Aunque son los trastornos alimenticios como la anorexia y la bulimia los que tienen mayor repercusión en el género femenino, lentamente en el ámbito médico se ha posicionado un término que también es un desorden crítico, pero cuyos desórdenes alimentarios y vómitos son provocados por el uso de bebidas alcohólicas.

Según expertos, aunque hay presencia de hombres que la padecen, son las mujeres jóvenes, cuya edad fluctúa los 17 y 30 años, las que más sufren con la ebriorexia, un trastorno que reemplaza el consumo de comida por el abuso del alcohol y que en inglés también se conoce como drunkorexia.

Aparte de los factores psico-sociales que inducen a este trastorno, como la baja autoestima, la depresión o problemas de diversa índole, una de las características de la ebriorexia es que el paciente busca perder calorías con el consumo excesivo de distintos licores.

Dicha obsesión por cánones estéticos perfectos que se da en distintos escenarios sociales tiene muchos riesgos, ya que ocasiona daños cognitivos graves que si no son tratados a tiempo por un psicólogo y psiquiatra, pueden incluso ocasionar la muerte.

¿Cómo detectar a una persona con ebriorexia?

Generalmente la enfermedad prolifera en las personas que visitan diferentes escenarios sociales donde el consumo de alcohol es frecuente, asociados a la diversión y la periodicidad.

Los principales síntomas para detectar a una persona que sufre ebriorexia son:

- Un consumo de alcohol desmedido, fuera de toda proporción y frecuencia.

- Las síntomas de la bulimia y anorexia son extensivos a las personas que padecen de ebriorexia, ya que suelen consumir alimentos a escondidas, una imagen desvalorizada y temor a aumentar de peso.

- Ingesta compulsiva de comida para recuperar energías para que el cuerpo pueda funcionar y seguir consumiendo alcohol.

- Cara hinchada, ojos rojos y deterioro físico visible, debido a la inducción del vómito.

- Debido a la ausencia de vitaminas y los reiterados vómitos, otro síntoma es la pérdida de cabello y algunos problemas dentales.

- Fragilidad de cuerpo y debilidad de piel, que redunda en mal aspecto.

- Alejamiento de las actividades sociales.

- Conductas agresivas y arriesgadas.

- Pérdida de conciencia o desmayos.

- Problemas gastro-intestinales.

- Daños en los órganos vitales.

Una vez detectada la enfermedad es relevante iniciar un tratamiento con un psicólogo y un psiquiatra enfocado a una conducta adictiva, cuya terapia y/o tratamiento debe apuntar a la modificación de la conducta y del control de aquellos impulsos y comportamiento.