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Rosario Central-Boca: Un partido jugado con la lengua

Alentado por los medios de comunicación, que vendieron el encuentro como “una final” , comenzó el fuego cruzado.

El duelo que Rosario Central le ganó 2-1 a Boca Juniors por la Copa Argentina fue uno de los más hablados en los últimos tiempos: declaraciones cruzadas, cambio de programación,  dirigentes bajo la lupa y hasta un escandaloso sorteo de árbitros protagonizaron un show mediático en torno a la previa de un simple encuentro deportivo.

“El que no llora, no mama”, inmortalizó Carlos Gardel en un popular tango. Más de ochenta años después de su creación, la metáfora sigue tan viva como vigente en la sociedad argentina, que tiene su fiel reflejo en la forma en la que se goza y se sufre el fútbol. En una federación como la AFA, invadida de sospechas y escándalos, hay quienes consideran que es mejor tomar todos los recaudos posibles para evitarse futuros reproches.

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Esto fue lo que sucedió con el mediático encuentro entre Rosario Central y Boca por la Copa Argentina, disputado el pasado miércoles en la ciudad de Córdoba. Todavía estaba abierta la herida que el “Xeneize” le propinó al conjunto rosarino en la final de la edición 2015 de este mismo certamen: en uno de los partidos más controversiales de los últimos tiempos, el 4 de noviembre del año pasado, Boca se impuso por 2-0 y se alzó con el título. Un penal dudoso, un gol incorrectamente anulado y otro mal convalidado fueron suficientes para que la opinión pública pusiera en tela de juicio la honestidad del árbitro Diego Ceballos y, por qué no, una presunta complicidad de la AFA.

Pasado un año de aquella noche, el fixture volvió a cruzar a los finalistas de 2015, aunque esta vez en instancia de cuartos de final. Dirigencia, cuerpo técnico y plantel de Rosario Central, aún con la herida abierta, comenzaron con la campaña para prevenir otro escándalo. Y así es como se dio inicio a un partido de fútbol más hablado que jugado, más disputado fuera que dentro de la cancha, más mediático que deportivo.

Alentado por los medios de comunicación, que vendieron el encuentro como “una final” y el “más importante de Boca en lo que queda del año” (sí, aun más que el Superclásico ante River), comenzó el fuego cruzado. La directiva de Central abrió el juego: el vicepresidente 2°, Ricardo Carloni, solicitó aplazar el compromiso, originalmente programado para el 26 de octubre, argumentando que tres días antes su equipo debía afrontar el clásico de la ciudad (que finalmente fue derrota 1-0 vs. Newell´s) y que eso significaba “un desgaste” y “una ventaja deportiva” para Boca.

“Queremos que dirija uno de los (árbitros) mejores rankeados y que haya también asistentes detrás de los arcos”, solicitó el dirigente por aquel entonces, en declaraciones a Radio La Red, a lo que añadió: “Las heridas todavía no cicatrizaron”.

El entrenador del equipo rosarino, Eduardo “Chacho” Coudet, también condimentó la previa, ironizando en la señal TyC Sports contra el árbitro de aquella final: “Mientras no me dirija Ceballos, juego cualquier día”. En tanto, José Luis Fernández, mediocampista de Central, declaró que todo el plantel tenía “una sed de revancha muy grande” y que el encuentro ante Boca lo iba a tomar “como una final”.

Descansos similares

El DT Guillermo Barros Schelotto fue el encargado de romper el silencio por el lado del “Xeneize”, solicitando que ambos planteles tengan los mismos días de descanso, mismo motivo por el cual había sido muy criticado en la previa de los octavos de final (vs. Lanús). Si bien trató de atenuar esta nueva guerra mediática, el “Mellizo” se mostró molesto por la temperatura que estaba tomando la previa y disparó: “Que ellos elijan el lugar que quieran, el día que quieran y el árbitro que quieran”.

Cefaratti interviene en el sorteo.

Cefaratti interviene en el sorteo.

La confrontación tuvo su punto cúlmine el martes 25 de octubre, durante el sorteo del árbitro. El vicepresidente 1° de Rosario Central, Luciano Cefaratti, exigió tocar las bolillas para medir su temperatura: “Por una cuestión de antecedentes, quisiera poder tocar la bolilla, quedarme con la tranquilidad y poder transmitirla a los socios. El que se quemó con Boca, ve un partido y llora”.

Esto detonó el ánimo del presidente del club porteño, Daniel Angelici. “Lo de la bolilla fue una estupidez infantil, una payasada. A nosotros nos daba lo mismo que nos dirija cualquiera. Ni siquiera se puede decir que esto es folklore. Es falta de experiencia”, manifestó.

Y en Central no se callaron. Carloni le contestó al máximo dirigente de Boca que “no fue una payasada” y recordó que “hay jueces parados acusados de favorecerlos”.

 

“Los directivos debemos estar a la altura. Lo de Cefaratti fue de manera respetuosa. Además, no sabíamos que estaban grabando. No busquemos sumar más fuego”, concluyó el vicepresidente 1° del “Canalla”.

Finalmente, el encuentro concluyó con triunfo de Rosario Central por 2-1, con un discreto (aunque lejos de ser bochornoso) arbitraje de Patricio Loustau. El equipo de Coudet accedió a semifinales y Boca se quedó con las manos vacías. Pero entre tanta temperatura y declaración picante, cuando un encuentro se vuelve tan mediatizado en la previa, el resultado termina siendo lo más anecdótico.

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