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Ámsterdam: Recorrido por la capital mundial de la prostitución regulada y las luces rojas

La capital de Holanda es visitada anualmente por millones de turistas que buscan estímulos prohibidos en el resto del mundo.

Ámsterdam, la capital de Holanda, se ha hecho muy conocida en el mundo entero por ser algo más que una simple ciudad que adorna el mapa en los Países Bajos, llena de canales derivados del río Amstel y por las bicicletas como principal medio de transporte.

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Sus políticas liberales en torno al libre consumo de marihuana en los coffeshops o la venta de productos alucinógenos en los Smartshops, son un atractivo para millones de turistas que llegan todos los años a esta bella ciudad.

Si el tema de la droga ya escapa a todos los estándares de la liberalidad conocidos en el mundo entero, el tema del sexo y la prostitución en el Barrio Rojo (Red Lights Secrets), también desafía las estructuras más conservadoras.

Además del museo de la prostitución, que es una mirada más intelectual del oficio más antiguo del mundo, el Barrio Rojo tiene todo lo que un turista sexual podría estar buscando.

Variados sex shops y distintos shows de sexo en vivo son ofrecidos a los transeúntes en los más de 10 locales que se dedican al rubro, cobrando hasta 55 euros por presenciar el espectáculo con la posibilidad concreta de ser elegido para ser parte del elenco por algunos minutos en el escenario.

Además, existen las cabinas que por dos euros liberan por un tiempo de dos minutos un espectáculo en vivo de alguna bailarina, parejas y hasta tríos.

Se podría pensar que la mayoría son hombres que disfrutan de este “pay per view”, pero no. Mujeres de todas las edades y curiosidades son las más asiduas consumidoras de este espectáculo.

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Y si eso aún no es suficiente, están las famosas vitrinas con luces rojas donde las prostitutas de todos los lugares del mundo tienen su propia “oficina de atención al público” para satisfacer las más variadas demandas de los clientes.

De hecho, y obviamente guardando las proporciones, el espectáculo es casi tan cotidiano como ir al supermercado para hacer la compra diaria y elegir el producto preferido desde una vitrina. Solo que están vez lo que se ofrece y se compra es sexo.

Mujeres de todos los confines del mundo, características físicas, edades y color de piel, ofrecen sus servicios por un precio estándar de 50 euros los 15 minutos, extendiendo la invitación a través del vidrio o en un diálogo de negociación.

Y no sólo mujeres, ya que también hay una amplia gama de travestis y transexuales que anuncian sus servicios, pero están claramente identificados a través de una luz azul.

Las principales vitrinas están en la calle Oudezijds Achterburgwal, pero también existen cabinas en las calles y callejones aledaños, existiendo incluso sectores para las afroamericanas, asiáticas o latinas.

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Y si bien las prostitutas están reguladas bajo las leyes holandesas y por propias organizaciones, incluso pagando impuestos, también existe una tendencia a que vayan en descenso, en un intento por limpiar la cara de Ámsterdam de tanta prostitución.

Igual en el barrio existen unas 200 trabajadoras sexuales que intentan acaparar algún cliente entre la masa de turistas que, por necesidad, deseo o curiosidad, camina viendo a las chicas tentar a plena luz del día o hasta altas horas de la madrugada.

Barrio rojo de Amsterdam

Esta es una clásica vitrina donde se ofrece sexo en el Barrio Rojo de Amsterdam. La silla roja es donde ellas se sientan y, tras la puerta, está la cama.

Y es tan común es presenciar la transacción que uno puede ver a cientos de turistas acercarse, negociar y entrar a las vitrinas para satisfacer sus impulsos, teniendo las chicas más atractivas largas filas de personas que esperan por sus servicios.

Eso sí, está prohibido tácitamente grabar o sacar fotos a las chicas, bajo riesgo que el dispositivo termine lanzado en un canal, aunque de día se puede fotografiar el sector y documentar los rincones del barrio y también vestigios de la noche anterior.

Barrio Rojo Amsterdam

Vitrinas donde se promocionan los servicios sexuales.

Sin duda que bajo todas estas libertades individuales, para muchos la capital holandesa es un destino imperdible dentro de los viajes a Europa.

Aunque son tantas la licencias que uno posee, que el turismo ha sido denominado de “tres días”, ya que es el tiempo promedio y suficiente que el turista permanece en la ciudad.

Es una sorprendente especie de autorregulación voluntaria, que funciona casi como regla en la mayoría de los visitantes, que en 72 horas quedan satisfechos de su paso por esta hermosa ciudad, cuna de libertades y tradiciones más allá de las permitidas por ley en el mundo entero.

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Grabación Barrio Rojo de noche

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