad media

Hay que consignar que la vida del copista medieval no eran tan apacible como hoy se piensa. Los copistas y escribas trabajaban a la luz de las velas o lámparas de aceite y en ambiente cerrados, algo que podía afectar -y afectaba- a su salud visual, llegando en algunos casos a provocarles la ceguera. Esto, unido al tedio y al cansancio, les hacía cometer errores ortográficos, manchar las páginas de tinta o realizar garabatos en lugar de palabras reales.

ttitvillus escriba medieval

Uno de los mayores éxitos de Titivillus se produjo en 1631, cuando los impresores londinenses Robert Barker y Martin Lucas distribuyeron una copia de la Biblia del Rey Jacobo en el que se olvidaron de incluir la palabra “no” en el séptimo mandamiento. Así, en la conocida desde entonces como “Biblia Malvada”, se animaba a los devotos al desenfreno sexual, ya que en la Biblia aparecía un “Cometerás adulterio” en vez de un “No cometerás adulterio”. El monarca británico, debido al error contenido en este libro, condenó a los editores a pagar una multa de 300 libras, ordenando la destrucción de todas las copias.

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En un tratado devocional inglés anónimo del siglo XV, “Myroure of Oure Ladye”, Titivillus se presenta a sí mismo, diciendo: «Mi nombre es Tytyvyllus …» y habla de errores, comiéndose sílabas y palabras enteras. A Titivillus también le ha llamado el «demonio patrón de los escribas», puesto que proporcionaba una fácil excusa para los errores que se arrastraban en los manuscritos, errores que una vez impresos se iban reproduciendo unos a otros.

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Marc Drogin, en su obra “Medieval Calligraphy: Its history and technique”, explica que “durante el último medio siglo, todas las ediciones del Oxford English Dictionary, han incluido alguna referencia de página incorrecta con una primera mención de Titivillus a pie de página».

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