Japón y su economía, lo que viene
- Raimundo Gregoire, ex Guía Internacional
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A pesar que Japón sigue siendo una potencia mundial y que muchos ven su modelo como algo a imitar, lo concreto es que la economía del “imperio del sol naciente” ha sufrido diversos embates en los últimos años. En los años 90 no sólo debió enfrentar a la crisis asiática, sino que también a los problemas derivados de la burbuja bursátil (1989) e inmobiliaria (1991).
La gravedad de estos asuntos ha sido tal que desde aquel entonces hasta hoy la economía ha debido soportar grandes dificultades y, de hecho, se habla de las últimas “dos décadas perdidas” de Japón. Si bien una serie de políticas económicas han contribuido a que en Japón no ocurriese lo que ha sucedido, por ejemplo, en Grecia, para el gobierno japonés ha sido muy duro sentir que ya no son la potencia de antes y ahora deben vivir bajo el acecho de China, una economía en expansión y que amenaza con la posibilidad de consolidarse, con plenos argumentos, en el socio más potente y relevante de Asia. De momento, China ya es la segunda economía del mundo y la primera de su continente, razón por la cual se puede asegurar que el fenómeno chino es una realidad y no meras especulaciones.

El terremoto y el tsunami se suman a los golpes que ha sufrido la economía de Japón en las últimas décadas.
En la actualidad, Japón cuenta con índices de desempleo algo mayores a los históricos, pero sigue siendo uno de los estados industrializados con menor cesantía laboral. En julio de 2009 alcanzó un 5.9%, algo inédito en la historia de Japón (por lo alto), pero ya a fines de 2010 tenía 5.1% y en enero de 2011 había disminuido al 4.9%. Estos indicadores permiten ver que a pesar de todas las dificultades, la economía japonesa ha sido capaz de sobrellevar ciertas situaciones adversas. Incluso, según las proyecciones, en los próximos años también debería bajar el nivel de desempleo, marcando al período 2010-2015 como una etapa con continuo descenso de la cesantía. En 2010 fue del 5.1% y para el 2015 sería del 4.3%.
El Producto Interno Bruto (PIB) sigue con un crecimiento tendiente al estancamiento, a pesar que en 2010 tuvo el segundo mejor registro desde 1991 y sólo apenas superado por el obtenido en 200o (2.86%), al acanzar el 2.82%. Más allá de estos datos, el PIB no tiene un alto crecimiento desde la década de los ochenta, en la cual tuvo un promedio cercano al 5%, con una cota de 7.1% en 1987. Las proyecciones para los siguientes años tampoco son muy alentadoras, pues los números serán positivos, pero sin mayor variación respecto a lo acontecido últimamente. Para 2011 se ha fijado una tasa del 1.5% y de ahí sería 2.05% en 2012, 1.9% en 2013, 1.8% en 2014 y 1.9% en 2015. Esto significa que si el PIB en 2010 era de 539,842.562 billones, en 2015 será de 589,349.754.
La inflación, otro de los típicos indicadores económicos, tenderá al equilibrio en la presente década, al igual que en las dos anteriores. Los márgenes oscilarían entre el -1.5% y el 1.0%, algo que obviamente podrá cambiar según cómo se comporte la economía mundial, regional y japonesa.
A pesar de los datos mencionados -algunos de los cuales no son muy alentadores- Japón sigue siendo una gran economía asiática y mundial. China lo superó en 2010 por un estrecho margen, pero los otros “grandes” de Asia (Corea del Sur e India) y los emergentes (Indonesia, Singapur, Tailandia, Vietnam y otros) aún están muy lejos de desplazar a la economía japonesa.

La recuperación económica de Japón luego del terremoto no debería ser tan problemática porque la zona devastada no era uno de sus pilares económicos.
Por último, la gran pregunta del momento es qué tanto afectará la reciente tragedia a la recuperación económica de Japón. Al respecto, y contrario a lo que muchos podrían pensar, los efectos no serán tan nocivos. Esto último, pues la zona devastada (el noreste) no es el pilar de la economía japonesa y, de hecho, aporta el 4.1% y eso significaría una pérdida de producción de sólo el 1.2%. Al mismo tiempo, la reconstrucción aceleraría el ritmo de crecimiento de otros sectore como, por ejemplo, la construcción.
En este contexto, queda la impresión que la principal preocupación del gobierno de Japón será evitar una catástrofe nuclear y, para ello, están realizando los máximos esfuerzos para evitar una contaminación radioactiva que afecte a todo el país o una buena parte del mismo. Si esto último ocurriese o si se vieran afectadas las zonas más importantes del país (como Tokio), entonces el descalabro podría ser una realidad. A la tragedia humana, se sumaría una gran interrogante, es decir, ¿qué hacer si más de la mitad del país se encuentra inhabitable y gran parte de la población deba ser trasladada a otras regiones de Japón o incluso a otros estados?.
Afortunadamente, eso aún es mera especulación. Y ojalá que quede en eso.
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