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¿Qué esperar de los triunfos Islamistas en el mundo árabe?

Tras los cambios del Magreb y del mundo árabe, los islamistas han llegado al poder en algunos países, mientras que en otros se perfilan para lograr aquello. ¿Qué significa esto?, ¿qué se puede esperar en el futuro?

El 24 de octubre se llevaron a cabo las elecciones para la Asamblea Constituyente de Túnez, órgano que se encargará de preparar el camino final hacia una nueva Constitución y los primeros comicios presidenciales democráticos en toda su historia.

Posteriormente, el 25 de noviembre, se desarrollaron las elecciones legislativas de Marruecos, algo que no era una novedad, pero que de todas formas estaba en observación debido al actual contexto del Magreb.

Poniendo fin a este período de comicios, el 28 de noviembre fue el turno de las legislativas de Egipto, país que, al igual que Túnez, realizaba sus primeras elecciones democráticas tras el desplome de Hosni Mubarak.

Islamitas

Foto: AFP

Los triunfos islamitas en el mundo árabe podrían cambiar la escena internacional en la región, por lo que los analistas internacionales desde ya intenta adelantar lo que podría pasar.

Cada uno de esos procesos electorales tuvo particularidades y entornos específicos, pero a pesar de eso todos tuvieron un denominador común. Se trata de la irrupción y del triunfo de los partidos políticos islamistas, una novedad que no sorprende, pero que no por eso deja de ser un hecho a destacar y analizar.

En Túnez se impuso Ennahda (islamista moderado), mientras que en Marruecos ganó el Partido por la Justicia y el Desarrollo (PJD, islamista moderado) y en Egipto hizo lo propio Libertad y Justicia (islamista, “representante” de la Hermandad Musulmana).

Cada uno de estos partidos no sólo obtuvo un importante triunfo, sino que además lo hizo con resultados contundentes y marcando grandes diferencias con quienes lo secundaron. Así es, por ejemplo, que Ennahda ganó con cerca del 40% de los votos, en tanto que el PJD y Libertad y Justicia lo hicieron con, aproximadamente, el 30% y 36%, respectivamente.

El caso más emblemático ha sido el de Egipto, en el cual los islamistas en conjunto sumaron el 65% de los votos y deberían tener cerca del 80% de los asientos parlamentarios disputados en esta primera votación (el proceso legislativo incluye tres fases).

Por último, debe recordarse que es muy probable que los islamistas obtengan una victoria en las legislativas de Argelia (a realizarse en 2012), que el Consejo Nacional de Transición libio anunció que el futuro gobierno se basará en la Sharía (ley islámica) y que Mauritania tiene contemplado dentro de su propia Constitución el carácter islámico de la república. Esto completa el panorama de dominio total de los islamistas en el Magreb y Egipto.

Principales beneficios y riesgos del auge islamista

Para muchos, hablar de islamistas es sinónimo de retroceso, represión y fundamentalismo. Aquel pensamiento no sólo es subjetivo, sino que también alejado de la realidad y poco serio.

El islamismo político tiene, al igual que todas las diversas posturas políticas, diferentes tendencias. Es así que, por dar un ejemplo, existen gobiernos islamistas moderados  (Turquía), islamistas conservadores (Mauritania) e islamistas radicales (los talibán de Afganistán y las milicias de Al Shabab en Somalía).

Tomando en cuenta el contexto histórico del Magreb y de Egipto, la llegada al poder del islamismo es algo que no sorprende y que se considera lógico. Hace tiempo que muchos reflexionaban sobre este asunto. Básicamente políticos europeos que, asustados por la posibilidad que los islamistas se alzaran en gobiernos del Magreb y del universo musulmán, llegaban a la conclusión que era mejor mantener las dictaduras de entonces (Ben Alí, Hosni Mubarak, Muammar Al Gaddafi), pues una democratización de las sociedades del mundo árabe-magrebí traería consigo el triunfo islamista.

El tiempo ha dado la razón a los “islamófobos”, en el sentido que la caída de los regímenes en el Magreb y Egipto trajo como consecuencia el inevitable triunfo de los partidos políticos islamistas.

La pregunta es qué se puede esperar, a nivel político y social, en esta nueva era de los gobiernos islamistas. A continuación, algunas proyecciones:

-          La llegada al poder de los islamistas traerá consigo una representación política más acorde a la realidad de sus sociedades.

-          El hecho de tener gobiernos islamistas no es sinónimo de unión y buenas relaciones entre estos nuevos poderes. Todo dependerá de la postura que tengan, especialmente, en temas valórico-religiosos. Un ejemplo de esto es la lucha que tienen los salafistas y los islamistas moderados en Egipto.

-          Las relaciones mediterráneas, que actualmente están empantanadas y parecen estar destinadas al fracaso, tendrán que ser reformuladas, especialmente ante el auge del islamismo. No queda duda que esto cambiará las relaciones intermediterráneas.

-          Los países europeos con gran concentración de colonias árabes y/o musulmanas tendrán que ser más cuidadosos en sus legislaciones internas y externas respecto al recibimiento de inmigrantes musulmanes. Junto a eso, tendrán que modificar sus discursos.

-          Turquía podría ser el gran vencedor, ya que el modelo instaurado por el AKP turco (islamismo moderado, con apertura a Occidente y diversas libertades sociales) aparece como el paradigma a imitar para gran parte de la población árabe y magrebí.

-          La influencia que puedan tener los gobiernos islamistas al interior de sus países será muy diversa y dependerá de las realidades políticas y sociales de sus pueblos. Mientras en Marruecos o Túnez existe un importante apoyo al laicismo, en Argelia y Egipto una buena parte de la sociedad es conservadora. En Libia, el asunto está aún muy poco claro.

-          El único riesgo real, respecto al establecimiento de los islamistas en el poder, es que deriven en regímenes conservadores, radicales o, derecha, teocráticos. Esto último parece muy difícil, pero las otras dos opciones no deben ser descartadas.

-          Habrá que ver cuánta influencia tendrán países como Irán, Turquía y Marruecos, además de los estados del Golfo Arábigo, la Unión Europea y Estados Unidos.  El tejido de las relaciones internacionales puede cambiar si los islamistas optan por mirar más hacia “Oriente” que hacia Occidente.

-          Establecer proyecciones en el largo plazo resulta poco aconsejable, ya que este es un proceso aún en desarrollo. Grandes cambios, en caso de producirse, llegarían en varios años más.

-          Por último, habrá que ver qué tan moderados o tolerantes serán los islamistas con el poder en sus manos. Y, también, cómo respondería la sociedad ante eventuales modificaciones de las conductas sociales y religiosas.

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