Los estudios de investigación dan para todo. Y aunque algunos se tratan en el contexto de las ciencias aplicadas y mucho más avanzadas, hay otros que se enfrentan a la difícil misión de realizar análisis de comportamiento social, conductas sexuales y hábitos afectivos en parte de la población.

Tal condición y variables sociológicas, a veces pueden arrojar diversas, curiosas y peligrosas tendencias, como el estudio realizado por un grupo de investigadores de la Universidades de Southampton y de Bristol (Inglaterra).

Según consigna el reporte de la investigación, el grupo de científicos analizó el comportamiento y respuesta frente a estímulos sexuales de diferentes hombres heterosexuales en un rango de edad que promediaba los 19 y 61 años de edad.

La metodología era mostrar a los diferentes hombres en estudio alrededor de 20 fotografías en blanco y negro, pertenecientes a diferentes tipos de mujeres, en distintas actitudes y poses. Unas más llamativas que otras.

La idea era que los hombres calificarán el atractivo de las chicas presentes en las fotografías de acuerdo a las siguientes tres preguntas:

1.- Si ella se va sola, ¿qué probabilidad existe que puedas tener sexo con ella, si se presenta la oportunidad?

2.- Si ella se va sola y ya decidieron que van a tener relaciones sexuales, ¿qué probabilidades hay de que se uses un preservativo?

3.– ¿Qué tan probable es que esta mujer tenga una Enfermedad de Transmisión Sexual (E.T.S.)?”

Una vez revisadas las respuestas, el resultado fue tajante: la mayoría de los hombres encuestados señalaron que mientras más atractiva era la mujer, mucho menor era la intención de utilizar protección para mantener relaciones sexuales.

Además, la investigación arrojó que los hombres estudiados pensaron que entre más alto era el nivel de atractivo de la mujer mayor eran las posibilidades de que ella no tuviera una Enfermedad de Transmisión Sexual (E.T.S.)

La curiosa y peligrosa tendencia determinó como conclusión que, para la mayoría de los hombres estudiados, se dejan llevar  por la apariencia física para determinar el riesgo de contagio de una E.T.S., sin importar demasiado los riesgos que pudiera tener una práctica sexual sin protección.