Justin Oliver Davis: La historia de un soldado retirado, amputado, montañista y aventurero

Perdió ambas piernas mientras buscaba artefactos explosivos.

Guía de: Inclusión

En 2011, mientras servía en el segundo Batallón de Fusileros Británicos, en la provincia de Helmand, Afganistán, Justin Oliver Davis lideraba una patrulla de la Fuerza de Reacción Rápida para interceptar a un grupo de insurgentes enemigos.

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Mientras buscaba artefactos explosivos improvisados, desgraciadamente se paró sobre uno de ellos con el pie derecho y se lo destrozó de inmediato. Su pierna izquierda quedó dañada sin posibilidad de reparación, por lo que las perdió ambas.

La rehabilitación se convirtió en una forma de vida.

“Pronto me di cuenta de que tendría que estar físicamente en forma y ser fuerte para afrontar los desafíos que mi nueva vida me presentaría, que hasta entonces no había visto. La rutina diaria durante las primeras etapas de la rehabilitación consistía en citas de fisioterapia, terapia ocupacional, muchos ejercicios físicos, clases de movilidad y tiempo para socializar y descansar”, explicó Justin en el sitio Ellis Brigham.

“Pronto me di cuenta de que, si quería caminar bien, tenía que esforzarme muchísimo, todos los días. Si quería esforzarme más y escalar montañas, sabía que tenía que ser constante durante años, no solo unos meses”.

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Tras una década de rehabilitación llena de pruebas, cirugías y contratiempos, Justin se fijó el objetivo en completar las siete cumbres, siendo la primera el Mont Blanc, a 4.808 m sobre el nivel del mar. “Mi entrenamiento consistía en largas caminatas, de hasta 10 km, además de escaladas regulares en riscos locales y entrenamiento de fuerza en el gimnasio. Aunque esto fue solo alrededor de siete meses después de mi última cirugía mayor, sabía, en mi cabeza y en mi corazón, que tenía lo necesario para llegar a la cima”, detalló el montañista.

El esfuerzo y desafío lo llevó a otra cumbre: el monte Kilimanjaro, que alcanzó con éxito.

Respecto a cómo es la sensación en el momento de alcanzar los objetivos. El deportista es claro: “Lloro. Lloro de alegría, porque me demuestra a mí mismo que soy capaz. Después de todos esos años de dificultades, ¡lo he logrado! Se me pone la piel de gallina mientras recuerdo”, destacó quien sigue cumpliendo sus objetivos.

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