Los que nacimos en Sudamérica no jugamos al fútbol. Lo vivimos, lo asimilamos en nuestra naturaleza, lo veneramos. Le rendimos culto a la pelota. Se nos escurre la vida esperando el domingo. Un resultado nos define el estado de ánimo para el resto de la semana. Y particularmente en Argentina, hay un dicho popular que sostiene: “Si eres un futbolista frustrado, siempre puedes dedicarte al periodismo deportivo”. Cien por ciento certero, al menos en el caso de quien escribe estas líneas.
En mi caso, la falta de talento futbolístico siempre estuvo compensada por la pasión por la comunicación. Y cuando la devoción por el deporte se fusiona tan perfectamente con un fuerte entusiasmo natural por escribir, no resulta nada difícil descubrir cuál es la vocación que se lleva en el ADN.
Luego de obtener el título de periodista especializado en deportes, tuve la suerte de crecer a la par del periodismo online, que me vio desarrollarme desde joven en esta profesión, al tiempo que he sido testigo de su evolución y multiplicación en esta era de constante innovación tecnológica. Fui redactor, editor, columnista y corrector de pasantes en medios online de Latinoamérica. Sumé experiencia en seguimiento de resultados del fútbol a lo largo de todo el continente. He sido encargado de procesamientos estadísticos y actualización de datos referentes al deporte. Pero no sólo de los medios en internet vive el periodista: también he participado en programas de radio diarios y semanales, con columnas sobre eventos deportivos y sobre temas de interés general.
Quienes seguimos esta profesión sabemos que muchas veces hay que trabajar en condiciones adversas. A la intemperie, bajo la lluvia, con frío, con calor, a la madrugada, a la noche. Sin embargo, hay algo tenemos en común todos los que compartimos el fuego interno de quienes amamos esta profesión, y más acentuado aun en el mundo del fútbol: el fervor por la comunicación y el debate apasionado. Esa es la motivación que nos mantiene con la misma devoción que el primer día.